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Sturm Ruger de Josué Almanza, foto de Óscar Alarcón
Sturm Ruger de Josué Almanza, foto de Óscar Alarcón.

Por Adonai Castañeda

El filósofo judío Herbert Marcuse, días antes de morir en el hospital, le confesó a su compañero Jürgen Habermas –otro filósofo que creía en una vía hacia el cosmopolitismo a futuro– que por fin había entendido en qué se basaban los juicios de valor fundamentales del ser humano: en la compasión, en sentir el dolor ajeno. Este sentimiento une a los humanos, los lleva a convivir unos con otros. La carencia de ella causa destrozos que podemos justificar con la historia universal.

La obra de teatro Sturm Ruger (Fondo Editorial del Estado de México, 2013) del dramaturgo poblano Josué Almanza inicia con la compasión como eje principal. Se trata de la historia de una familia disfuncional que vive a expensas de las opiniones. El vecindario observa con recelo cada una de las acciones de la madre Vera, el padre Walter y la hija Sam. Esta familia vive a la sombra de un crimen, que no se revela en un primer momento. Ellos desean salir adelante, a pesar de la opinión pública.

La hija, Sam, personifica esa sombra en un personaje oscuro que se oculta en su armario todas las noches. Ella lo llama asesino. Vive atormentada por la incertidumbre, y culpa a su madre de todo lo que sucedió, culpa su infidelidad. Walter y Vera, desesperados por no tener una solución inmediata, discuten. Hasta que llega una gran oportunidad: una propuesta a Walter, que siempre ha trabajado en comerciales, para participar en una película. Él se aferra a la idea de recuperar a su familia.

Sturm Ruger es un camino al autoconocimiento, porque guía al lector para desentrañar los misterios y lo lleva a la causa del crimen.De buena manera ficcionaliza, más de veinte años después, el suceso sangriento en la Escuela Politécnica de Montreal donde el estudiante Marc Lépine asesina con un rifle a sus compañeras de clase. Desde ese punto, Almanza narra la historia de la familia del asesino y las peripecias que cruzan debido al suceso. Esta obra surge de la compasión por la incertidumbre de la familia.

Violenta y cruel, la obra se explica el título a sí misma: Sturm Ruger es el nombre de una de las cuatro fábricas de armas de fuego más conocidas en los Estados Unidos. La marginación y el ensimismamiento a causa de la falta de compasión es uno de los motivos más recurrentes se la trama. Justifica en gran medida los sucesos consecuentes de la misma. La familia de esta historia padece por la carencia de compasión. Compasión arrebatada por la ira y las armas de fuego.

Otras de las mayores cualidades de Sturm Ruger son los diálogos, que parten de la enunciación y, por otro lado, de monólogos interiores:

Sam: Hola, pa. Estoy deprimida, creo que tengo una bala incrustada en la cabeza. Por cierto, pa, no soy virgen. Mi virginidad se ha quedado en el mango de mi cepillo de dientes. Pero, claro, no me escuchas.

Walter: Hola, mi amor. No me da tanto gusto verte, nunca estuviste cerca de parecerte a una princesa, nunca fuiste siquiera mi preferida. Pero, claro, estás sorda.

La mezcla de géneros literarios está presente en este trabajo: la teatralidad posee tintes narrativos e incluso poéticos:

Sam: Y el olor a granja, a ganado.

Por eso sé que no es de por aquí.

Tal vez de algún pueblo colindante […] mi asesino se ha golpeado varias veces la cabeza fuertemente.

Yo no soy alta y libro sin problema el televisor.

Pero él no ha sido tan afortunado […] El que prefirió ahogarse en el útero.

El cobarde. Esta mezcla enriquece la polifonía y envuelve en la trama.

El dramaturgo Vicente Leñero, en su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua, señalaba que el teatro es efímero, pero la dramaturgia es algo que perdura. Sturm Ruger, como obra escrita, se caracteriza por proponer el cuestionamiento en el lector: lo lleva a formularse un juicio de valor en torno a la posición ante problemas sociales y polémicos, retratados en la escuela y en la familia. Esta idea es perdurable en el pensamiento del hombre occidental. Es lo valioso: el cuestionamiento.

Concluyo con decir que Sturm Ruger –o también titulada El rugido de los huesos– es un llamado a la reflexión. La reflexión desde la actitud compasiva es un acto humano. Nos presenta a personajes con los cuales podríamos toparnos cualquier día: seres humanos que se enfrentan a la violencia en un país, a uno mismo. Cumple con humanizar el dolor causado por el miedo, que muchas veces es ocasionado por la misma sociedad. Más allá de eso, esta obra provoca, en el mejor de los sentidos.

Puedes leer un fragmento de la obra en la siguiente liga: http://www.contextoteatral.es/sturmruger.html

Josué Almanza, Sturm ruger o El rugido de los huesos, Fondo Editorial del Estado de México, México, 2013, 89 pp. ISBN: 978-607-495-268-1

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