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Por Mitzi Ramos

Estado de México, 21 de diciembre de 2022 [00:04 GMT-5] (Neotraba)

Alsacia es una joven ilustradora venezolana que vive en España desde hace algunos años. El grueso de su producción consiste en unicornios, muñecas y princesas: en pocas palabras, azúcar, flores y muchos colores (incluida la “sustancia equis”). Una de sus obras más populares es Azúcar y Sal, una tira cómica que narra las vivencias de dos hermanas: Azúcar y Pimienta. Con un éxito palpable en su carrera, ¿todo es tan dulce como suena? Parece que no. «Es difícil vivir lejos de tu familia», asegura la ilustradora, quien conoce el dulce sabor de vivir en un primer mundo y vivir de su trabajo artístico, pero también el amargo matiz de la distancia: ha intentado llevarse a vivir a sus padres con ella, pero los problemas políticos se lo impiden.

Ilustración de Alsacia Azúcar y Sal
Ilustración de Alsacia Azúcar y Sal

Sin embargo, ese no es el único sinsabor en la vida de esta ilustradora: su padre tiene cáncer. Debido a lo anterior, ha decidido abrir una cuenta en Onlyfans para poder pagar el tratamiento en su país natal. La diversidad de comentarios en sus redes no se hizo esperar: desde aquellos que aseguraban que la ilustradora sólo buscaba un pretexto para mostrarse como realmente es, hasta los que aseguran que siempre “hay otras maneras”. «Gente de doble moral», puede leerse con frecuencia en lo tocante a su decisión de abrir cuenta en el popular sitio de suscripción de contenido: habiendo tanta variedad (porque los juicios son como los tamales: hay de chile, mole y pozole), buscamos siempre mostrar y probar lo amargo.

Yo, personalmente, prefiero el dulce, quizá porque, como leí en algún momento, el azúcar es la droga más poderosa del mundo: dicen que ciertas galletas sabor chocolate activan más neuronas que la cocaína. Debido a eso, decidí no dar a probar azúcar a mi hijo hasta mínimo los dos años, pero qué difícil decisión: si quieres alimentar sanamente a otro ser vivo, debes preparar todo tú mismo. ¿Quién tiene tiempo? Con este ritmo de vida citadino, resulta imposible. Además, ¿a quién le dan pan (dulce) que llore? De cinco niños menores de cuatro años, solo uno no come galletas, papitas, refrescos y dulces que venden en la tiendita de la esquina. ¿Quién ha visto a un niño con una ensalada de verduras como botana? ¿Por qué es más “normal” ver a un niño pequeño comiendo galletas que un tallo de apio? Y más que eso, ¿por qué el niño lo prefiere? Por el azúcar.

Foto de Denise Johnson a través de Unsplash
Foto de Denise Johnson a través de Unsplash

Los riñones, así como todo el cuerpo de un bebé, no están maduros hasta aproximadamente los dos años, por lo cual no pueden procesar adecuadamente la sal en exceso ni los azúcares añadidos. «Yo te di flan napolitano a los 6 meses y no te pasó nada», dijo mi mamá cuando le comuniqué mi decisión sobre cómo alimentar a mi hijo. «No puedes excluirlo del mundo», aseveró la tía de mi esposo. Incluso él se excusó cuando regresaron del parque comiendo paletas: «se la regaló otro niño y no pude decirle que no». ¿Por qué no? Pues porque no sabemos negarnos: es la respuesta más ácida que conocemos y no queremos sonar como unos amargados. Lo admito, yo tampoco soy capaz de rechazar a la vecina, cuñada, prima o amiga que le ofrece algo con sal o azúcar a mi “panqueque”.

Todo esto me llevó a pensar, ¿por qué consumimos azúcares en exceso si nos dañan? Porque hay hábitos difíciles de romper conforme se aumenta la dosis: característica de una adicción. Además, comencé a deducir que, al igual que los teléfonos última generación, los cientos de prendas que tenemos en el clóset y no usamos, o los chocolates del 14 de febrero, los productos que más contienen este tipo de azúcares son necesidades creadas, sí, pero eso no evita que le den sabor a nuestros días y le pongan sal a la vida. Pero si de sal hablamos, justo es mencionar que esta no es una necesidad creada: nuestros cuerpos la requieren para realizar ciertas funciones, aunque en exceso es mala. Además, tiene su historia: se comenzó a utilizar en China desde siglos antes de Cristo. Yo no me imagino qué pasaría en mi casa si no hubiera salero. Nicéforo, el bisabuelo, diría que la que puso la mesa no es mujer porque olvidó colocar la sal; sí, en algún punto histórico este tema tuvo que ver con los roles de género. La sal es tan valiosa para la humanidad que incluso era empleada como método de pago, de ahí el nombre de “salario”.

Foto de Emmy Smith a través de Unsplash
Foto de Emmy Smith a través de Unsplash

Pocas cosas tan dulces (qué ironía) como el salario: recibirlo le pone sal a la vida, nos endulza los días. Eso sí: hay de salarios a salarios. Aquí en México, por ejemplo, el mínimo roza los cinco mil pesos mensuales, mientras que el de los médicos, que están considerados como los profesionistas “mejor pagados” del país, alcanza entre diecisiete mil y veintitrés mil pesos mensuales. Eso sí, ninguno se compara con las ganancias que una cuenta de Onlyfans de contenido erótico (con todo y las agridulces experiencias que esto puede acarrear) provee: hasta siete mil dólares mensuales, cantidad que rebasa, por mucho, el ingreso al mes de un médico. Y otra vez, aunque su labor está bien remunerada (con mucha sal), no todo son miel sobre hojuelas: los sinsabores de su labor diaria son abundantes, ya que, además de lidiar con grandes cargas de trabajo, deben soportar los «hace un mes que no como azúcar», «ya le bajé a la cantidad de sal con la que cocino», «tiene poco que me siento así» y demás mentiras de sus pacientes, eso sin contar los disgustos o la disposición de tiempo completo para atenderlos, sobre todo cuando su especialidad es la pediatría.

