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Por Karla Vivanco

Puebla, México, 3 de enero de 2021 [00:01 GMT-5] (Vertedero Cultural)

Pinky promise (2020) es un cortometraje escrito y dirigido por Indra Villaseñor Amador. En él se tratan temas como el aborto, la sororidad, la adolescencia y, sobre todo, la prevención del embarazo adolescente. Temas que generan controversia en la sociedad, además de ser muy relevantes para el crecimiento de las niñas y las jóvenes del país, pero también del mundo. Un cortometraje que evoca recuerdos adolescentes y que, al mismo tiempo, otorga una perspectiva de autocuidado y de empatía que culmina en un intento desesperado por ser aceptada en la sociedad. Indra nos habla de proceso por el que pasó para la construcción del corto y sus personajes.


Karla Vivanco. ¿De dónde surge Pinky promise?

Indra Villaseñor. Pinky promise surge de inquietudes personales con respecto a la adolescencia y que llevaba rato queriendo trabajar. Esta etapa en donde las chicas no son adultas, no son niñas y comparten segmentos de ambos mundos. Es una etapa muy, muy confusa en todos los sentidos.

KV. En este sentido, ¿cuál fue el reto que representó para ti el trabajar con un cast de chicas tan jóvenes?

IV. Yo estaba asustada de trabajar con chicas de esa edad. De hecho, fueron un poco menores de la edad que yo estaba buscando, mis actrices tenían 14 años cuando hicieron esto, y yo buscaba actrices de 16. Al final me quedé muy contenta con ellas y resultó ser mucho más sencillo de lo que pensé porque las chicas eran muy abiertas para hablar los temas y, además, sus mamás las apoyaban bastante, por lo que no había tantas barreras como las que, de repente, pensé que podía encontrar.

A veces yo me sentía más intimidada que ellas, pero incluso me hacían sentir cómoda. Entonces, sí fue un reto porque para estas chicas había que buscar ciertas estrategias para guiarlas, pero en ese sentido también fue muy fructífero para mí misma.

Fotograma de Pinky promise.

KV. Dentro de tu cortometraje se toman aspectos sociales que están muy vigentes en este momento: el aborto, la sororidad, incluso la falta de ella, ¿cuál fue para ti, como directora y escritora, el significado de este corto?

IV. Quise hacer realidad este corto ya que también había una convocatoria pro-cine con la temática de la prevención del embarazo adolescente. Entonces, algo que sí tuve que hacer fue cuestionarme mucho el cómo se previene el embarazo adolescente, porque mi postura sobre el aborto legal es bastante clara.

Lo que yo quería era llegar a eso intentando plantearme qué haría yo si otra vez tuviera esa edad, qué hubiera pensado, cuál hubiera sido mi entorno y a partir de eso es que comencé a escribir. Sobre todo, como dices, como son temas vigentes hacía que fuera una oportunidad para hablarlos, para decir lo que uno quiere decir, aunque sean tres cosas [risas].

Básicamente, creo que dentro de todos los temas, algunos han sido más polémicos que otros, lo que más quiero decir en el cortometraje es que tenemos que cambiar los entornos que estamos construyendo para nuestras chicas.

Fotograma de Pinky promise.

KV. Ya que tocas este tema, ¿alguna vez fuiste testigo de alguna actividad de la que hablas en tu corto?

IV. Tal cual del aborto, no. Porque yo soy tapatía, también crecí en un entorno conservador y era un tabú, incluso entre amigas. Yo nunca guardaba secretos de nadie, siempre he sido una persona que cree que no tiene sentido guardarse tantas cosas de una misma.

Pero, por ejemplo, cuando yo perdí la virginidad fue la única vez que mantuve el secreto por muchísimo tiempo, porque sentía que eso me hacía, por decirlo, una mala persona, que al haber hecho eso no podía contárselo a mis amigas, me iban a dejar de hablar porque no había esa apertura en el mundo. La palabra zorra se usaba muchísimo. Todavía me tocó crecer en un entorno donde la moda no era la sororidad sino el atacarse entre mujeres. 

