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Texto y fotos por Clars

Nuevo León, México, 13 de junio de 2023 [00:15 GMT-5] (Neotraba)

La música es un puente. En cada texto lo expongo y cada que lo hago siento que me he plagiado la frase de alguna canción de Gustavo Cerati. De alguna línea de cualquier otro texto, entrevista, libro. Da igual.

Puente al futuro o al pasado. Un recorrido nada más. A veces uno quisiera vivir en una canción bonita. Yo he descubierto una para habitar esta noche.

“Aprendí que para ser feliz
has de ponérselo fácil a la suerte.
Puede que no sea difícil verte:
que te vengas a Madrid
o que me quede aquí”

Antes de ponerme en marcha a casa de Argenis, me puse algunas canciones de Fran en el reproductor. Hace un calor detestable en la ciudad. Quedé con un amigo para que pudiera trasladarnos de Monterrey a Saltillo a la presentación de Fran esta noche. Argenis se quedó sin coche, es su promotor en la ciudad. Fran viene desde Madrid con una gira de tres meses en diferentes estados de México.

¡Vaya meses a elegir para llegar a Monterrey! A pesar de ello, salgo con prisa y entusiasmada. Todo en parte es una excusa para sacarle la vuelta al tormento en el que estoy sometida los últimos días. Argenis conoce la historia que prefiero omitir y por ello me abre espacio e invita a la huida. Sabe que lo necesito.

Quiero vivir más feliz cada día. He pasado años en una relación destructiva. Estamos a cuarenta grados y puedo respirar el más delicioso aire de libertad, aunque me azote el peor golpe de calor en mucho tiempo. Nada era más sofocante que la vida a su lado.

Fran Fernández. Fotografía de Clars
Fran Fernández. Fotografía de Clars

Crucé el gran puente amarillo que atraviesa el seco Río Santa Catarina. Abajo me espera Argenis. Su casa es fresca, las paredes son de sillar. Me recuerda bastante a la vida en las afueras de Monterrey dónde se crió mamá. Además, el aroma es el mismo. Muebles bonitos de madera vieja, de techo alto y retratos antiguos. Adentro me recibe Tyra, su perrita. Me olfatea y me observa detenidamente. No termina por aceptarme, hasta ese momento. Llega Frank, con K. Por nosotros. Tiene más de un año que no nos vemos y confiesa que si ha aceptado es más por verme otra vez que otra cosa, al final también ama la música y nunca lo he defraudado con mis recomendaciones. Somos buenos amigos. Lo suficiente para no vernos en mucho tiempo y aceptar la ruptura de lo cotidiano.

Pasamos por Fran. Su estancia queda a la salida rumbo a Saltillo. Fran es bastante alto, va adelante. Argenis, Mayra y yo, atrás.

No es la primera vez que Fran está en México, lleva tiempo “picando piedra” en el país. Cada vez que vuelve su público crece. Los asistentes corean cada letra, canción tras canción. Su música se ha clavado en los corazones de México.

Me tocó verlo en vivo, tal vez, de las primeras veces que estuvo en Monterrey.

Por aquel entonces igual lo mío no era dejarme atrapar por canciones tan cursis (por cursi no quiero que suene a que es malo, lo mío siempre ha sido la autoflagelación musical, asfixiante o nauseabundamente punk, pop o cargada de decibeles de metal y cualquier otro subgénero de los miles que existan. Rock o rancheras, cumbias, vallenatas y huapangos).

Como los libros que uno comienza por leer y deja de la nada para crear la conexión perfecta en el momento idóneo. Por cursi: a la melancolía, la carga de poesía y de tener el valor de sentir tanto y cantarlo. Vivir en el amor y por el amor. Exponer tantos sentimientos y emociones por alguien o a la vida, es de valientes. Escucho a Fran y claro que me pregunto a quién ha escrito tan bellas letras.