Yo, como madre primeriza, consulté a una pediatra al inicio de la alimentación complementaria de mi hijo. Ahí supe que es recomendable darle los alimentos por separado, para que conozca los sabores y después no los rechace, «porque luego no les gustan solos», aseveró la doctora en el tono más dulce posible. Aunque al principio me pareció lógico, después me causó conflicto. ¿Darle solo zanahoria o calabaza mientras yo probaba diversos sabores? Claro que después entendí que un alimento nuevo debía dárselo solo, durante tres días al principio, para verificar que no provocara alergias, después podría combinarlos.

Esta práctica es parte del Baby lead weaning (BLW) un método “novedoso” en el que, además, se ofrecen los alimentos enteros con cortes y texturas seguras para que los bebés aprendan a utilizar sus encías o dientes, así como sus manos; es decir, comen solos desde los 6 meses. Sin embargo, el método tiene sus fallas: tiran mucha comida y al principio no comen nada, solo juegan. Además, en el proceso de aprender a masticar presentan arcadas. “¿No es peligroso?” “Ese niño se puede atragantar”: los comentarios de familiares y vecinos respecto a esta práctica no se hacen esperar. Ya se sabe: las opiniones siempre son de chile, mole y pozole. Incluso hay quienes, además de opinar, ofrecen alternativas: darle “probaditas” al niño suele ser la recomendación. Tan dulces ellos.

Foto de Harry Grout a través de Unsplash
Foto de Harry Grout a través de Unsplash

En el terreno de la maternidad, las probaditas que le damos a los bebés, tan normalizadas y tan dañinas, también contribuyen a atrofiar su gusto e invaden sus procesos de alimentación complementaria: dulces, papitas, postres, alimentos picantes y hasta refresco pasan de ser “probaditas” a una parte de la dieta diaria. “¿Saben si un bebé de 18 meses puede comer Paketaxo morado o le sigo dando amarillo?”. Parece chiste pero es anécdota. ¿Tendrán la misma intención o efecto que las muestras gratis, las “probaditas” que los dealers ofertanen los antros y afuera de las escuelas? Porque a las afueras de las instituciones educativas es inevitable observar una gran variedad de dulces, chocolates, gomitas, chicharrones, chetos, refrescos y fruta en vasito, claro. Lo dulce y lo salado en exceso, aunque en probaditas.

Y no sólo en espacios físicos nos topamos con el anzuelo de la “probadita”: en la red se hallan también los inicios de estas necesidades de consumo excesivo, esta vez en forma de anuncios eróticos y oportunos en las páginas de internet que los niños suelen revisan al hacer la tarea. Alsacia, por ejemplo, brinda, en su Facebook o Instagram, muestras gratis, “probaditas” de su contenido ofertado en OnlyFans, con la intención, claro, de hacernos necesitar más de su contenido erótico y así apoyar la causa de la cura de su papá, el verdadero, el biológico, ya que ahora también es común encontrarse con mujeres que tienen a su papá pero de azúcar: su sugar daddy. El nombre, pese a la dulzura con la que se le ha revestido a últimas fechas, tiene en realidad un origen más literal: el director de una fábrica de azúcar de San Francisco estaba casado con una mujer veinticuatro años menor que él y ella lo llamaba así por su trabajo. Al nombrar de esta forma a los hombres mayores con los que se relacionan, las mujeres tienen su propia probadita del azúcar de aquella relación. Nada se desperdicia: los nombres se reciclan.

Ilustración de Alsacia
Ilustración de Alsacia

Yo, por mi parte, para no desperdiciar nada, me di a la tarea de comerme todo lo que mi bebé no comía. A raíz de ello, aprendí algo: las verduras, la carne y las frutas tienen sabores muy diferentes a los que conocemos porque, claro, nuestra percepción se halla alterada por el exceso de condimentos que usamos (principalmente sal y azúcar). En otras palabras, tenemos el sentido del gusto atrofiado y somos incapaces ya de disfrutar las cosas sin exceso de azúcares o sales añadidas, sin ese “algo extra” que pasó de ser un condimento a una necesidad. ¿Sucederá así con el consumo de contenido erótico? Lo que empiezan siendo “probaditas” termina siendo el único alimento. En la búsqueda de material cada vez más “picante”, se pierden la percepción de la realidad. Según algunos estudios, el exceso en el consumo de pornografía afecta significativamente la cantidad de materia gris en el lóbulo derecho del cerebro, lo que tiene incidencia en funciones como el aprendizaje y la memoria.

Es un hecho: imposible aislarnos de la sal y el azúcar en nuestras vidas, quizá más de esta última porque constantemente nos endulzan el oído: desde el empalagoso mundo de caramelo de Danna Paola, el azúcar amargo de Fey o la Trevi vistiéndose de azúcar, eso sin contar los dulces sueños de los Eurhytmics. Ya lo decía Celia Cruz luego de su característico “Aaaazúcarrr”: “para disfrutar, hay que vivir cantando” y “todos podemos cantar”: dejar de lado lo amargo, lo insípido, lo que no pica rico y todo aquello que nos deja un mal sabor de boca. Después de todo, siempre habrá opiniones respecto a lo que hagamos, amargas o dulces, ya sea que cuidemos la alimentación de nuestros hijos o moneticemos nuestra autonomía erótica con una cuenta en Onlyfans: no somos peritas en dulce para caerle bien a todos.


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