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Aurelia Cortés Peyron foto tomada de su fb
Aurelia Cortés Peyron foto tomada de su fb

 

Por Óscar Alarcón (@metaoscar)

4 de junio de 2018

 

Alguien vivió aquí es el primer libro de Aurelia Cortés Peyron. Los temas que abordan los poemas son variados, desde la demolición de los recuerdos hasta el resguardo por lo momentos vividos, pasando por la cercanía de la muerte de un ser querido, la ciudad que se habita, las flores, los vehículos en los que nos hemos movido. La voz de Aurelia Cortés Peyron trasluce melancólica pero no es una imperfección, es una necesidad de darle salida a todo aquello que ya no puede ser resguardado en el interior, es el recuerdo de la casa que se quedó abandonada y por la que pasamos una y otra vez sólo para darnos cuenta de que permanece ahí. Alguien vivió aquí es el tercer libro publicado por la Editorial Argonáutica en versiones bilingües, la traducción de los poemas de Aurelia estuvo a cargo de Robin Myers.

 

Óscar Alarcón. En el poema “Celecanto” tengo la impresión de que es un rescate de la poesía: Un signo en códice que ya nadie interpreta. ¿Para qué sirve la poesía en México en este 2018?

Aurelia Cortés Peyron. El poema es acerca de un fósil viviente, un animal que evidencia las fases de la evolución de la vida sobre la Tierra. Me parecen fascinantes estos rastros de una historia que sólo conocemos por restos, tan fortuitos como el mosquito en el ámbar de Jurassic Park. Entonces, este poema, más que reflexionar sobre la historia de la poesía como género, nace de una curiosidad por el origen de la vida.

Parte de la narrativa del poema es la idea de olvidar a dicho fósil: es un deseo de olvidar la historia y creo que viene de un lugar destructivo del inconsciente. En ese sentido se relaciona con otro poema, “Desde la ventana”, donde también exploro la idea de una destrucción natural que no deje rastros.

En cuanto a la pregunta, la poesía podría parecer ser un fósil viviente para algunos, y la literatura entera, pues los medios audiovisuales dominan nuestra cultura, pero creo que la poesía sigue cumpliendo una función social. Creo que lo que debe cambiar es la idea generalizada de la literatura como un ámbito estrictamente “culto” y académico. La crítica más común al arte y a la poesía es que no son funcionales, utilitarias. Que las artes son un lujo. Pero yo creo que poesía no “sirve” de nada sólo si la pensamos en términos del utilitarismo y la lógica neoliberales predominantes en el mundo actual.

 

ÓA. Después de leer el poema “Te miro desde mi fronda”, percibo que es un poema con una sintaxis nada fácil y eso me hace pensar en que es un poema para la contemplación, ¿por qué crees que nos hemos olvidado de contemplar?

ACP. Para mí, este poema no es un decreto acerca del acto de contemplar, sino que se refiere a una forma particular de ver las cosas. Al sesgo o entre ramas, esas son algunas de las imágenes del poema, y tiene que ver con la forma en que funciona el lenguaje poético en sí, al menos el de la poesía lírica. Al respecto, me gusta mucho un verso de Emily Dickinson: ‘Tell all the truth but tell it slant.’

 

“La jacaranda proyecta

su sombra magra y moja

con el azul de su violeta el aire,

enfurece el cielo

con el amarillo de su morado […]”

 

ÓA. “Jacarandas” es un poema que nos invita a recordar que a veces la belleza duele y carcome por dentro para quien la aprecia –a propósito de la contemplación-, ¿qué relación encuentras entre observar la belleza y la partida?

ACP. “Jacarandas” se trata de un poema muy visual y a la vez retoma la periodicidad en que aparece su floración. Para mí, que he vivido desde siempre en la Ciudad de México, las jacarandas siempre han marcado una época del año y funcionan casi como el año nuevo en el calendario normal. O sea que en el poema se relacionan con la partida en el sentido de que son una certeza entre muchas incertidumbres.