Buscar esas debilidades que cualquiera podría tener, que eran debilidades humanas, como la necesidad de estar con alguien o como explorar tu propio cuerpo, incluso preguntarte qué es un orgasmo y dónde recibir educación sexual si las amigas no podían ayudarte, o los papás. Sí supe de compañeras, pero no sé hasta dónde son rumores o no, por eso termina así el cortometraje.

Fotograma de Pinky promise.

KV. Tu trama tiene un tono esperanzador al principio, muy sororo. El cierre contrasta completamente, ¿a qué se debe este cierre?

IV. Es justo porque creo que no se podía quedar de una forma esperanzadora, sino que se tenía que plantear el hecho de que es muy difícil que termine bien, con esperanza. De repente esta chica [la protagonista] se hace de una amiga, que podría ser una muy buena, y la otra chica tiene la necesidad de tener amigas.

Se apoyan, comparten un momento íntimo, un secreto y todo. De pronto, es más fuerte el miedo, el miedo en la adolescencia. Yo no quería que terminara en un tono esperanzador, por más que de repente sentía que estaba muy arriba, que las chicas conectaban y que era todo muy lindo, porque creo que no hemos llegado, como sociedad, a ese lugar en el que las mismas niñas puedan entender qué es lo que les está pasando y qué es lo que les haría bien.

Fotograma de Pinky promise.

KV. Pasando a la parte técnica, ¿cómo influye la paleta de colores en la construcción de la narrativa de tu corto? Veo que algunas tomas están definidas por la luz natural y en interiores se juega con las tomas ensombrecidas de los rostros.

IV. Queríamos mucho contraste porque se nos hacía que iba a dar una sensación más violenta o que nos iba a representar más el entorno hostil que está entre estos dos mundos: el adulto y el de las niñas que juegan. Utilizábamos también la luz natural porque así solemos trabajar principalmente el fotógrafo y yo, quienes ya tenemos varios proyectos juntos. Queríamos que fuera más naturalista en algunas partes.

Y algo que me mencionan mucho es la profundidad de campo, porque quería algo muy riesgoso, que creo que quedó bien: que los personajes entraran y salieran de foco todo el tiempo, que hubiera una profundidad muy mínima porque eso nos ayudaba a poner todo el foco de atención en quien está hablando, en pequeñas expresiones. Si estamos muy cerca, en sus ojos, en su nariz. Aunque al mismo tiempo quería que se sintiera como si todo esto fuera una experiencia nebulosa en la que bien podría tratarse de un sueño, por más que todo es increíblemente realista.

KV. Ya nos hablaste de lo que representó para ti hacer el corto en cuanto a experiencias personales, ¿tuvo algún reto de introspección esta trama que, además, es muy contundente?

IV. Un reto de introspección en el sentido de que, para llegar al punto de escribirlo, tuve que hablar mucho con mi adolescente interior, con mis recuerdos de la infancia, muchos de ellos dolorosos. Algunos otros eran deseos, es decir, deseos de una mejor amiga que hubiera estado ahí para apoyarme, el deseo de poder simplemente jugar, gritar, ser joven, correr y que nada te pase, como era antes. Sí, hubo muchísima introspección porque todo el tiempo estaba cuestionando a mi yo adolescente, a las cosas que me hubiera gustado que pasaran y no pasaron o las cosas que fueron bellas y ya se fueron. Fue un proceso nostálgico, también.

KV. Sabemos que has expuesto antes en el Festival Internacional de Cine de Morelia, ¿qué representa para tu carrera profesional que tu obra se exponga en este evento?

IV. La productora y yo decidimos que queríamos esperar al Festival de Morelia para estrenar en México porque es un festival que, yo creo, se enfoca mucho en que realmente le sirva a los realizadores. Sobre todo a los de metrajes cortos, que todavía no tenemos uno largo y estamos conectando con otras personas. Además, significa que tu trabajo se va a ver. Lo van a ver muchas personas y al final no hay nada que uno quiera más que eso.

¡Que se escuche lo que uno intenta decir!

Karla Vivanco e Indra Villaseñor en entrevista. Foto cortesía de Vertedero Cultural.

Esta nota se publicó originalmente en Vertedero Cultural:

Entre dos mundos: entrevista a Indra Villaseñor


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