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Camila R. H. escribe sobre la soledad, la muerte y los ojos rojos de los conejos: no me gusta esta oscuridad escurrida desde los rincones hasta las puntas mordidas de mis dedos, donde se hospedan, se cuelan en las heridas frescas, infectan.
Camila R. H. escribe sobre la soledad, la muerte y los ojos rojos de los conejos: no me gusta esta oscuridad escurrida desde los rincones hasta las puntas mordidas de mis dedos, donde se hospedan, se cuelan en las heridas frescas, infectan.
Si el viento ha de hacer algo es siempre irse, entonces se va y deja una sensación desesperantemente imposible de recrear, escribe Camila Rosete sobre ¿el viento?, ¿un fantasma?
A ningún gato le gusta mojarse, a ningún gato le gusta llorar, a ningún humano aguado le gusta vivir. Qué difícil es estar vivo, escribe Camila R.H. en su columna.
La muerte no es buena como recuerdo, nos dice Camila R. H., a partir de observar el cadáver inerte de un gato, que ahora parece un peluche sucio y maltratado. ¿Qué sigue para quien observa a un animal muerto?
La amistad entre dos amigas se ve interrumpida por el cambio de residencia de una de ellas. Camila R. H. nos entrega un texto en el que un supuesto pitbull puede separar o unir a las personas y que afloren otros sentimientos.