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Por Clars

Nuevo León, México, 25 de abril de 2023 [00:05 GMT-5] (Neotraba)

Todas las fotografías son de Newman

Gracias a la producción de Desvelados y a Inherente Rock por las facilidades para la acreditación en los eventos mencionados 😉

A Humberto García.

“I Will Survive”

Cuando uno se mete un putazo, casi nunca le dice a nadie. No podía huir de la desgracia. Las coberturas de tres días son nuevas para mí. En noviembre de 2022 Corona Capital en CDMX. A Monterrey le saco la vuelta a los festivales por dos cosas: el calor aberrante y la gente alta.

Siempre hay una primera vez.

Camino ampollada de vuelta a casa. Es el primer día y ya me jodí los pies. Huelo mal. Me duele todo. Aún con todo y achaques no pongo en duda si vale la pena o no. El dolor es temporal. Se me antoja una cerveza, pero prefiero irme temprano a casa. La Tecate Light es la preferida de Humberto.

Caguama Light y Marlboro blancos. Cambió a los rojos desde el día que supo que no fumaba blancos.

En “La esquina” pasé más de un año intercalando entre mi trabajo de oficina y unos pesos extra. Lo del extra era excusa, más bien, es una deuda moral que otro día puedo revelar.

Le serví su caguama, le acerqué un cenicero y volví a mi lectura. En la cantina y los tiempos muertos, le avancé a una buena cantidad de libros. Humberto siempre prefirió sentarse a la orilla de la barra.

Me reincorporé. Servirles cerveza a los borrachos y programar sus canciones en la rockola. Humberto llevaba puesta una sudadera negra conmemorativa del Vive Latino 2018. Yo tenía programada la cobertura para la edición 2022. Igual el extra servía para unas buenas quecas.

Lo de la platicada se me da, en ese momento, tan aturdida, lo dejé para después. Intuí que volvería. Desde entonces volvió cada tres días.

Era enero y aún se podía sentir algo de frío. Su cabeza siempre cubierta por la capucha de su sudadera. Era normal que pudiera tomar una buena cantidad de caguamas y verse entero. Cuatro o cinco caguamas, un par de cigarros y una buena propina.

Fue un día bochornoso que llegó sin sudadera. Playera fresca. Su cabeza descubierta. Humberto es blanco, casi pálido. Tiene unos ojos verdes muy profundos. No es calvo por elección. Descubrí en su cabeza una enorme cicatriz. Puntadas toscas. Obtuvo toda mi atención.

Le pedí un cigarro. Me invitó una cerveza. La charla fue extensa. Platicamos de Santa Sabina, que es fan de los Caifanes. De Pink Floyd, La Barranca, San Pascualito Rey y mis recomendaciones de cantautores contemporáneos o propuestas interesantes.

No me atreví a hablarte antes, no quise interrumpir tu lectura o ponerte más de malas con los clientes que se sobrepasan. Me confesó.

Le compartí mis planes para marzo, de tener tantas ganas de hacerle unas fotos a Los Fabulosos, C. Tangana, Black Pumas o Residente.

Voy camino a casa cuando el recuerdo de la cerveza que le servía cada tres días a Humberto en la cantina me consumió, me di en la madre en un árbol a la salida del segundo día de Pal Norte.

Acababa de encontrar la mirada de Humberto entre la multitud. Totalmente imposible.

Humberto nunca me contó de primera mano lo que había pasado en su cabeza. El origen de esa extensa cicatriz que se pronunciaba desde el centro hacia la nuca.

Una semana antes de salir a Ciudad de México fue a buscarme para darme ánimos y dejar pendiente una salida. Unas cervezas, una noche de vinilos en su casa, o una comida en el AL. La propina fue mejor que las anteriores. Ese sábado previo, nos abrazamos en la cantina, rara vez, repleta de parroquianos.

Ya habíamos intercambiado celulares y nos saludábamos de vez en cuando. Por mensaje siguió enviando buena vibra. Pendiente de todas las actualizaciones de estado.

Volví en abril a la cantina. Humberto me contó que fue un par de veces a buscarme y no estaba. Ese día llegó con Luis. Su mejor amigo y socio.

Humberto estaba muy feliz. Me dio varias monedas para poner a la rockola y por una hora, al menos, pusimos rock de todos los tiempos. Éxitos en inglés y español. Rock, disco, cumbia y rancheras. Me felicitó por un par de fotos que vio de Vicentico y le prometí para el próximo fin traerlas enmarcadas para su oficina. Unas cuadras más adelante de paso a la cantina.

El dolor del golpe en el árbol, la cerveza, la música y las luces me recordaron que también prometimos ir a varios conciertos juntos.

Que ya se cumple un año de aquello y que nada de lo enlistado por hacer ha pasado.

Ya vino Roger Waters, Guns N Roses, La Barranca y otros tantos festivales.

No me olvido de Humberto, pero me pesa llevarlo encima. Porque duele. He soltado la culpa de postergar momentos con personas importantes por trabajo. Pero de Humberto la culpa me corroe. Muchas cosas pudieron ser diferentes.

