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30 de abril de 2024 (Neotraba)

Luis Correa-Díaz, Miembro Correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua y de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba (España), poeta y profesor de Digital Humanities y Human Rights en la University of Georgia-USA. Autor de varios libros y artículos críticos. Últimamente destacan: Novissima verba: huellas digitales/cibernéticas en la poesía latinoamericana (2019), Latin American Digital Poetics (con Scott Weintraub, 2023). Poesía: Trilogía pro tempore (2024), Un poema rápido en vez de un himno (con Jeremy Paden, 2024), El Escudo de Chile (2023-2022), Valparaíso, puerto principal (2022), Ingeniería solar (2022), Crónicas-in memoriam-s & ofrendas (2022), Americana-lcd (2021), Metaverse (2021), Haikus nada más (2021), Los Haikus de Gus (2021 y 2020), Maestranza de San Eugenio… (2020), Diario de un poeta recién divorciado (2020 y 2005), … Del amor hermoso (2019), Impresos en 3D (2018), Clickable poem@s (2016), Cosmological Me (2017 y 2010), Mester de soltería (2008 y 2006), Bajo la pequeña música de su pie (2022 y 1990). Miembro del comité editorial de diversas revistas profesionales europeas, latinoamericanas y estadounidenses. Profesor visitante en: State University of New York –Albany; Instituto Iberoamericano-Berlín; Pontificia Universidad Católica de Chile; University of Liverpool; Universidad de Salamanca; Pontificia Universidad Católica de Bolivia; Universidad de Playa Ancha, Valparaíso; Universidad de Concepción, Chile. http://www.rom.uga.edu/directory/luis-correa-diaz-0

Prólogo del autor

su acento ultramarino es arena

que el tiempo sopló hasta mis ojos

Wenuan Escalona

estas pocas palabras lo dicen

prácticamente casi todo y

que gracias a ellas pueda sufrir

quien la leyere (esta obra mía,

humilde y también criada

en tan pobres pañales, en serio,

confesado quede) con las faltas

patentes, a propósito, que lleva y

por las que no me excuso, trabajo

de un amor debido es, este viaje

que no había hecho, leído y oído,

sin embargo,

en boca de amistades nacidas aquí,

tiempo no me dio para pasar

a esas últimas tierras nunca vistas,

razón de sobra para volver

lcd.-

 

[a posteriori 1 >]
Costanera

a don Alonso, huesos frágiles ya,

rodillas entumecidas, le habría

gustado salir a correr, si más tiempo

hubiera tenido, por la costanera,

pasar por el Memorial F27,

recordando otros monumentos

de la especie de ese tipo, quizás,

incluso, pudiera haberse encontrado

unos versos de su poema

entre tantos graffitis tan sin ton ni son,

huellas de una hipermodernidad

vaciada del algoritmo ético de las octavas,

meterse al teatro como un insecto

extinto adentro de una lámpara

y declamar clandestinamente allí

en la sala chica, rodeado de niños,

niñas y jóvenes del próximo siglo,

al azar los fragmentos que más

le emocionan de la Seudoaraucana,

luego, huyendo raudo de su sombra,

volverse en un Uber al Cerro Caracol,

donde lo esperaría la su muerte

para decirle que todavía le quedan

algunos años, si se lo confiara

a su avatar servidor, para escribir

aquel cancionero de amor

que siempre se negó obstinado

a poner en papel, que lo hiciera

con su celular y que lo posteara

como screenshots en sus redes

sociales, likes no le faltarían

aunque, pese a su fama

de poeta inaugural del Reino, no fueran

muchos, la cuestión sería cantarlo

hoy, siguiendo un poco a Maturana

en clave etno-urbana, ah, la emoción,

el amor, sí, en la cual se dan

las acciones que constituyen al otro

como un legítimo otro en la convivencia

[a posteriori 2, alternativo >]
Neoperreo

será que se le echa ya el tiempo

encima, sombras le salen

de la boca cuando habla y quiere

entender este siglo sin pedir

volver al suyo por donde vino,

a don Alonso, en escuchando

unas declaraciones de la DJ Lizz

Lov3, una Guacolda —sin contradecir

ni al poeta en su canto XX ni el poema

lamento-rock de la Banda Tegualda:

