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Por Teresa Cervantes

La Moderna de San Luis Potosí, S. L. P., 29 de abril de 2021 [00:49 GMT-5] (Neotraba)

Al Sr. Violencia lo conocí porque, por azares del destino, llegó a mí la información sobre una editorial independiente de nombre Vocho Amarillo. Andaba con ganitas de experimentar y conocer lo que se estaba creando en San Luis. Por aquel tiempo, tomaban auge las cartoneras que, en lo personal, al menos algunas de las que me sugirieron adquirir algo con ellas, eran libros muy feos. Ni los trabajos de kínder estaban así de gachos. No estoy en contra de este tipo de movimientos, tendrán algo rescatable, pero a mi gusto estaban tan mal hechas que no creí que el contenido pudiera ser excelso.

Entonces, llegó Vocho y pensé, por qué no. Lo contacté para adquirir Códice Miktlali, lo pasé a recoger a un lugar donde daban talleres para escritores. Fue rápido, me regaló un pequeño libro suyo, además de mi adquisición (Secuelas). Ambos se me hicieron espectaculares. Me gustó su estilo y la violencia que empleaba, junto con su sarcástico sentido de expresión real. Es decir, que el güey habla como una persona de carne y hueso, no pretende emplear léxico rebuscado para verse más profundo, simple y llano, es él mismo.

De ahí comenzamos una amistad, que no es tan estrecha porque siempre andamos en chinga, pero es bien chido en cada contacto. En alguna ocasión, él y su esposa, la linda Quetzalli, confiaron en mí para poner un punto de venta de Vocho en La Tazza. Lamentablemente, no tuvimos mucho éxito, pero eso no mermó la relación ni mi cariño por Vocho, porque es la primera editorial independiente que le dio apertura a mi apetito por lecturas transgresoras.

Un día de mierda, al volver del congal (así es como le llamo al trabajo), Operación Jarocha me estaba esperando. Le comenté a David que ese detalle me hizo el día.

Lo comencé hace una semana. Lo que me pudo tomar dos días, se convirtieron en 5, por aquello de los horarios esclavos.

Teresa Cervantes en la lectura de Operación Jarocha de David López. Foto cortesía de la autora.
Teresa Cervantes en la lectura de Operación Jarocha, de David López. Foto cortesía de la autora.

“De pronto empezó a escuchar que alguien tocaba con fuerza a la puerta del baño, gritando. Hizo un nuevo intento de hablar, “Ayuda”, alcanzó a decir, pero en un tono tan bajo que apenas él pudo escucharse. No podía estar ahí. Algo malo estaba pasando y quedarse significaría más problemas. Tenía que salir. Con ese pensamiento como impulso, empezó a moverse, se enfocó en quitarse las bolsas de hielo de encima. Era difícil, no solo estaba débil, a pesar de que su cuerpo estaba adormecido por el hielo, sabía que había dolor, leve y al mismo tiempo paralizante…”

David Ortiz Celestino dice que la obra “dista mucho de obedecer la corrección política”. Y sí, comparto todo lo que expone en la apertura de la novela, me parece que es la mejor novela de David. Antes de empezar, creía que nada podía superar su Códice Miktlali, pero me equivoqué.

Con una narrativa trepidante, te sacude como un terremoto de principio a fin. Dos vidas que parecen ser paralelas. Un hombre, Adolfo, y Alejandra, una mujer que vive atrapada en el cuerpo de un hombre. Uno obtiene lo que la otra quiere. Aprender a lidiar con hechos que es imposible cambiar. Conocer y aceptar el cuerpo a través de las sensaciones provocadas por las caricias. A veces los anhelos nos llevan a un sin límites, una distorsión entre el bien y el mal, para llegar a un bien supremo. Al menos eso es lo que piensan los protagonistas.

Una empresa que se torna ruda, armas de alto calibre, persecuciones, y alto contenido violento. Una venganza que no conoce el perdón. El autor pasa del presente al futuro, logra tejer una trama inquietante y cautivadora con gran maestría. Su final es fuerte, impactante, de verdad me dejó cargada de adrenalina.

Lo pueden conseguir en la página oficial de Editorial Vocho Amarillo, así la encuentran en Facebook.


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