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Por Camila R. H.

Puebla, México, 03 de marzo de 2022 [01:30 GMT-5] (Neotraba)

Cuando pensamos en caballeros, doncellas, guerra y reyes tenemos una idea bastante certera y veloz sobre lo que todo esto envuelve. Un par de conquistas a otros reinos, espadas, caballos y ocasionalmente magia, pues los libros de fantasía a menudo están escritos alrededor de todos estos elementos, eso los hace lo que son.

La hija del ladrón es el segundo libro de Jeff Wheeler sobre la saga de Kingfountain y contiene un poco de todas estas cosas en una lectura que es particularmente sencilla de seguir, poco pesada y con un par de momentos que te hacen querer llegar al capítulo siguiente. Esta entrega en específico sigue la historia de Owen cuando debe enfrentarse a su deber como duque de Westmarch a través de tomar interminables decisiones que ni él, aun siendo un bendecido por la Fuente, puede llegar a entender del todo.

Los elementos mágicos de esta saga provienen del agua, los flujos de agua (ríos y cascadas) son apreciados míticamente, como se puede percibir cuando descubrimos que el mayor castigo al que se puede enjuiciar a un criminal es ser arrojado al río para luego caer de una cascada. Pero esta devoción por el agua y su supuesta magia se extiende por todas las regiones que componen el mundo de esta serie de libros. Los santuarios protegen una Fuente que está ahí para cumplir oraciones y, cuando se tiene demasiada suerte, un niño puede ser bendecido con un talento.

Los talentos son parte elemental de La hija del ladrón pues, como pronto aprendemos, Owen es precedido por su gran fama en Kingfountain de estar bendecido por la Fuente y, principalmente, por poder predecir el futuro en sueños. Tras adentrarnos en la trama descubriremos lo importante que es la magia de la Fuente para todos los personajes del libro, es la habilidad en la que recae más responsabilidad.

Portada de "La hija del ladrón", de Jeff Wheeler
Portada de “La hija del ladrón”, de Jeff Wheeler

Y Owen, al ser famoso por su talento, es quien se verá más retado para cumplir las expectativas del rey mientras también intenta luchar por sus propios deseos y batalla por desenmascarar la estrategia del príncipe perdido que amenaza con el gobierno del rey Severn. Para ello deberá aliarse no sólo con su mejor amiga de la infancia, Elysabeth Victoria Mortimer, sino también con la nueva y enigmática Etayne, la envenenadora del rey.

Como envenenadora del rey, Etayne tiene uno de los cargos más interesantes en el libro y sin duda nos deja esperando mucho de ella. Queremos saber quién es, cómo llegó al castillo y por qué parece reacia a obedecer su lealtad a Mancini, su maestro pero también el Espión.

Este libro pone gran énfasis en la fe que puede tener todo un pueblo sobre las leyendas y mitos más antiguos, esos que se conservan sólo por la voz de las personas. De los cuales no se puede ubicar un inicio, ni siquiera tras haber estudiado toda la historia de un reino.

Un elemento que lo hace más interesante a mis ojos es cómo el libro (todos los libros de Jeff Wheeler) parte de una historia verdadera, en este caso el misterio de un príncipe perdido durante las Guerras de las Rosas en la Inglaterra medieval. Con las modificaciones necesarias para obligarnos a prestar atención e intentar descubrir antes que Owen si el príncipe sobreviviente es o no un impostor y si Severn merece tanta lealtad como dice hacer.


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