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Por Verónica Mastretta

Puebla, México, 21 de diciembre de 2020 [00:05 GMT-5] (Mundo Nuestro)

Arnaldo Kraus, extraordinario ser humano, médico especialista en bioética y en ética médica, publicó en su columna de El Universal un interesante artículo sobre el síndrome del desgaste profesional, una afección actual entre los trabajadores de la salud, especialmente en quienes están en las áreas de atención COVID-19. Qué bueno que alguien con sus conocimientos e inteligencia haga énfasis y le ponga nombre al síndrome del terrible estrés y desgaste del personal médico. No pueden más.

En diferentes anuncios de radio escucho voces del personal de salud pidiendo que nos cuidemos, que detengamos los contagios con voluntad y precaución, porque ellos ya no dan para más. Burn out, le llaman en inglés a este síndrome. No hay una traducción exacta al español, pero uno de sus significados podría ser ignición interior, desgaste vital, quemarse, apagarse, extinguirse, consumirse. Encontré en las redes más información acerca de esta condición: al final deja al ser humano exhausto, envuelto en un enorme desasosiego y con la sensación de búfalos galopando en el corazón.

Retomo el tema porque creo el síndrome del desgaste vital llegó a todos en este complejo y alucinante 2020. Identificar este síndrome puede ser muy útil para no minimizarlo y así enfrentarlo de mejor manera. Muchos de los síntomas que acompañan el desgaste vital seguramente los sentimos este año y los vimos en amistades y familiares cercanos no relacionados con el sector salud. Conocerlos es útil. Retomo los enumerados por el Doctor Kraus y les comparto otros que encontré.

Las características principales del síndrome del desgaste laboral o vital son: 1) Respuesta inapropiada al estrés, 2) cansancio extremo debido a sobrecarga laboral, 3) imposibilidad para resolver la carga de trabajo del día a día, 4) agotamiento emocional, 5) agotamiento mental, 6) estrés crónico, 7) insatisfacción generalizada, 8) irritabilidad e intolerancia ante situaciones antes manejables e 9) insensibilidad y descuido.

Aunque el desgaste vital no es una enfermedad en sí misma, sí puede ser el detonante de otros problemas de salud física y mental más graves. Cuando una persona está vitalmente desgastada puede tener síntomas físicos como dolores de cabeza, náuseas, dificultad para dormir, insomnio crónico, alteración en los patrones alimentarios, contracturas musculares múltiples y taquicardia.

Como el síndrome de desgaste vital se desarrolla en un periodo largo de tiempo, digamos, todo el 2020, es importante estar atentos a los signos reveladores de un estrés cada vez mayor e intentar reaccionar a ellos mediante la toma de conciencia de su existencia. Las personas afectadas pueden tener problemas que antes no tenían para establecer límites claros en el trabajo o en su ambiente familiar; darse cuenta de eso para tratar de cambiar los patrones de conducta puede ayudar a contener el desgaste.

Algunas prácticas útiles pueden ser el establecer límites claros, compromisos realistas y posibles de cumplir, rutinas de hábitos saludables como tener horarios regulares de comida, una rutina mínima de ejercicio y estrategias para disminuir el estrés. Es importante observar nuestra forma de respirar, ya que cuando se está inmerso en este síndrome la respiración puede ser superficial, acelerada e ineficaz. Observar varias veces al día cómo respiramos ayuda muchísimo.

El síndrome de desgaste vital se puede tratar. Aunque pequeños cambios pueden tener un impacto positivo, en algunos casos será necesario tomar medidas drásticas. A veces hará falta cambiar por completo de vida, de trabajo o de objetivos para evitar un colapso total. Un factor clave es hablar las cosas abiertamente con las personas cercanas a nosotros, con alguien cuyo criterio nos inspire confianza o con un profesional de la salud. Al hacer conciencia de este síndrome y recibir apoyo, muchas personas empiezan a sentirse bien rápidamente, pero si se minimiza, se ignora o no se trata, el síndrome de desgaste profesional o vital aumentará el riesgo de tener trastornos psiquiátricos y problemas físicos.

Los especialistas recomiendan salir de los puntos que producen el desgaste laboral o vital, desechar proyectos sin salida, replantear objetivos, hacer cambios audaces y pedir ayuda a las personas que queremos y nos quieren. ¿Qué tanto será posible hacer eso hoy, en medio de esta crisis de salud, económica y social? Saber que este desgaste sucede quizá pueda permitirnos estar alertas y construir herramientas para enfrentarlo.

Volviendo al personal médico, salir del punto que produce el desgaste para ellos significaría abandonar a los enfermos, cuyo número aumenta cada día. Usemos cubreboca con rigor; tres semanas de uso continuo ayudarían mucho a quitar carga laboral al ya agotado personal de salud. Qué lástima que el mensaje claro de usar cubreboca de parte de López-Gatell llegó demasiado tarde. Tan tarde que gran parte del personal médico ya está, literalmente, consumido.


Este artículo se publicó originalmente en Mundo Nuestro:

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