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Por Teresa Cervantes

La Moderna de San Luis Potosí, S. L. P., 9 de agosto de 2022 [00:02 GMT-5] (Neotraba)

Carlos Reyes Ávila, conocido como poeta y mago, nació en Torreón, Coahuila, el 17 de febrero de 1976. Comunicólogo de profesión, con maestría en Filosofía por la Universidad Veracruzana. Ha sido becario del FOECA de Coahuila. Acreedor de diversos premios, como el Premio Internacional de Narrativa Ignacio Altamirano 2022; el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Mérida 2021; los Juegos Florales Nacionales María del Refugio Prats de Herrera, convocados por la Casa de la Cultura de Tuxtepec, Oaxaca; en 2003 el Premio Nacional de Poesía Tijuana. En 2009 ganó el Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras / Border of Words con su novela Travesti, publicada por editorial Tierra Adentro. Fue finalista en el II Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro. La fábrica de mejicantinos fue finalista en el Certamen Internacional de Literatura “Sor Juana Inés de la Cruz, en el 2017”.

Sus poemas han aparecido en diversas publicaciones. En sus ratos libres es especialista en Zen Coaching y Filosofía de la Conciencia. Sin duda Carlos es de esos autores inmarcesibles que valen la pena leer.

Esta historia es poseedora de un título bastante sugerente, en el que uno llega a pensar que se trata de la típica historia de una concepción desastrosa, hasta algo futurista con tintes industriales, pero va más allá de lo que nos podemos imaginar. Al leer esta novela, me di cuenta de que somos producto de esa idiosincrasia que se ha transmitido de generación en generación, con usos y costumbres inalienables al ciudadano modelo que creció en un matriarcado machista.

Eso somos, toda esa magia del México que se distingue por sus peculiaridades entre cualquier cultura en el mundo. Es así como el título nos sumerge en esta historia, que podría ser la de cualquier colonia, en cualquier lugar del país.

Fragmento de la portada de La fábrica de mejicanitos de Carlos Reyes Ávila publicada por Nitro Press y la UANL
Fragmento de la portada de La fábrica de mejicanitos de Carlos Reyes Ávila publicada por Nitro Press y la UANL

Un inicio retrospectivo de impacto cómico es lo que nos atrapa desde el primer momento, parte del absurdo a lo grotesco; la estructura de abismo con flashback lleva al lector a experimentar cada cambio de consciencia. Nuestro narrador es equisciente. Los diálogos impulsan la acción en todo momento, y crean esa conexión especial, en la que el lector se siente parte de la historia. El humor negro y sarcástico se encuentra inmerso en cada uno de los renglones de esta novela.

Cojones y Conejo, son los típicos vatos gandallas que disfrutan de echar desmadre sin pensar en las consecuencias, esto los lleva al límite, a la aventura en la que encontrarán amor y desamor, fortuna y mala suerte. Este par de protagonistas se vuelven entrañables.

Carlos, el autor, logra lo que muchos autores desean: crear dos personajes dignos de recordar. Sus antagónicos, el Piedrita y el Desgraciado, hijos de la Doña de los burritos y sicarios de tiempo completo a las órdenes del Kevin: son un par de brutos sumidos en las nieblas de la droga y la violencia. La Doña de los burros, la víctima, con esa sensibilidad de las madres mexicanas que son cabronas, sentimentales y justas a la vez, gran conductora de la acción.

Cojones se probará como amigo leal junto a la Chetos de bolita, la incondicional mejor amiga de ambos. Todos se embarcan en esta empresa casi imposible por recuperar el artefacto con valor sentimental que hurtaron Cojones y Conejo. Juntos se fletarán la encomienda que parte de consultar al Ruso vidente, hasta llegar al Peppa Pig Friki Festival, en el que la Nena Domínguez, una reina bizarra y caprichosa encontrará el amor, y el Comal, un sicario buen pedo, conseguirá lo que jamás pensó encontrar en un lugar como ese.

Aplaudo la apuesta de Nitro-Press y de la UANL por esta picaresca new age con tintes a la José Emilio Pacheco. Si algo caracteriza a esta editorial independiente es su sexto sentido y buen gusto por lo diferente e innovador, por lo que rompe esquemas. Sin duda, quien decida leer esta obra, disfrutara cada página hasta el final.


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