nacida en 1992 y que nos expone

en carne viva con su neoperreo

de exportación, palabras dura-

mente ácidas pero certeras

que le llegan directo al pecho

como esas flechas de plomo

con las que Cupido  solía

desquitarse del pobre egoísmo

de los amantes de turno, oro

les había dado para que amaran

más al mundo que a ellos mismos,

el Apocalipsis ya ocurrió, acéptalo,

sólo en su habitación de hotel

saca la edición que tanto le gusta

de su poema y esos contados

estudios que él valora, quizás

el de Julieta GP sea su fave, los display

sobre la mesa, coordina las luces

y se pone a djear con todo

ese material hasta que amenece

y cae de bruces en la cama fría

[a posteriori 3 >]
Festival

vuelto ya a su otra homeland,

todavía con recuerdos entrañables

de su paso de soldado letrado

a punto de jubileo por ese sur airoso

–y airado, por qué no, en su derecho

están y hasta que no se les ame

como a hermanos mayores–,

que no es la madre patria

sino una step mother hasta que muera

en sus fauces de loba prematuramente

envejecida, el avatar de don Alonso

se inventa el pretexto de que aparece,

rockero de las meta-octavas reales,

en la cartelera del Festival REC Rock

en Conce de este año, su nombre

entre otros que apenas sí o no de oídas

conoce, talentos nacionales e

internacionales de rutilante estrellato

o por venir, no ve claro si en la compañía

de ella o no pero a dúo lindo, se proyecta

en la mente, con su lengua pa(t)ria,

la de Adriana Paredes Pinda,

cantando ese poema que dice:

A mi madre no le dijo la comadrona

que en su tripa de los sueños

habían doce nudos. No la atendió la méica

por chiñurra. Y a pesar de Doralisa

Huenuleo

alumbró a sus doce

“la mala yerba”

como venía escrito con semen williche

en el cordón nupcial de los amaneceres,

siento el silencio del público tan hondo

como el cuello uterino de la Mar Océana y

es más honesto que cualquier aplausómetro,

de eso daría fe si allá estuviera con la poeta

[a posteriori 4 >]
La película

el buen avatar de don Alonso,

con permiso suyo y firmado

en sueños que no son sueños,

pónganles el nombre que quieran

y digan que ya se parece, honor

sería, al otro don Alonso, qué

importa a estas alturas,

se encuentra del todo dedicado

a una cosa sola en esta edad

de su vida y es la de la recuperación

y restauración de la película Canta

y no llores, corazón del 1925,

le gustaría trabajar con la gente

de la Comisión Fílmica del Bío Bío

por razones obvias, patrimonio

del territorio, sea como sea

que éste se defina hoy en día, él

lo recuerda de otra manera y

el mentado film no lo vio, lógico,

sino por mí, que se lo conté

con pelos y señales, emocionado

anduvo unos días y, como de costumbre,

estoy seguro, algo pergeñaba su soledad,

yo le sugerí eso de meternos

a restaurarlo, pero me dijo, adusto

y formalito como es –o era,

para que no crean que me paso

de la raya jugando a ser quien

no soy ni seré–, que si no

lo refilmábamos con las caras y

y los temas de la juventud actual

de esas riveras y desembocaduras,

no se prestaba para tal empresa,

es que ahí donde lo ven, un clásico

de pecho armado y mano diestra

en versos añosos, siempre fue

un verdadero adelantado,

le torció el cuello a la épica

antes que otros lo hicieran con el del ,

y aquí dejo la historia que me inventé

para que no vaya a ser razón

que llore y que no cante

Invitamos a nuestros queridos amigos y amigas de la poesía, que pueden descargar gratuitamente el libro completo en el siguiente enlace:

https://elsignoinvisible.com/ercilla-en-concepcion_lcd

Animándolos a su lectura y a compartir con los círculos literarios afines.

Luis Correa-Díaz. Fotografía por cortesía de Luis Manuel Pimentel
Luis Correa-Díaz. Fotografía por cortesía de Luis Manuel Pimentel

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