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Fernando Diyarza en Impronta Lab. Foto de Jorge Durán
Fernando Diyarza en Impronta Lab. Foto de Jorge Durán

Entrevista con Fernando Diyarza y Uriel Córdoba

Por Óscar Alarcón y Jorge Durán

Junio 2014

 

Óscar Alarcón. Platícanos, ¿cómo se da el salto de la página de internet de Impronta Lab al taller que es más creativo que la galería virtual?

Fernando Diyarza. Se convierte en un estudio-galería, aunque nosotros le pusimos “Laboratorio de Arte Impronta”. Ya veníamos con el espacio físico desde que estábamos en la Avenida Juárez, pero no coincidimos con la chava con la que supuestamente estábamos asociados. Y no queríamos estancarnos precisamente con lo que dices: una galería, le quita el interés al público y te pone un límite ver los cuadros colgados y ya no pregunto el precio.

ÓA. Y se vuelve más estática.

FD. Exactamente. Al no haber tenido un espacio inmediatamente que nos salimos de la Juárez, seguimos con el proyecto. Pero “Diálogos Contemporáneos” que es el proyecto de foro abierto para público interesado en la cultura y las artes, decidimos que no se quitara. En el periodo en el que estuvimos virtualmente, estuvimos trabajando “Diálogos…” y lo hicimos en el Museo Erasto Cortés (MUTEC). Después, surgió la idea de colaborar con Vianney Camarillo de la galería Decollage, quien nos dijo que le agradaba la idea de “Diálogos…” y tenía el espacio. Decidimos que sí, pero solamente con “Diálogos…” sobre todo por la experiencia pasada, porque al final de cuentas el proyecto implica mucha gestión, citas, estar al tanto de qué artista se presentará en el foro o qué artistas se presentarán con Impronta. Con ella estuvimos funcionando dos “Diálogos…” pero pensando en que ya nos habíamos salido de la Juárez y buscando una independencia dijimos “si nos volvemos a meter ahí, volverá a pasar lo mismo y no tenemos la garantía de saber que por lo menos cinco años vamos a estar acá”. Siempre está la parte enigmática de la otra persona y no sabíamos cuáles eran los propósitos de Decollage; por eso decidimos que fuese independiente.

Desde octubre del año pasado tomo la decisión de salirme del MUTEC, y veíamos la necesidad de un espacio para Impronta porque si algún cliente estaba interesado en alguna pieza lo íbamos a ver, hacíamos la cita y no parábamos. O programábamos un recorrido por el taller del artista, y eso les interesó demasiado a los artistas. Pero se dio la oportunidad de conseguir el espacio en donde estamos, en San Andrés Cholula. La decisión de salirme del Museo son meramente personales pero de forma buena. Me retiro cumpliendo mi ciclo, mi proyección la veía a más y sentía que el Museo me estaba quitando tiempo.

Empezamos de cero porque es venir a San Andrés, que yo ya vivía aquí desde hace ocho años y siempre había venido para acá pero en el plan de salir a caminar, pero no pensando en instalar un taller o un espacio que esté vinculado con las artes. Se dio el espacio acá aunque mi idea era estar en Puebla, pero viendo las circunstancias del movimiento que hay en Puebla —y que me da gusto que haya surgido una cantidad de colectivos, de iniciativas personales de los autores con talleres— con la cantidad de actividades que hay tanto en música, danza y otras artes siento que ya tiene una estructura, aunque siento que todavía falta más, siempre vamos a necesitar de otros que nos vengan a enseñar, de salir para que nosotros podamos mostrar. Aferrado a estar en el centro estuve buscando locales y se me hacían precios estratosféricos.

 

Placa para grabado en el taller Impronta Lab.  Foto de Jorge Durán
Placa para grabado en el taller Impronta Lab. Foto de Jorge Durán

Jorge Durán. ¿Qué es lo que tiene Cholula que varias personas se han venido para acá a crear?

