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Por Juan Jesús Jiménez

Puebla, México, 31 de enero de 2023 [00:01 GMT-6] (Neotraba)

Es broma, pero si lo piensa bien no es broma:

https://www.youtube.com/watch?v=Ij3uvB0nJBY

Hay un rinoceronte en la diez poniente. Es paradójico el hecho de que mira un museo lleno de trenes inmóviles. Para empezar porque es una pintura, y por más que mi disociación quiera, no se moverá de esa calle; además de que es probable que estemos ante los últimos años en que se podrá ver a un rinoceronte vivo.

Y yo sé, el discurso ambientalista ha usado este tipo de ejemplos donde especies enteras desaparecen y el mundo muere de a poco, pero al menos para mí, pensar en los rinocerontes es impactante. Me explico. Desde niño me fascinaba la idea de explorar el mundo, ver con mis ojos los cientos de animales que conocía por documentales en el canal once. Montar un elefante, esconderme de tigres, combatir serpientes, mirar aves, nadar con tiburones, tocar el mundo y que el mundo me sonriera a cambio. Y entre todo, la figura de un rinoceronte siempre ha sido como la de un animal difuso. Porque aun viéndolo en los documentales, saber qué comían en vida salvaje, qué tan largos eran sus cuernos, verlos enfrentar leones y hienas, para un niño es complicado encajar toda la información en una sola entidad que no hemos visto ni tocado.

Una cosa parecida a un caballo armado, de hocico robusto, cuadrado, grisáceo, con labios grandes y en forma de pico, ojos pequeños, tan grandes como un auto, inmensamente pesados y con uno dos cuernos –según la especie– que sobresalen de su nariz. Y claro que ahora es mucho más sencillo solo decirlo así, pero cuando uno lo piensa por primera vez, como si estrenara el concepto de un rinoceronte, es posible encontrar un mundo de imprecisiones.

¿Armado con qué, qué tan robusto, por qué no redondo, y por qué se llama negro o blanco, para qué labios grandes, por qué tan pequeños, qué auto, qué tan pesados, de qué son esos cuernos? Por eso, como el primer animal no resuelto del que tuve conocimiento, me resulta raro pensar en el mundo sin que otro niño se extrañe de imaginar un rinoceronte.

Es obvio que este tipo de cosas pasan por influencia humana. Cacería furtiva, deforestación, calentamiento global, contaminación lumínica, sonora. Son cosas que desde que tengo memoria, se mencionan en las clases de biología, y ahora se repiten con materias como D.H.P.C. (Desarrollo de Habilidades del Pensamiento Complejo) en la carrera, pero que al igual que el rinoceronte, realmente uno no puede dimensionar en todo su impacto.

De igual manera que un rinoceronte, no es como que uno salga y vea en los cerros manadas de multinacionales contaminando ríos. Nuestro alejamiento de las nociones que hacen de un problema global solo un tópico aislado en las clases de primaria, es el principal problema de que nosotros, como seres humanos, tengamos un ritmo de vida hostil para la conservación. Sobre todo, porque abordar un problema ambiental es mucho más complicado de lo que suena en un principio. No es solo la educación que uno recibe desde pequeño, la proximidad cultural de un ser humano a su impacto en el mundo que lo rodea; compete a nociones políticas y económicas, del pensamiento global respecto al uso de recursos, ética y alternativas de desarrollo. Pero aceptar esto como punto de partida no es un impedimento para actuar al respecto. Al contrario, es un encuadre preciso de aquello que podemos controlar, en qué podemos influir y qué deberíamos hacer como sociedad.

Foto de Meg Jerrard a través de Unsplash
Foto de Meg Jerrard a través de Unsplash

Esto ya no se trata sobre preservar especies y el ambiente para el futuro, ni por remordimiento ético sobre acciones pasadas, se trata de lo que pasa ahora. ¿O no ha sentido frío en este invierno? Al menos, uno inusual. Apenas vi un meme de los Simpson que lo ilustra muy bien: Bart se quejaba de sentir mucho calor en el verano diciendo que era el peor verano de su vida, a lo que acude Homero y le corrige diciendo que era el peor verano de su vida hasta ese momento, aludiendo obviamente al hecho de que, con cada año, es más común tener veranos extremadamente calurosos a causa del calentamiento global.

Se trata de asumir nuestra responsabilidad como parte del sistema, queramos o no, intentemos ir en contra de él o sigamos todas las normas sociales, asumir nuestra parte como humanos que consumen y que es su consumo el que exige la sustentación natural. Y que al saber esto, nosotros podamos emprender acciones pequeñas y medianas para un impacto enorme.

Hablar de los fenómenos ambientales sin que se vuelva un rinoceronte. Sino un tópico del que realmente podamos opinar más allá de decir si algo está bien o mal, darle poder nuevamente a la gente y no al dinero, ni a las empresas; dejar de ver a la naturaleza como un prestador de bienes y servicios infinito, y mejor empezar a verlo como una extensión de nosotros en nuestra experiencia.

Sorprendernos como cuando un niño ve por primera vez a un elefante o un zopilote en el cielo, un ajolote en el agua, y no verlos solo por documentales, imaginarlos. Somos en tanto el mundo es. Tomamos en tanto existe lo justo y necesario para nuestra existencia responsable. Somos tan parte de la naturaleza, como el rinoceronte de la diez poniente.


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