Fran Fernández. Fotografía de Clars
Fran Fernández. Fotografía de Clars

Hacía tiempo que dejé de estar enamorada. Había estado más rota. “Pones canciones tristes para sentirte mejor” eso también dice Cerati. Aclaro que soy fan de Cerati, pero no tanto como para citar en exceso en un texto. Bueno, si soy bien fan de Cerati, pero me lo niego desde el día que se fue. Desde entonces no escucho alguna de sus canciones por voluntad. Las he escuchado en los bares por casualidad. Solamente.

No me había permitido escuchar lo nuevo de Fran, pero sabía que existía una conexión enorme entre sus canciones y el anhelo de un amor que traigo atorado.

Comenzó a sonar “Fe” en el reproductor.

En los estados más vulnerables se puede creer que todas las canciones que llegan hondo y con fe en momentos complicados han sido escritas exclusivamente para uno. Me daban ganas de llorar, pero el rímel sale caro. Preferí sonreír y confiar en que seguramente la música de nueva cuenta podría hacerme recuperar lo perdido.

Había seleccionado un par de libros para Fran. Nada más bonito que compartir música y lecturas. Luego empaqué otros tres, con destino a Madrid, creyendo en la posibilidad de que mi intuición lo haría decir sí. O al menos, antes de que pudiera decirme que no, hablarle sobre él. La distancia más allá de los kilómetros, han sido los años y el miedo. En Madrid tengo un amor. He cometido errores y uno ha sido no irme cuando tuve la posibilidad. Hoy me detienen un montón de cosas. Estoy dispuesta a intentarlo de verdad. Por complicado que resulte. Quiero hacerlo posible.

En el coche conversan todos entre sí, me gusta contemplar la carretera. No pongo mucha atención a la plática, solo de vez en cuando. Las personas me conocen porque nunca dejo de hablar. Pero hoy no me da la gana. Dentro siento un hervidero de emociones. Solo quiero mirar los cerros y el atardecer.

Fran Fernández. Fotografía de Clars
Fran Fernández. Fotografía de Clars

Me aseguro de la mejor forma para trabajar las fotos con Fran sin incomodar. A él o a su público. El escenario es sagrado, aunque suene a cliché. Siempre ha sido un problema salir a hacer fotos en espacios reducidos. Soy muy alta y no puedo pasar desapercibida tan fácilmente. Tengo la ventaja del soundcheck para darme la libertad de probar diferentes ángulos.

Aprovecho y le entrego a Fran los libros que elegí para él. Me pide que los guarde hasta el final y que los dedique. Siempre me ha dado problema que me pidan dedicar algo. Soy pésima, cuando lo piden, de repente no tengo idea de que poner, se me nubla el pensamiento. Cuando dejé un par de fotografías del proyecto de “El palacio de las gatas pardas” en CDMX me pidieron lo mismo y puse mucha tontería. Rio para mis adentros e intuyo que él lo sabe. “Igual entre el show te nace algo para dedicar”, me dice. ¡Lo sabe!

Me regala uno de sus colgantes de “Ala de fénix”. Estoy en el lugar correcto hoy para renacer.

Termina el soundcheck, cenamos y puedo ver cómo va llegando su público. Me encanta ver niños en los conciertos. Hay un par en la presentación de hoy. El lugar es bastante agradable y muy íntimo. Fran sube al escenario y entre canciones los escucho corear con tanto sentimiento de verle.

Lo que escuché esta mañana antes de la presentación de Fran no es nada a comparación de vivir su música. Una vez leí una frase de José Manuel Aguilera en su libro Estambul: cuadernos nocturnos, algo que hablaba sobre eso y no recuerdo bien ni puedo darme el lujo de ponerme a buscar, pero decía algo como que la verdadera magia de la música existe solamente en ese momento: sobre un escenario. Igual la estoy deformando, pero a lo que voy es que la conexión entre su música, él y su público, esta noche, es única.

No todos los cantautores consiguen crear una armonía como la de Fran con sus seguidores.

