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Por Verónica Mastretta

Puebla, México, 06 de febrero de 2021 [00:01 GMT-5] (Mundo Nuestro)

Oí la conferencia de Laurie Ann Ximénez acerca de su libro “Un daño irreparable”, una recopilación de la gestión de la pandemia en México. Hay hechos que ya no tienen remedio, como los más de 155 mil muertos documentados por la Secretaría de Salud, sin contar el excedente de muertes que documentó el INEGI la semana pasada. Lo importante ahora es escuchar cuáles serían las proyecciones a futuro si todo se sigue manejando igual y cuáles son los cambios indispensables para dejar de volar a ciegas, aunque las optimistas declaraciones del convaleciente presidente López Obrador no apuntan a un cambio de estrategia.

A finales de abril de 2020 publiqué los datos comparativos entre México y Vietnam. Mientras que el gobierno de México temerariamente había minimizado la pandemia y se había negado a implementar protocolos estrictos y precisos para contenerla, el 26 de abril de 2020 México registraba ya 14,667 casos y 1,351 muertes. En esa misma fecha, Vietnam, con 90 millones de habitantes y una frontera de 1,400 kilómetros con China, registraba solo 270 casos y cero defunciones. Su estrategia fue desde finales de enero clara y certera: cubrebocas obligatorio, aislamientos selectivos en comunidades con brotes, sanciones estrictas a quienes incumplieran, cierre de sus aeropuertos hasta que se controlara el brote, seguimiento a contagiados, kits de pruebas masivas a muy bajos costos y entrega de resultados en 90 minutos. Todas las medidas fueron promovidas en certeras campañas de comunicación social sin lugar para las ambigüedades. Miles y miles de pruebas les fueron dando una radiografía inmediata del movimiento del virus, información valiosísima que les permitió realizar intervenciones puntuales en donde fuera necesario. Todas esas medidas permitieron que su economía siguiera funcionando sin que se propagaran los contagios. En Vietnam ha habido 1,781 contagios y 35 muertes por coronavirus desde que comenzó la pandemia. Otro caso de éxito es Australia, un país que, aunque es más pequeño y muy distinto a Vietnam, también ha logrado con medidas parecidas y una gran disciplina contener el virus, al grado de que este fin de semana se llevó a cabo en la ciudad de Adelaida un partido de exhibición previo al abierto de tenis que se celebrará próximamente en esa nación. Este evento, al que asistieron cuatro mil personas, se produjo después de que Australia sumara doce días sin un solo contagio. Australia, tiene 25 millones de habitantes y a lo largo de la pandemia ha registrado 28 mil contagios y 909 fallecimientos.

En la conferencia de la semana pasada le preguntaron a la Doctora Laurie Ann Ximénez si México debiera cerrar todo durante un mes para frenar el virus de manera drástica; con toda cordura respondió que eso sería condenar al país a la hambruna y al desastre. Lo que esta sensata científica sugiere es que implementemos de manera urgente y estricta las medidas que implementaron países tan distintos como Vietnam o Australia. De no hacerlo, el número de fallecidos para el final del verano puede más que duplicarse. En los países que han tenido éxito para contener el virus, los gobiernos han decidido tomar la difícil e impopular decisión de acotar una parte de la libertad personal a favor del conjunto.

El viernes pasado Puebla regresó al semáforo rojo. Otros estados y la ciudad de México se encuentran en condiciones similares. Sin embargo, el semáforo rojo sigue sin incluir el uso obligatorio de cubre boca fuera de casa; tampoco hay sanciones para quienes se nieguen a usarlo. El gobierno de México optó por trasladar ese tipo de decisiones a los gobiernos locales y con eso se ha complicado enormemente el manejo de la pandemia. Hubiera sido mucho más sencillo el que las políticas públicas claves en materia de prevención se hubieran tomado desde la cabeza del estado mexicano. La ciudadanía es tratada por quienes gobiernan como el electorado a consentir porque ahí vienen las elecciones y pocos quieren pagar la cuenta de medidas impopulares. Se exhorta y se indica, pero la gente hace básicamente lo que quiere y las consecuencias no son de multas o sanciones, sino las de llorar y sufrir cuando el enfermo o el muerto toca en casa.

Pero ante la enorme mortandad, como país ya estamos sufriendo otras consecuencias: el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció el viernes pasado la suspensión de todos los vuelos a México y el Caribe hasta el 30 de abril y ha limitado los permisos de entrada a su país a los mexicanos. Cerca de dos millones de canadienses nos visitan cada año, así que es un duro golpe para el sector turístico. La cuarentena para acceder a Canadá y Estados Unidos ya es obligatoria, además de que solo puede hacerse con prueba negativa vigente en mano. Otros países están mandando una alerta roja sobre México, mientras que aquí, la medida más efectiva de contención, el cubre boca, sigue sin ser una política púbica obligatoria y ha quedado al criterio de los débiles gobiernos estatales y municipales. Varias veces a la semana uno se entera de los zafarranchos que arman hombres y mujeres que insultan y agreden a quienes les piden que usen cubre boca en un supermercado, en un tianguis o en el transporte público. Leemos de policías agredidos por llegar a suspender bailes masivos. Esas conductas en países como Vietnam o Australia sí fueron absolutamente impensables y en su caso, fueron castigadas con rigor. Fauci, el epidemiólogo en jefe en Estados Unidos le da al cubre boca el mismo peso para contener la pandemia que a la vacuna y afirma que el 90% de los contagios se evitan con el cubre boca.

Yo reconozco el esfuerzo enorme que han hecho los gobiernos estatales y municipales, pero desgraciadamente no les alcanza, porque toda medida de contención en el país sigue siendo simplemente una “recomendación” y el gobierno federal no ha cambiado la estrategia. El presidente de México dirigió un mensaje a la nación justo a la mitad de su enfermedad, cuando se supone que es más contagiosa; caminó sin cubre boca por los pasillos de Palacio Nacional.

Ayer, en Santa Isabel Cholula, municipio ubicado en la zona metropolitana de Puebla Capital, zona decretada en semáforo rojo, a las siete de la noche arrancaron dos distintos bailes con sonideros, – “Damitas, caballeros, busquen su pareja que la fiesta va a comenzar.” La damita que esto escribe llamó al 911. La respuesta fue rápida y sí los vinieron a callar.

Damitas, caballeros: el resto del mundo nos va a aislar porque aquí hemos consentido el desmadre y le hemos puesto alfombra roja a la pandemia para que viaje a gusto.


Esta nota se publicó originalmente en Mundo Nuestro:

https://mundonuestro.mx/index.php/secciones/sociedad/item/2861-perseverar-en-el-error

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