Fernando Diyarza. Es otra calidad de vida. Los tiempos son más tranquilos, no es como la ciudad en donde hay una cantidad de autos que circulan a las horas pico, la falta de estacionamientos; aquí quizá suceda en San Pedro pero es una localidad chiquita en donde quizá se paró un poco la combi para recoger pasaje pero inmediatamente se libera. Siento que todo está al alcance, tanto San Andrés como San Pedro tienen el comercio necesario.

Si todavía algunos consideran a Cholula como el pueblo, yo podría decir que sí pero desde el lado de las tradiciones y la cultura. Pero hay una mezcla impresionante de gente, muchos extranjeros han decidido vivir acá por el tipo de vida que se lleva, es más calmado, más tranquilo. La ciudad tiene comunicación inmediata. Para mí Cholula no es el pueblo, es como un barrio grande que cuenta con todos los servicios, y percibo más apreciación cultural de la gente aquí que en Puebla. Yo en el centro de Puebla estuve casi 14 años y sentía que era un público pasajero, y acá no: aquí viven.

 

ÓA. El ambiente que se ha generado en San Andrés gracias a los talleres, a las galerías, a los restaurantes, hacen que se vea movimiento cultural, se está creando público con las galerías pero también gente que le gusta crear porque ustedes trabajan y viven aquí.

FD. Ya sabía de creadores que llevan muchos años trabajando aquí, como Carlos Arias, que es profesor de la UDLA; Toño Álvarez, Arturo Elizondo, Luis Fernando Chanes Santín, Joaquín Conde, tengo de vecino a Juan Carlos Castillo, adelante está un colectivo que se llama Los Hackers; hay una congregación artística y la visión artística de mucha gente que quiere vivir aquí. Los accesos son tan fáciles para trasladarse a Puebla que la gente quiere salir de la rutina y venir a relajarse.

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ÓA. Los medios independientes rompen con la cuadratura del gobierno, y los creadores que viven en San Andrés tienen una multiplicidad de lenguajes.

FD. Más allá que el gobierno funja con esa característica, el artista siempre se va a manejar de manera particular, se va a involucrar en los temas de acuerdo a los intereses de cada uno. Impronta no está peleada en algún momento a ser participe con el gobierno en algún evento cultural, más allá que desarrollamos nuestro trabajo para poder abrir espacios, obviamente siempre evaluando cuáles son las características del trabajo porque eso es lo que te da la independencia. Como Impronta sentimos que tenemos un compromiso con la sociedad, más allá de que sentimos que los recursos nos cuestan trabajo conseguirlos pero lo estamos haciendo.

Como el trabajo que hacemos con el restaurante Ocho 30, donde se va a estar presentando la obra del mes con los artistas que tenemos. Ya estamos agendando a quiénes les va a tocar mes con mes. A los dueños de Ocho 30 les ha parecido muy buena onda porque ellos ya venían haciendo este trabajo, su lugar ha ido creciendo más y más y el tema de la administración es más importante y esto lo dejaron por un tiempo. Nosotros entramos a trabajar con ellos, vieron la plataforma y nos lo permitieron. Es un trabajo recíproco. En los manteles viene impresa la obra del artista del mes y vienen los datos de que Galería Impronta está a cuadra y media, es una forma de ayudarnos: ellos en la parte gastronómica y nosotros desde la parte artística.

 

JD. ¿Cómo escogen al artista del mes?

FD. De lo que nosotros tenemos dentro de Impronta les consultamos, porque también puede haber el creador que diga “a mí no me interesa que mi pieza se exhiba en un café o en un restaurante” pero creo que es muy raro. La gente que está con nosotros está abierta a cualquier oportunidad de mostrar su trabajo. No es una lista tan grande, estamos trabajando con 25 o 30 amigos. Es la oportunidad de acercar la información de Impronta a la gente que quiera trabajar con nosotros y que estamos abiertos a los proyectos.