Fran Fernández. Fotografía de Clars
Fran Fernández. Fotografía de Clars

Se disfruta bastante poderlo atestiguar. También creo que la música, los músicos, todo el que se atreve a crear para compartir se conoce totalmente en vivo. Conoces mucho del autor más en un escenario que en el reproductor de tu celular o a través de una pantalla. Todo movimiento o palabra que comparte es franco, la atmósfera se torna romántica y pasional. Me dan ganas de tener un amor bonito.

Mientras hago fotos me conmueven algunas letras. Pienso en Antonio. Y me sigo riendo de mis ocurrencias. De cómo decirle a Fran: Sé que tu gira es larga y pueden pasar muchas cosas, pero podrías llevar esto…

Es una risa nerviosa. No me gusta incomodar a nadie. Pero es más grande mi voluntad de que Antonio pueda sentirme un poquito más cerca.

Fran tenía razón. Luego de escuchar “Acabas de llegar” y ese fragmento que puse al inicio, me tomé un rato entre su show para dedicarle ambos libros y hacerle una nota con los detalles de mi petición. Se lo comparto sobre la dedicatoria: la música es un puente.

Al final, no hubo necesidad de que leyera esa nota, no en ese momento. Se lo dije como va. Ya presagiaba yo su reacción de igual forma que su respuesta. Me has sobornado trayendo estos dos libros para mí y que no pueda negarme a llevarme estos otros, me dijo. Morí de risa. De vergüenza también.

Mientras escribo, una risilla traviesa me recorre. No es soborno, pero si lo fuera, sobornar, en nombre del amor, hasta donde sé, no es pecado. O no debería de serlo.

Fran Fernández. Fotografía de Clars
Fran Fernández. Fotografía de Clars

Volvemos a casa. De noche la carretera es todavía más hermosa. Todos estamos cansados. Fran termina por pedirle a Argenis que le haga llegar esos libros con algunas otras cosas que le tiene que enviar para encontrar en determinado punto de su gira antes de regresar a Madrid.

No puedo ir hoy a la presentación de Fran en Monterrey, así que nos despedimos entre risas y con un gran abrazo.

Me quedé en casa de Argenis para volver temprano a mi casa. Ya era tarde y lo más viable era quedarse. Estábamos cansados, ya no había tacos. Me impresiona que no exista algo así como un 24 horas de tacos en la Indepewepa. Mucho barrio bravo y pocos tacos. Ni hablar. Compartimos mitades de cama. Argenis, ¡si tienes apnea del sueño!

Regularmente cuando me quedo en casa de amigos no duermo, me quedé un rato en redes. Tal vez era mediodía en Madrid y Antonio ha visto que le he hecho fotos a Fran. Se ha disculpado de estar tan concentrado en la Feria del Libro y promete darse un respiro y más tiempo a la distancia para nosotros. Envía besos y en eso Tyra se me acerca a las piernas. Tremendo susto que me dio. Al día siguiente, según Argenis, con esa acción, ella terminó por aceptarme.

Me pongo a googlear como loca esa parte de la canción de Fran que puso mi pensamiento completo en Antonio en ese instante. En Antonio y Madrid o en Antonio conmigo caminando por Tlatelolco. No encuentro nada. De repente recuerdo el disco que me ha regalado y la he encontrado.

Le hago una foto, la envió al chat de Antonio. “Esta vez estamos más cerca de lo que queremos y no voy a dejar ir la última oportunidad de comenzar de cero”. Tenemos pendiente concretar en ¿quién va o quién viene? le aconsejo que venga en invierno.

Fran Fernández. Fotografía de Clars
Fran Fernández. Fotografía de Clars

Ahora esas canciones románticas de Fran Fernández le he ido dedicando a Antonio en lo que va del día. Soy la más cursi, ¿y qué?

Yo sabía que la música te encuentra en el momento correcto. Me gusta sentirme enamorada. Diario me encuentran canciones que le dedico por la madrugada a Antonio.

“Nunca le des la espalda a querer.
Ten a la vez ternura y también,
aunque muerdan no pierdas la fe”.

Gracias Fran. Tu música es el reflejo del amor con el que colmas a todos a tu alrededor. Tu música por encima de toda distancia o temor.

Fe de Fran Fernández

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