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Por Esteban Martínez Sifuentes

Ciudad de México, 03 de diciembre de 2021 [16:33 GMT-5] (Neotraba)

Se sabe que nació en España (o Hispania), que estuvo destinado un tiempo a las carreras de carros (bigas, trigas, cuadrigas, según el número de caballos); que tuvo una pareja de nombre Penélope escogida personalmente por el emperador y poco más.

Su nombre proviene del latín Incitatus, que significa “impetuoso”. Imposible demostrarlo, pero se dice que, a contrapelo de su apelativo, era más inteligente y poseía mayor autocontrol que su celebérrimo amo, el emperador romano Cayo Julio César Augusto Germánico, apodado desde niño “Calígula” y a quien el filósofo Filón de Alejandría describe como modelo de soberbia y extravagancia.

Cuando Calígula lo invitaba a comer a su mesa, Incitato agradecía mostrando sus macizos dientes, olía su plato de cebada o, a escoger, avena, y atacaba con ímpetu, como corresponde a cualquiera que ha trabajado de sol a sol, pero sin avorazarse. El singular amo alzaba su copa de oro y pedrería a la salud del cuadrúpedo y los invitados se veían obligados a secundarlo con similar entusiasmo.

Incluso cuando soñaba, siempre mantuvo las patas en el suelo, a pesar de los halagos de los invitados, las deferencias de los sirvientes y el cariño del emperador, quien, nos cuenta Suetonio, mandó construirle una caballeriza de mármol, o más que cabelleriza una casa completa, con pesebre de marfil, mantas de púrpura y collares de perlas, con esclavos, muebles y, en fin, como en una poesía de Rubén Darío, lo necesario y lo extravagante para que los invitados imperiales (humanos y equinos) quedaran deslumbrados, recibieran buen trato y estuvieran contentos, si es que al anfitrión (el humano) no se le ocurría violarlos o asesinarlos mientras dormían.

Y se cuenta incluso que el emperador le destinaba un escaño en el consulado (institución apenas por debajo del trono imperial pero muy venida a menos desde el fin de la República, con Augusto), lo que no se cumplió porque fue asesinado (el emperador) por la guardia pretoriana el 24 de enero del año 41, a los 29 de edad y a menos de cuatro de asumir su reinado. Conociendo a los políticos, nos atrevemos a asegurar que Incitato no hubiera hecho un mal papel, aunque todo apunta que se trataba de una burla feroz del emperador para ridiculizar a los cónsules en funciones. Y éstos, de acuerdo con algunos historiadores modernos, en venganza por esa y muchas otras afrentas echaron a rodar la bola de mierda en contra del emperador.

Lo que haya sido, es un hecho el gran afecto de Calígula por Incitato. ¿Por qué el emperador quería tanto a ese animal en especial, cuyas señas particulares (color del pelaje, alzada, descendencia, etc.) por desgracia no registra la Historia? Aparte de que Calígula, hijo de Germánico, uno de los más reconocidos militares de la historia romana, se había criado entre soldados (de ahí el apodo, diminutivo de cáligas, sandalias de cuero calzadas por los legionarios y equiparables a las botas actuales) y con seguridad conocía el valor de un equino en la vida social, agrícola y militar, el cuidado de Incitato le ofreció consuelo a la muerte de su padre, al parecer envenenado durante una campaña en Siria. Asimismo, Incitato y otro caballo anónimo tiraban del carro que le ayudó a cruzar la bahía de Bayas, cerca de Nápoles, donde proyectaba la construcción de un puente flotante de “tres mil seiscientos pasos” que superara el que había construido Jerjes para cruzar el Helesponto casi cinco siglos atrás. Calígula no sabía nadar y a la vez el corcel le ayudaba a cumplir el augurio que señalaba que nadie tenía más posibilidades de convertirse en emperador que aquel que cruzara a caballo la bahía.

La historia no registra el fin del privilegiado corcel. De Calígula escribió Suetonio en Los doce césares que luego del acuchillamiento “fue chamuscado su cadáver en los jardines Lamianos, en una pira improvisada, y lo enterraron luego cubriéndole con un poco de césped. Más adelante sus hermanas, vueltas del destierro, lo hicieron exhumar, lo quemaron y dieron sepultura a sus cenizas. Se asegura que hasta esta época aparecieron fantasmas a los guardias de aquellos jardines, y por la noche, en la casa donde le asesinaron resonaban espantosos ruidos. Su esposa Cesonia murió al mismo tiempo que él, asesinada por un centurión; a su hija la estrellaron contra una pared”. Los jardines Lamianos formaban parte de la vasta residencia de Calígula en Roma. Las hermanas eran Agripina la Menor (madre de Nerón) y Julia Livila, no precisamente reconocidas por piadosas, a quienes el mismo tirano había desterrado a la isla de Pandataria, en el mar Tirreno.

En el artículo “Rompiendo mitos de la antigua Roma: el caballo de Calígula”, de la página web The Conversation, se dice: “La historia de Calígula e Incitatus resulta tan irresistible como paradigma de abuso político que no parece importar que el caballo nunca se pusiera la toga consular. En particular, los comentaristas a lo largo de los siglos se han divertido mucho al comparar a los políticos contemporáneos con el caballo favorito del emperador”.


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