Para poder colaborar con Impronta también evaluamos que el trabajo del creador sea constante porque en ocasiones vemos que su labor es muy buena pero que tiene cerca de un año sin producir y cuando le pedimos que nos mande algo nuevo nos dice “es que no tengo nada nuevo”, entonces se pierde la continuidad. Son cosas que a veces nos cuesta entender como artistas. A veces hace falta formalidad, porque si resulta que “oye les gustó la pieza que me enviaste en formato digital y ya la quieren ver en vivo”, en ocasiones no me contestan o me dicen “no estoy en Puebla”, puedes no estar en Puebla pero lo resuelven. En ocasiones el creador no lo llega a ver.

Fernando Diyarza. Foto de Jorge Durán
Fernando Diyarza. Foto de Jorge Durán

 

ÓA. Háblanos del taller de Impronta.

FD. Tengo dos prensas calcográficas —o mejor conocidas en los talleres como tórculos— y las prensas son la herramienta principal de un taller de grabado, sin ellas quizá no se podría llamar taller de grabado… O quizá sí, pero sería un taller de xilografía en donde se resuelve manualmente o en linóleo. Esta prensa me ayuda a resolver desde técnicas tradicionales, experimentales y la vinculación de técnicas digitales aplicadas a las tradicionales. Esta pieza es fundamental porque en ella puedo dar todos los servicios que ofrecemos en Impronta Lab, que son las ediciones y coediciones, producción profesional, talleres desde lo básico hasta lo avanzado. Esta prensa la mandé a hacer, pensada en mis necesidad de producción

 

ÓA. Arte Impronta no desaparece y le da mucha fuerza a los talleres, porque quizá todo lo que puedes aprender en un taller no lo aprendes en las escuelas o universidades que tienen carreras de artes visuales, ¿crees que sea mejor regresar a los talleres?

FD. Todo depende de la persona: si el interés está en el documento o en el aprendizaje. Yo diría que si decides dedicarte a las artes quizá de manera empírica podrías tener todos los conocimientos asistiendo a los talleres. Quizá las universidades puedan tener los escalones para que puedas obtener los intercambios internacionales, no lo sé, lo veo de ese lado. Los talleres serían complementos de las facultades de arte y diseño para empezar a ver el mundo de la producción profesional.

Como los talleres antiguos, del maestro zapatero que te diseñaba un zapato para la lluvia, por ejemplo. Creo que las profesiones surgen por la necesidad de formalizar el conocimiento, las carreras de artes no existían, se daban más en las academias y te formabas de todos los conocimientos que aprendías en los talleres.

 

JD. Si este taller fuera una cocina, ¿qué prepararían?

FD. A mí sí me gusta cocinar, creo que cada semana me prepararía un mole.

Uriel Córdoba. Yo creo que sería un taller repostero, por las placas y tendríamos que empanizarlas.

FD. Y en parte el mole porque si necesito preparar un barniz tengo que diluir el chapopote, hacerlo trocitos, y una vez que está mezclado darle una primer capita a las piezas que se van a trabajar. Ayer usé talco y las alumnas que estaban aquí me dijeron “¿por qué tiras talco en la platina?” y les contesté “porque vamos a hornear”, y casi literalmente fue preparar la masa, en este caso el papel.

UC. Por eso decía que era más como una repostería.

FD. En realidad creo que la gráfica va muy relacionada con la cocina, si yo abro ese locker vas a encontrar una enorme cantidad de ingredientes que van desde cola de conejo, breas, aceites, goma laca en escamas, muchas cosas que sólo los grabadores entendemos para qué sirven.

 

ÓA. ¿Si el taller jugara futbol, qué posición jugaría?

FD. Yo en la defensa central, para distribuir el ataque y saber cuando viene la ofensiva saber cómo cubro el ataque.

Arte Impronta está en la 3 poniente 310 en San Andrés Cholula, Puebla.

FB: https://www.facebook.com/arteimpronta

 

Con Fernando Diyarza y Uriel Córdoba en Impronta Lab.
Con Fernando Diyarza y Uriel Córdoba en Impronta Lab.

 

 

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