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Por Carlos Bortoni (@_bortoni)

Ciudad de México, 21 de diciembre de 2022 [00:01 GMT-5] (Neotraba)

El perro camina solo, del collar cuelga un extremo de la correa roja con la que sale a la calle, el otro extremo lo sostiene el mismo perro con el hocico. Detrás de él, camina su dueño. En pocas palabras, el perro se pasea a si mismo con correa y el dueño lo sigue. Lo vimos un par de veces. Nos parecía una imagen –cuando menos– simpática. La última vez que lo vimos, le preguntamos al dueño los motivos por los que su perro sostenía su propia correa. El dueño, amablemente nos explicó que lo importante era acostumbrarlos a tal punto a tener algo en el hocico, para que no se sintiera angustiado. Así, cuando saliera de la casa, a falta de una pelota, carnaza, o hueso de mecate, el perro –buscando que sujetar– tomará con el hocico su propia correa y caminará relajado. Es decir, es necesario partir al animal para que el animal resulte –cuando menos– simpático. La explicación desvaneció por completo el atractivo del perro caminando solo por la calle sosteniendo su propia correa. Se trata de un acto ñoño que refleja más inseguridad que encanto. Nos hemos encontrado con el perro en alguna otra ocasión, misma que ha resultado absolutamente intrascendente.


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