En más de una ocasión viene a mi mente mientras estoy en medio de la gente. Cuando miro las luces de los celulares que alumbran las canciones más conmovedoras. Cuando veo a grandes amigos reencontrarse a través de la música. Los conciertos son punto de reunión para grandes reencuentros. El brindis, el baile, llorar, gritar y reír sin parar. Por eso, tal vez, este día, Humberto buscó la forma de reencontrarnos.

Cada que bailo o grito con frenesí él está aquí. Vi a Billie Eilish, Frank Ferdinand, The Killers. Me quise aventar en el slam mientras suena el Panteón con “La carencia”. Coreo con Miranda, Julieta Venegas, y aguanto vara bajo el sol abrasador mientras espero a Pierce The Veil.

También volví a las horas extremas entre el público para hacerle fotos a My Chemical Romance o los Yeah Yeah Yeahs en noviembre de 2022. Le dije que ni muerta lo haría de nuevo. La experiencia en el Vive Latino de ese mismo año con LIMP BIZKIT fue aterradora. Wonderwall interpretada por Liam Gallagher en el Corona Capital de ese noviembre desbordó la tristeza de nuevo en mí.

Fue un golpe duro. Un reclamo. ¿Cómo le hago saber que no puedo soltar la angustia de verlo volver, levantarse, sobrevivir?

Gloria Gaynor fue una luz. Pal Norte está lleno de grandes momentos. El LINE UP me regaló grandes satisfacciones personales. Escuchar a Gloria interpretar “I Will Survive” con tanta fuerza y elegancia fue como un destello. No conecto la letra con ninguna separación o escena que tenga que ver con un hombre. En general, tiene que ver con diferentes situaciones en mi vida, un conjunto de ello. En la vida de mi amigo Humberto.

En rueda de prensa, una joven periodista, preguntó lo que en determinado momento pareció intrascendente y de relleno. Algo así como, ¿por qué tu español es tan perfecto, Gloria?

Gloria compartió que radicó una temporada en México. Para los cinco años de estar en el país, algún presentador la expuso al mencionar que para sus cinco años de estar en México era ridículo que no supiera hablar español.

Gloria salió del programa y de inmediato compró un diccionario Inglés-Español y aprendió el idioma por si sola.

Sobrevivir. En cualquier situación difícil, adversa o bochornosa. Sobrevivir.

Esa última vez que nos vimos, Humberto salió temprano de la cantina. Va camino a ver a su novia, me dijo su amigo Luis. Ese día me contó muchos detalles de la vida de Humberto.

Humberto es jefe de Luis, son amigos y socios en el negocio de Humberto. A Humberto le va bien, me contaba Luis. Varias propiedades, departamentos en la playa. Esa novia suya le ha metido en muchos problemas. Esa cicatriz fue una patada que el ex novio de su chica le propinó a la salida de un bar.

A mí nunca me han impresionado con dinero o cosas así. Me hubiera gustado nunca saberlo. Humberto siempre se comportó a la altura. Emocionado de conocer a una chica con gustos afines, de encontrar en mí, una amiga.

Humberto cumple un año, este mes (abril), de estar postrado en cama. Una batalla constante de una embolia como desenlace de aquella pelea, además de la encefalitis. Lo redujeron a la cama del hospital. Terapia de un año y nada de avance.

Yo me enteré tarde. Había pasado unos meses en el hospital y ahora estaba en casa. Le envíe un mensaje emocionada para invitarlo a ver a La Castañeda. Me respondió su hermana y me platicó un poco la situación. Poco después busqué a Luis y me dio los detalles. Además de hacerme sentir aún más mal de no poder ir a verlo.

Su novia le está cuidando y es muy celosa, yo le haré llegar tus saludos.

Y así se ha ido un año, entre saludos. Luis es su mejor y más cercano amigo. Le ha llevado a algunos bares en silla de ruedas. Humberto se lo ha pedido. Apenas puede salir a la calle.

Me conformo de saber que sonríe y se pone feliz de escuchar que le envío saludos y lo extraño.

Escucho a Café Tacvba, las canciones cursis me ponen mal. Hago recuento de tres días. Suena “Eres” y hago como que no me conmueve. Quiero irme a casa. Hoy no quiero tropezar con un árbol. Contemplo desde el metro elevado. Las luces, la música, el bullicio. Me brotan las inevitables lágrimas. Lloras por cualquier “m#mada” decía mi papá”. Y me enorgullece que todavía hay cosas que consiguen tocar fibras sensibles en mi maltrecho existir y sentir.

Caifanes anunció hace poco una fecha en la ciudad. Caifanes es la banda favorita de Humberto.

Le llamo a Luis, vuelvo a preguntar por mi amigo. Seguro andas en Pal Norte, me dice.

Este año vuelve Caifanes. Voy a llevar a Humberto, como sea y como pueda. Voy a llevar a mi amigo a ver a su banda favorita.

Sigo contemplando la ciudad, lloro en silencio.

Espero verte pronto, querido amigo.

Gracias por hacerte presente en la música que disfrutamos juntos.


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