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Por Juan Jesús Jiménez

Puebla, México, 20 de septiembre de 2021 [02:37 GMT-5] (Neotraba)

Hablar del significado de la vida suele ser pesado, pero canciones así son un buen amarre para no salir volando por la ventana: https://www.youtube.com/watch?v=vGZMvV9KBp8

Mayo se nos fue. Y dije algo que hasta la fecha sostengo: la vida humana es insignificante en comparación a la del universo[1]. Pero qué tal que se le puede dar otra interpretación a la mera existencia, qué tal si en verdad hay una justificación para volver la mirada al cielo y decir que estamos vivos. Porque, de otra manera, qué vacío tan grande el llenar una lápida del lenguaje que morirá con las personas que puedan ejercerlo, qué muerte tan espontánea tendría una vida que no importa, qué silencio tan molesto los puntos suspensivos en la respiración de tantos…

Bueno, puede considerar como esta columna un “lado B”. Aquí veremos por qué todo lo que lo conforma, incluso las cosas más pequeñas, son un factor a considerar en todo el meta-mecanismo social que habitamos. Sabrá que yo no comparto por completo esta perspectiva pero que eso no me impide hablar desde lo que observo en gente que sí lo hace, por lo que, si omito algún aspecto del significado, no tome tan en serio lo que escribo.

Para empezar, definir quiénes somos de forma individual es imposible[2], sin embargo, hablar de un conjunto de seres inefables es posible siguiendo esa misma pauta: las características que se comparten de forma física o contextual son innegables e inherentes al individuo que les agrupa. O sea, que mientras uno no puede reconocer todo lo que su propia existencia relaciona, podemos agrupar muchas formas de la existencia por su efecto en otros seres o en características compartidas. Por ello podemos decir que un grupo de personas no son perros, por ejemplo, porque podemos diferenciarlos por sus características físicas y su interacción entre sus similares.

Pero incluso en una agrupación tan extensa como la humana podemos hacer uso de la invención de criterios cada vez más específicos y arbitrarios, para hacer que ellos no sean iguales a aquellos[3]. Con el tiempo, dichas segregaciones se hicieron cada vez más grandes, al punto que hoy en día hasta pareciera que existen distintas humanidades en el mundo. ¿Cómo reconciliar este tipo de diferencias tan profundas en la historia? Volver al punto de donde salimos, por supuesto.

Suena utópico, pero hace años sonaba irreal la distopía que habitamos y mírenos. Así que, para empezar, hay que despejarnos de las arbitrariedades más comunes como el lugar de procedencia –y con ello la lengua que emplea– además de preferencias –de todo tipo– y, sobre todo, cualquier aspecto que el ego inventó para sobrevivir. La ligereza de un espíritu[4] es un paso que se relaciona mucho con el meditar y filosofía general de cualquier religión, no por el hecho de que sea algo divino, sino porque la calma se siente así.

Para hablar de un significado de la vida, primero debemos tomar esa calma residual de un proceso enorme en la deconstrucción de uno mismo, y sobre la piedra que ha desechado el ego, construir nuestra relación con otros[5]; de ahí es que parten las preguntas más importantes respecto al qué, cómo y por qué somos nosotros parte de la humanidad prima. ¿Qué sentido tiene tener un sentido? ¿Cómo es que ese sentido afecta a otros? ¿Por qué es que existimos? Lo sé, parece arrogante que uno como adolescente se atreva siquiera a preguntar estas cosas, pero pienso que, si cualquiera puede sembrar en otros la duda, es un gran paso para que algún día esas preguntas sean contestadas de una mejor manera. Y sí, esto es un reto para los filósofos del futuro, pero hasta que inventen una máquina del tiempo y viajen para arrojarme sus tesis a la cara, seguiremos con la columna por partes:

¿Qué sentido hay en tener un sentido?

Al igual que una flecha, el sentido indica su deseo por encontrar un objetivo. En el caso de la arquería, es la mano del deportista quien decide hacia dónde irá el proyectil, pero en nosotros, que no tenemos una mano detrás, depende de nuestro único deseo por ser.