La belleza, en este poema, está más asociada al árbol en sí, a las posibilidades visuales de un color morado tan especial como el de la jacaranda y que invade la ciudad con la voracidad de una epidemia.

 

Portada de Alguien vivió aquí de Aurelia Cortés Peyron
Portada de Alguien vivió aquí de Aurelia Cortés Peyron

 

ÓA. El poema “Orfandad” es un poema en donde la voz no sólo es un yo sino también aparece un tú, como tratando de conciliar con la soledad. Y sin querer el poema ya no le habla a la orfandad sino al consuelo que uno puede darle a otra persona al cruzar juntos la calle, ¿por qué es la soledad un tema recurrente en tu libro?

ACP. En efecto, el poema es un intento de consuelo ante la sensación de orfandad, que me parece una de las más desconsoladoras, más cuando una persona joven pierde a sus padres de manera inesperada o simplemente a una edad temprana. El poema es una forma de acompañar un dolor que me parece inacompañable, de ahí la disolución del yo con el tú, como señalas.

La soledad es un tema que me interesa porque a mí misma me gusta estar sola y, al mismo tiempo, no me gusta. Todos los humanos tenemos nuestras contradicciones y esa es una con la que he luchado. Me gusta estar sola para pensar en silencio, para no sentirme juzgada, para relajarme, para dejar de hacer el esfuerzo que conlleva la comunicación…. Pero me gusta estar acompañada porque la comunicación es una de las cosas que más me importa y que creo que es el fundamento de toda relación humana.

 

ÓA. Otro de los temas que aparece en el libro es la nostalgia, como en los poemas de “Ciudad de niebla”, ¿qué representa para ti la niebla?

ACP. La niebla es un fenomeno que permite o invita a la reflexión en términos poéticos por sus cualidades físicas. Por ejemplo:

–Es un estado del agua muy volátil que bloquea la vista de manera gradual, por lo que a veces no deja ver objetos que están muy cerca. Se parece a la ceguera.

–Se mueve de manera parecida a la lluvia o a los cuerpos de agua, pero no es tan densa: a veces, la podemos atravesar sin mojarnos.

–Es característica de ciertos bosques, nutre ciertos ecosistemas. Es una lluvia silenciosa

 

ÓA. Y sin embargo, en los poemas de “Otra tarde de febrero” nos encontramos con una sensación de signo contrario a la melancolía y a la añoranza, es una especie de esperanza, ¿qué ocurrió en la escritura de estos poemas que parecen romper la línea poética del libro, o bien el tono de los poemas anteriores?

ACP. Es curioso porque son poemas que escribí a lo largo de muchos años, alrededor de cinco, por lo que los temas y los tonos varían un poco. Aun así, creo que todos comparten una misma voz, que tiene que ver con la observación y el paso del tiempo. Este poema en particular se acerca más al espíritu del haiku en el sentido de que quiere “atrapar” un momento antes de que éste desaparezca en el pasado.

 

ÓA. En “Mapamundi” uno percibe lo terrible como un elemento ínfimo pero no por ello menos cruel, sobre todo cuando leemos el verso “veo un patio, una niña/ y algo que relumbra entre sus manos./ No sabe de la agonía sin sangre/ mientras observa a la mariposa/ dentro del frasco de vidrio”, ¿le has dado a leer tus poemas a los niños?, ¿son más crueles que los adultos?

ACP. No, aunque he estado cerca de la literatura infantil de muchas maneras. Opino que los niños, como están aprendiendo a hablar, a usar el lenguaje como un código para nombrar lo que ven y experimentan, pueden estar más cerca del lenguaje poético, aunque es un riesgo enorme idealizar la infancia. En este poema, la crueldad se relaciona con la ignorancia que, de alguna manera, protege a los niños del dolor.

 

“El silencio dura lo que un espacio en blanco entre una

palabra y otra. Lo llenan los ecos de un juego lejano,

palabras que se reconocen y pasan de largo, como los

corredores que se ejercitan en el parque.”

