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Por Camila R. H.

Puebla, México, 18 de octubre de 2020 [00:39 GMT-5] (Neotraba)

Es esa sensación que tienes cuando eres inmensamente feliz: el mundo puede acabarse, no me importaría. Pero a veces quieres que el mundo se acabe porque lo que viene después no es bueno. Tal vez no mueras feliz, pero evitarás el futuro.

El otro día deseé con todas mis fuerzas: “que el mundo se acabe antes de que el futuro, inevitable, me alcance”.

El cielo de las siete de la tarde me acompañaba mientras subía la escalera, no dejaba de pensar en el pasado y en lo que se podía convertir mi futuro. Detestaba la respuesta. Con un suspiro llegué a casa, no quería salir de nuevo nunca más.

Llevo meses en casa y me he acostumbrado a su comodidad, a su calidez, a los gatos y a mi madre en ella. No quiero volver a tener las constantes preocupaciones de cuando salgo a la calle, de cuando voy a la escuela. Mira a ambos lados antes de cruzar, guarda las llaves, el dinero y la tarjeta del autobús, haz la tarea, el quehacer, cuida que ningún gato haga algo imprudente. Presta atención siempre.

Aquí es un lugar seguro, donde puedo apagar mi cerebro, mis pensamientos, poner una canción y cantarla. Aquí no hay personas, o al menos sólo las necesarias.

Aquí no pasa nada y eso es maravilloso. Quiero quedarme aquí, en la nada, por siempre. Porque no hay peligros, se puede postergar la vida y mientras más pueda huir de ella mejor. No hay decisiones que se deban tomar, además de: ¿de qué vamos a hacer agua hoy?

Pero el tiempo se me está acabando. Aunque no quiera admitirlo, cada día estoy más cerca de volver. ¿A dónde? A la normalidad que me absorbe la vida, me obliga a avanzar, me llena de la sensación de fracaso y me deja atrás. Si esto es un maratón, yo estoy perdiendo.

La normalidad en la que siempre tengo prisa, y mi rutina no me da ni para escribir de ella. Tengo tan poca energía y me arden tanto los ojos que simplemente voy por ahí en un eterno piloto automático. Hago listas mentales que desbordan mi mente, hay tanto por hacer que no puedo hacerlo.

No puedo hacerlo, ahora lo sé.

Por eso el mundo debería acabarse en este momento.


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