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Por Mina Ontiveros

Hermosillo, Sonora, 19 de septiembre de 2021 [00:37 GMT-5] (Neotraba)

La vida es un viaje constante: desplazarse, moverse en el espacio y el tiempo, ir en busca de almas similares, deleitarse con paisajes nunca vistos. Uno se desplaza también para asegurar la supervivencia de los nuestros y la propia… “acallar el ruido del hambre en el vientre de los hijos”. Viajar es también ir al encuentro de sí mismo o de otros y, en el mejor de los casos, ¡disfrutar la fuga!

El escritor sonorense Carlos Sánchez, en su novela En el mar de tu nombre (Nitro/Press / IMCA 2021), nos da cuenta de ello. En la obra, el protagonista viaja en búsqueda de un ser querido (su pequeña hija), cual personaje rulfiano, con la vehemente esperanza de encontrarla. Vine a Peñasco a buscar a mi hija… Su peregrinar marca la ciudad de Hermosillo como punto de partida, pasa por Santa Ana hasta llegar al Puerto.

Junto con otros migrantes, se monta en “la bestia”, el tren carguero que transporta el éxodo centroamericano, de El Salvador, Guatemala, pero principalmente de Honduras. Compañeros de viaje, buscan cruzar la línea divisoria tras ese sueño que tantos hermanos nuestros también persiguen, aunque en ello les vaya la vida.

Muchos se quedan en el camino, trabajan por un tiempo o se establecen. Otros son enganchados por narcotraficantes, “cuerpos púberes en cuyas espaldas un costal de ixtle significa la ganancia de quinientos dólares y cuyo contenido son quien sabe cuántos kilos de droga”.

El corredor migratorio México-Estados Unidos es actualmente el más transitado en el mundo. En 2019, nuestro país tuvo una gran afluencia de migrantes de América Central que, como todos sabemos, su destino final era Estados Unidos.

Nuestro personaje no va en busca de un sueño de ese tipo, una tierra libre de violencia y con prosperidad económica, sino de otra clase. Un sueño donde el corazón, el alma y el cuerpo encuentren paz y sosiego.

Despojarse de todo y largarse lejos del asedio familiar y médico que mediante pastillas y cuidados tratan de aminorar la pena, sin conseguirlo. Y tras la lucha constante entre la vida y el delirio, concluir que es mejor huir que “abandonar el cuerpo”.

En el mar de tu nombre es una novela cargada de poesía, reflexión, esperanza y mucho amor. Amor hacia las personas, a la naturaleza, a los objetos, a los animales. En mi lectura, no pude menos que recordar el pasaje donde Don Quijote confunde los molinos de viento con gigantes guerreros, al leer las escenas donde los migrantes frente a los grandes sahuaros en el desierto –“en su “cansancio y delirio”–, creen que se trata de grandes fantasmas que los atacan.

Sánchez, el autor, es empático y lo refleja en la construcción de sus personajes. De manera ágil y extraordinaria hace que sus personajes se relacionen entre sí. Coinciden principalmente los desposeídos. Una breve enumeración de su obra reciente da cuenta de ello.

Es el caso de Para ti no habrá sol, novela narrada primera persona y en narrada en voz femenina, (IoB Editorial, 2020) cuyo título corresponde a las primeras oraciones del Juramento Yaqui. Es una historia de amor y de búsqueda entre los personajes Sewa y Nicanor. El texto da testimonio de la vida de los yaquis que se asentaron al pie del cerro de la Campana en el barrio La matanza.

Carlos Sánchez. Autorretrato.
Carlos Sánchez. Autorretrato.

Matar. Crónicas desde el infierno, reedición publicada en 2020 por Proceso, es otra obra que mueve de sufrimiento las entrañas, que requiere pausas y respirar hondo para seguir leyendo. No obstante, Carlos Sánchez hace brotar la humanidad de los asesinos en cada uno de los testimonios.

Volviendo a En el mar de tu nombre, merece atención especial Brígida, la mesera fraternal, protectora, amable y excelente en su oficio. La descripción hace que la imaginemos con ese paso cadencioso y larga trenza que como péndulo sigue rítmicamente el ir y venir de sus caderas. Brígida puede ser la amiga, hermana, madre, abuela, que todos deseamos tener.

Sánchez también nos recuerda hechos muy dolorosos en nuestro país: los asesinatos de periodistas, las desapariciones forzadas en la población civil. En la novela hay un periodista desaparecido: el hijo del maquinista que lo protege durante la travesía. Este es un problema añejo, pero también vigente. Sabido es que México es uno de los países de mayor riesgo para ejercer el periodismo, tan peligroso que es comparado con Afganistán u otras naciones en guerra. Del 2000 a la fecha se cuentan 142 periodistas asesinados en México. Tan sólo en el estado de Veracruz suman 30.

Hay en la novela de marras, también una mujer desaparecida cuya hija adolescente (Ismelda) va todos los días y se sienta en la banca de un andén con la esperanza de ver a su madre llegar.

Todos los días hay mujeres desaparecidas y personas que todos los días esperan verlas llegar, pero ya no vuelven. El feminicidio a la orden del día. Por el solo hecho de ser mujeres, alguien nos quiere borrar, inexistentes… ¡muertas! Es una crueldad que no se puede ocultar, en tiempos de redes informáticas. Una entre mil, afortunadamente, aparece una.

Desde mi concepción de mujer: abuela, madre, hija, en el contenido de la propuesta de Sánchez, me seduce la manera tan sublime en que el protagonista, que es narrador, se refiere a la niña (que busca), su niña: “Imaginar que te tomo de la mano, que te subo en mis brazos para aventarte al viento como un pájaro que aprende a volar, como una catarina cuyas alas se cimbran y se impactan en mi frente”.

La dicha de tener un hijo y el dolor de haberlo perdido. Su recuerdo acude al ver a una niña de la mano de su padre migrante, en la niña de la película que proyecta el cine ambulante, a la adolescente terminando la secundaria, de joven, en la pasarela de un table dance

En el mar de tu nombre, la poesía persigue al autor, y lo atrapa, como sus textos a los lectores. La búsqueda sin éxito de Abigael Bohórquez en Caborca es compensada por el conocimiento de la vida y obra del grandioso poeta sonorense.

El viajante que busca deja de caminar. Llega al puerto. Hay un lugar mar adentro, donde le han dicho que habitan las almas de los que se han ido. El cansancio convertido en delirio hace que reconozca a su hermana, a la abuela, al hijo desaparecido del maquinista, al propio maquinista que accidentalmente cae bajo las ruedas del tren y muere, y lo más anhelado: la presencia de su hija representada por una Catarina.


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