 

ÓA. En “Poema como parque”, en el verso: “Este poema empieza cuando me quedo quieta y los demás/ siguen pasando”, entiendo el poema como una alegoría de la persona, sin embargo me gustaría preguntar más por la idea de los parques, ¿qué significan para ti?

ACP. En “Poema como parque” quise experimentar con la idea del poema como un espacio tangible que puede atravesarse de muchas maneras. En un parque hay caminos sugeridos, los caminos pavimientados por los que van los corredores, por ejemplo, pero uno puede atravesar por donde quiera.

Muchos poemas pueden recorrerse desde diferentes caminos: esa cualidad que, por un lado, se debe a la subjetividad del acto de la lectura y por el otro, a la ambigüedad que busca la poesía (o cierto tipo de poesía, al menos). Los parques, además, me fascinan por ser un espacio natural domesticado. Éste poema en particular lo pensé después de comparar dos parques citadinos extraordinarios: el Golden Gate Park, en San Francisco, y Central Park, en Nueva York. Ambos tienen el mismo efecto de hacernos sentir muy lejos de la ciudad. Pero de pronto tomas un camino, das la vuelta, y estás en una avenida principal, casi como si el parque fuera una realidad alterna.

 

Foto promocional de Alguien vivió aquí de Aurelia Cortés Peyron
Foto promocional de Alguien vivió aquí de Aurelia Cortés Peyron

 

ÓA. Demolición es una palabra que me evoca la lectura de Alguien vivió aquí, ¿a ti qué te evoca tu libro ahora que han pasado algunos meses de su publicación y de su escritura?

ACP. Han pasado años de su escritura. No quiero demolerlo, por supuesto, pero siento alivio de haberlo terminado de construir. La demolición, sin embargo, está presente como una de las fuerzas opuestas que cohabitan en el libro, la fuerza destructiva y la fuerza creativa.

 

ÓA. Creo que “Consideración egocéntrica sobre la muerte” puede ser el poema que mejor resuma al libro, ¿cómo se puede sobrellevar con la poesía la muerte de un ser querido, de un amante?

ACP. Este poema en particular lleva el título, que yo considero un poco irónico en su seriedad, de “consideración egocéntrica” precisamente porque especula en torno a la muerte propia, que es muy distinta del duelo de un ser querido. No sé sé si la muerte propia duela más, pero duele de manera distinta: anticipadamente, pero nunca en carne propia. Es una especulación y, sin embargo, tiene un papel protagónico en nuestras vidas. Si nos supiéramos inmortales, tomaríamos decisiones muy distintas. Así que la muerte propia nos habita siempre. Aunque es cierto que el temor de la pérdida de los demás probablemente sea de lo más angustioso.

Con respecto a sobrellevar una pérdida a través de la poesía, no puedo decir si esa es la mejor manera, definitivamente no es la única y creo que a muchos les ha funcionado. Pero la poesía no debe confundirse con una consulta médica, quizá lo mejor sea ver a un terapeuta.

 

ÓA. El poema “Resonancia magnética” termina con una imagen que aún resuena en mi imaginación. Ante lo terrible de la enfermedad, ¿a qué consideras que la palabra puede ayudar más, a curar o a liberarnos del estado de enfermedad?

ACP. Para quien escribe, creo que la palabra es liberadora. No sé si sea curativa en todos los casos: quizá, como mencioné en la pregunta anterior, en el caso del psicoanálisis o en técnicas que tienen que ver con narrar una experiencia traumática o aprender a narrar nuestra propia vida para darle sentido. Pero esa palabra no implica necesariamente a la poesía. Podemos escribir un diario, para nosotros mismos, que no tenga aspiraciones estéticas de ningún tipo, y quizá eso nos salve de alguna experiencia difícil como la enfermedad o la pérdida de un ser querido. Por otra parte, podemos haber pasado por una situación muy difícil y eso no nos hace inmediatamente buenos escritores.

 

ÓA. ¿Qué es el amor?

ACP. Jajajaja creo que no tengo respuesta para esa pregunta. ¿Quizá un exceso de endorfinas?

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