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Por Juan Nicolás Becerra Hernández

Tultitlán, Estado de México, 03 de noviembre de 2020 [01:26 GMT-5] (Neotraba)

A la Memoria de Jorge.

A inicios del mes de marzo me invitaron a impartir una plática de Fomento a la Lectura dentro del ciclo de conmemoración del Día Internacional de la Mujer en una universidad al norte del Valle en EdoMex. Al leer la invitación en mi WhatsApp me quedé pensativo y dudé una respuesta en automático, iba a enviar un sticker confirmador, pero corregí a tiempo y pedí más detalles de lo que la Institución esperaba.

Antes de iniciar la charla. Foto de Silvia Cabrera
Antes de iniciar la charla. Foto de Silvia Cabrera

La idea central era compartir mi experiencia con los libros. En los últimos años y ante tanta violencia contra las mujeres en EdoMex, seleccionar un tema para una conferencia, como después me lo plantearon, me causaba inseguridad. Después de hacer conciencia y consulta interna me decidí por platicar de 13 escritoras talentosas y jóvenes que lograron un lugar notable en la narrativa nacional. Tal vez eso motivaría a un diálogo de sana convivencia e interesaría a los asistentes.

La propuesta se aprobó y quien me invitó comentó que les pareció un tema con una perspectiva distinta a la de su ciclo. La fecha quedó agendada para el 11 de marzo de 2020 y escribí en tono agradecido para confirmar mi participación.

El lunes 9 de marzo las mujeres se manifestaron con su ausencia ante tanta violencia. En muchos ámbitos la convocatoria #undiasinnosotras fue exitosa y sucedió a una marcha silenciosa el domingo 8, Día Internacional de la Mujer. La jornada dominical gozó de prudencia. Las noticias referentes al nuevo coronavirus hablaban de la extensión de cuarentena en Italia, el Coronavirus en 36 entidades, alertas de xenofobia a causa del Coronavirus en Europa, Madrid envía a estudiantes a casa a causa del Coronavirus, 70% de los contagiados en China han superado la enfermedad… La OMS alertaba que la amenaza de la pandemia era de cuidado y en letras chiquitas decían “En México se mantiene en siete el número de casos infectados”.

Juan Nicolás Becerra en conferencia. Foto de Claudia García
Juan Nicolás Becerra en conferencia. Foto de Claudia García

Mi conferencia fue emotiva y transcurrió amenamente Platiqué de 13 escritoras y su trayectoria prolífica: el auditorio pequeño asignado se llenó poco a poco. Al inicio noté caras de resignación voluntaria; pero al final, en esa permanencia voluntaria, vi muchas sonrisas, sentimientos de emoción y un ambiente relajado de sana convivencia ante la obra de 13 narradoras. Incluso una asistente, involuntariamente, leyó un relato en voz alta del libro Raras de Brenda Ríos. Me hicieron cuestionamientos interesantes y comentarios respetuosos. Al terminar el evento nos tomamos una foto grupal, nos abrazamos y salí de las instalaciones de la Universidad muy conmovido con mi querida esposa que me acompañó esa tarde noche.

Las noticias acerca del Coronavirus comenzaron a tomar otro cause y se volvieron más alarmantes, además se venía un fin de semana largo por nuestro Benemérito Benito Juárez y eran fechas del Vive Latino, el cual había generado muchas expectativas en si se debía realizar o cancelar a causa del inicio de la pandemia; bandas extranjeras terminaron por cancelar su participación en la edición 2020. Finalmente, entre júbilo y desaprobación, con mucha polémica y medidas preventivas, se llevó a cabo el Festival Iberoamericano.

A partir del 17 de marzo, el sector educativo, donde me desempeño, inició la suspensión de actividades habituales y se anunciaron en sus redes sociales y páginas en internet medidas generales de una contingencia sanitaria obligatoria y contemplar una educación de manera virtual y así evitar una propagación del virus entre los estudiantes. Todo esto coincidía con las fechas próximas de las vacaciones de Semana Santa, la mayoría de la población, incluido yo, pensábamos que serían unas vacaciones largas y que la pandemia sería pasajera como la influenza de 2009.

Charla de Juan Nicolás Becerra. Foto de Silvia Cabrera
Charla de Juan Nicolás Becerra. Foto de Silvia Cabrera

El 19 de marzo se confirmaba en México la muerte de un hombre de 41 años aparentemente a causa de la Covid-19.

El sábado 21 de marzo, autoridades de la Universidad donde impartí la conferencia me hicieron una llamada telefónica para notificarme que uno de los asistentes estaba hospitalizado con síntomas aparentes de Covid-19, tenía dificultades para respirar y sería intubado; me recordaron que justo él me había hecho una pregunta en mi conferencia. Mi reacción fue muy prudente y sólo pedí ser informado de la salud del estudiante y que junto con mi esposa estaríamos alertas y en observación. Terminamos la conversación con un “Bye” angustiado y temeroso ante un posible contagio de los que asistimos a la conferencia.

Sentí miedo y preocupación, había tenido dolor de garganta y con esta noticia temí por las consecuencias de un posible contagio a mis hijas y familia. Lo comenté con mi esposa, percibí su desconcierto y temor ante la situación. Se suscitaba un peligro latente. Fueron días de insomnio, sobresaltos, desconfianza, nervios, angustia y mucha tensión.

Durante la charla de Juan Nicolás Becerra. Foto de Silvia Cabrera
Durante la charla de Juan Nicolás Becerra. Foto de Silvia Cabrera

En mi conciencia las palabras muerte e incertidumbre sonaban constantemente. Los diarios, noticias y redes sociales alarmaban lo mismo, se daba inicio a la campaña Quédate en casa. Había más desconfianza y mucha desinformación sobre el tema. Lo único claro y prudente era cumplir la cuarentena que el sector salud hacía hincapié junto con mi familia, checar nuestros síntomas y estar pendiente de la salud del estudiante hospitalizado.

El 2 de abril, vía WhatsApp, me transcribieron el siguiente mensaje “Buenos días, compañeros les informo que el día de hoy Jorge falleció debido a una cardiopatía, agradecemos a todo el apoyo brindado”. Leí nervioso y detenidamente el mensaje, mandé mis condolencias, releí el mensaje un tanto precipitado y compartí la mala noticia con mi familia; lamentamos el suceso y nos quedamos en silencio.

La causa de su muerte pudo ser por muchos factores. No quise confirmar si fue por Covid-19, me parecía atrevido y morboso, finalmente él ya descansaba. Pensé en su familia y en mi interior le manifesté una plegaria y un buen viaje sideral.

Charla antes de la pandemia. Foto de Claudia García
Charla antes de la pandemia. Foto de Claudia García

Esta experiencia reforzó el conocimiento que tengo de mí mismo, valoré mi salud, mi juicio tomó un rumbo de una conciencia responsable ante el impacto de una pandemia aparentemente “lejana” y que a partir de ese momento comenzó a sentirse más cercana de lo que aparentaba. Los desastres que contempla la narrativa de JG Ballard empezaban a manifestarse y evidenciaban a un México contagiado de muchas carencias.

Gracias Silvia.


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