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Por Mónica Maristain

Ciudad de México, 25 de agosto de 2020 [00:00 GMT-5] (Maremoto Maristain)

Este jueves vi Crímenes de familia, un gran protagónico de la actriz argentina Cecilia Roth, con el director de El patrón, Sebastián Schindel.

Al principio la miré desconfiada por el grado de violencia que me esperaba en una película que había recomendado la ONU para apreciarla violencia de género, pero poco a poco me metí en el guión, que plantea armar la historia como un rompecabezas.

Debo decir que la gran actriz es Cecilia Roth y que parece que la película fue hecha para ella.

Los actores secundarios son precisamente secundarios, ni siquiera la participación de la actriz Sofía Gala Castiglione logra un impacto fuerte en una cadena de hechos que se van relacionando más por lo que piensa el espectador, que por lo que pone la película.

Hay una cosa del casting que pareciera que se agotó en Cecilia. El hijo al que acusan de golpeador no lo parece y su pareja tiene ese carácter fuerte que la hace imposible de ser golpeada.

Sólo la recordada actriz Paola Barrientos permite hacer una diferencia con el rol de psicóloga que trata de comprender a la mucama Yanina Ávila.

Fotograma de la película Crímenes de familia.
Fotograma de la película Crímenes de familia.

En tren de hablar de actores, es muy triste tener ahí a Miguel Ángel Solá, uno de los mejores actores argentinos y no aprovecharlo, dejándolo hacer un marido cansado, que se va apenas comienza el conflicto, sin poder hacer entrar en razón con su esposa.

Por eso no se comprende tanto el guion. ¿Qué es lo que hace cambiar a Cecilia Roth y demostrar al final que es la heroína de la historia, que presenta a los Arrieta, con una mucama Gladys que poco habla pero que entiende todo?

La película transcurre con una mirada curiosa y con esa zanahoria que pone el director para los espectadores, no se sabe cómo finalizará la historia hasta el final.

No es un filme sobre la violencia de género ni siquiera sobre las condiciones que hacen a uno cambiar su opinión. Más bien es una película de dudas, en un país que sufre las muertes de las mujeres a diario y que tardamos mucho en descubrir las hondas motivaciones de esta lucha tan compleja como absurda.

Pareciera ser que el guion de esta película realizada por Sebastián Schindel y Pablo del Teso, se llevó a cabo leyendo todas las situaciones de violencia, luego intentando tapar “lo negro” y haciendo como una especie de manual para que las vean las señoras tomando el té.

La realidad, por supuesto, es mucho más terrible que todo eso.


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