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Por Óscar Alarcón (@metaoscar)

Puebla, México, 24 de mayo de 2022 [00:01 GMT-5] (Neotraba)

“Leí que la adicción es una bestia negra que, aunque está exhausta, sigue caminando.”

Después del hit editorial que implicó la novela Tres Cruces, Alejandro Paniagua Anguiano nos demuestra que es un narrador que ha encontrado un camino de maduración, que se encuentra en una de sus etapas, quizá, más lúgubres, capaz de erizar la piel de sus lectores con la combinación del lenguaje e historias bien trabajadas.

Inmovilidad es el libro de cuentos con el que Paniagua Anguiano nos presenta el lado B de la temática de su novela. Y eso no significa que se deprecie su trabajo anterior y, mucho menos, el volumen referido. Por el contrario, Paniagua nos ofrece una serie de cuentos en donde pone de manifiesto de lo que es capaz un escritor de historias brutales, de terror citadino, capaz de tocar zonas temerosas para el ser humano: los asesinatos convertidos en escenas comunes.

Estamos frente a un libro de cuentos en donde es notorio que la escritura de Alejandro Paniagua bucea profundamente en aguas oscuras, en la vida de asesinos y el resultado se convierte en una especie de puerta, de poltergeist de donde extrae las más retorcidas historias.

Alejandro Paniagua Anguiano. Foto de Gretta Penélope Hernández
Alejandro Paniagua Anguiano. Foto de Gretta Penélope Hernández

“La derecha huele a orines; la izquierda, a mandarina. Me inquieta que en ella puedan convivir, a un mismo tiempo, lo repulsivo y lo esplendoroso.”

Todos los cuentos de este libro conmueven. Nos encontramos ficciones que alcanzan un par de páginas y cuentos cortos, un género difícil de dominar; sin embargo, la capacidad de síntesis de Paniagua es enorme y los motivos son perturbadores: el ojo de vidrio que sustituye al ojo de carne –casi motivo de un Aleph– conviviendo con un baúl de Olinalá como fetiche sanguinario; la golpiza de un hombre a su esposa y el deseo de venganza de la hija de ambos quien observa cada una de las acciones del padre y que, a pesar de ello, su moral se mantiene intacta: un vaso de whisky y una manzana se convierten en los símbolos de la revancha de la hija, quien observa moribundo a su progenitor.

Una estrellita –motivo de ilusión e inteligencia en cualquier niño de kínder– es un elemento en la frente de un hombre cuyo hijo muere asesinado. Un asaltante entró a robar a la ferretería y desde entonces la vida de ese hombre ha sido un infierno de confusiones mentales. Aunque la estrella es más real que los sueños. Tiene luz propia, así lo hace ver una de las vecinas del hombre, quien parece anularse ante su brillo. Es el recuerdo de su hijo muerto, quien en determinado momento le habla a través de los libros que leía el pequeño para decirle que no le gustan sus títulos.

En otro momento, sus dedos comienzan a convertirse en teclas de piano, similar a un juego que tenía con su hijo en donde escogía un dedo y el hombre emitía un sonido… al final todo pudo ser provocado por el alcohol. No hay nada más atroz que descubrir que la realidad supera a la alucinación.

No cabe duda que estaos frente a un escritor que busca conmover a sus lectores, que no le debe a nadie y que por tanto no es políticamente correcto al momento de escribir con furia.

Leer a Alejandro Paniagua es saber que sus historias nos van a trastocar. Hay que saber que uno no será el mismo después de leerlo.


Inmovilidad de Alejandro Paniagua Anguiano. Ediciones Periféricas, 2022.


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