A algunos, su sentido es influenciado por su alcance mundano, los deseos que pueden ser disfrutados por el ego de una persona. Pero, como ya dijimos, nuestra suposición parte del desprendimiento de nosotros mismos, por lo que, el sentido de una persona es una dirección al bien de otros, al bien de un grupo por lograr una felicidad parecida a lo que escribía Dante en su visión del paraíso, o lo que en oriente se le conoce como el Tao, el Nirvana. Es en el sentido de una persona deconstruida que otra persona atada al deseo de su ego, puede tomar pauta para conseguir la paz consigo mismo. Y una vez en las mismas bases, poder construir algo nuevo y mejor, sin más motivación que compartir la misma experiencia de paz.

En términos más prácticos y menos adornados, la deconstrucción social puede llevar al progreso de ideas ya existentes como la del capitalismo o el mismo comunismo[6], y conciliar ambas perspectivas en un modelo diferente y mucho mejor diseñado para todo tipo de personas. Sin otredades, ni conflictos entre lo que es bueno para unos y lo que es malo para otros.

¿Cómo es que ese sentido afecta a otros?

Clasificando al individuo como una parte de un grupo de sus similares, el sentido que parte de nuestra relación con otros siempre será determinante para su experiencia de vivir. Piense en la gente que inicia una revolución, la que hace crecer una idea de la nada. Su manera de pensar, su propósito como ser, no se detuvo en el año que hicieron algo, sino que se extendió hasta nuestro conocimiento postmoderno y que de su análisis podemos obtener ideas mucho más completas de las que partimos.

Recluir nuestro sentido por vivir a nuestra experiencia tan limitada por el contexto que nos rodea es darle la espalda a nuestro perfil social como humanos. En otras palabras, desconocer nuestro principio como parte de este grupo de similares. Entonces, una persona que yace deconstruida vuelve a los brazos del ego para sentirse a salvo. La meta que como humanidad planteamos debe obedecer, por tanto, a cómo podemos hacer de lo existente algo completo desde las voces de miles de humanos que comparten su experiencia.

¿Por qué existimos?

Es una pregunta algo tramposa, porque reconocer que existimos por algo y no con una causa, es separarnos de todo lo que ya mencionamos. La pregunta se responde en el inicio del universo; existimos porque existe el universo, y porque del juego de la materia, la vida juega a comprenderse a sí misma en nuestra perspectiva, tú eres yo y yo soy tú en las experiencias más sutiles que cambiaron nuestra forma de ver el mundo. Existimos para reconocer en las alegrías pequeñas un rasgo de nuestra felicidad al ser. Ver a nuestras mascotas, intercambiar un rato con amigos, dejar una marca en otros, escuchar música, bailar en nuestra habitación… Hacer de esta vida libre y bella, hacer de esta vida una maravillosa aventura, como diría Charles Chaplin[7].

Pero, al final, este tipo de reflexiones y, sobre todo, este tipo de respuestas no son únicas, evolucionan en tanto el ser humano responda a su necesidad por explicar todo aquello que lo rodea en su interior. Sin embargo, hoy más que nunca es necesario hacer las preguntas correctas en los momentos precisos y no para pretender resolverlas en una tarde o una columna, sino para extenderlas a sus trazos más amplios y sensibles en que nosotros, como humanos, podemos ver a lo lejos y ver en ellas los pasos que nos guiaron hasta este punto. Vernos en la copa de un árbol gigante y divisar en el suelo las raíces que nos formaron mucho antes de reconocer en nosotros una diferencia con otros.


[1] Si no sabe de qué hablo, puede buscar entre las columnas Esta noche no hay aplausos.

[2] Puede leer No soy nada, casi siempre para entender a lo que me refiero.

[3] En Antropología se le conoce como la “otredad”, el reconocimiento de “otros” distintos a lo que conocemos. En una semana le hablaré con más detalle al respecto.

[4] No se me espante. Hago uso de la palabra como un tótem; una representación de nuestros rasgos y conductas primarias, como las que presentaría un niño, un bebé o un alien al visitar la tierra si se quiere reír un rato.

[5] No voy a hablar mucho de la religión, por el momento, tal vez en algunas semanas, pero por el momento no.

[6] Por mencionar las nociones más contrapuestas a lo largo de la historia humana.

[7] Este tipo de cosas hacen que crea tantito más en la humanidad. Además de aquí sale el discurso que inicia la canción que le puse al principio: https://www.charliechaplin.com/en/articles/29-the-final-speech-from-the-great-dictator-


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