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San Luis Río Colorado, Hermosillo, 24 de febrero de 2024 (Neotraba)

Quiero una pelea limpia

La varilla atraviesa la tierra entre los pies del Perro, toda la noche ha estado haciendo casi mecánicamente el mismo movimiento. «Si la varilla entra sin que batalles es porque la tierra abajo está suelta, y si huele a descomposición, ahí es donde hay que escarbar», le explicaron Las Guerreras Rastreadoras de Sonora que acompañaron su búsqueda por unos días; ese grupo de mujeres que por años han escarbado el suelo esperando encontrar a su hija, a su padre, a su hermano. «Después que la varilla sale de la tierra acercas la punta a tu nariz. El olor a podrido es único, no hay nada siquiera parecido, entonces sabes que es justo ahí donde debes comenzar a trabajar. Primero con una pala un medio metro, luego a mano limpia para no dañar más el cuerpo; imagínate, ya con lo que pasó es suficiente», decían.

Los primeros restos que halló fueron los de un chico no más grande que su Fer. Tenía un par de semanas buscando y esa noche detuvo el Tsuru un poco más alejado de San Luis. Caminó hacia las dunas que todavía calentaban sus pies y cuando apenas había recorrido unos metros sintió su zapato sumirse de una forma distinta a las anteriores. El chico debía tener poco enterrado, la rigidez en su cuerpo ya había ganado la pelea pero los rasgos en su rostro aún eran definidos; la suciedad y los daños de su ropa no eran tan recientes como su muerte. Sobre el montículo que formó con la tierra que le quitó de encima al chico, clavó un par de ramas secas y un pedazo de plástico que carga consigo para marcar puntos específicos. Volvió al auto y comenzó el camino de regreso a casa. En cuanto tuvo señal realizó la llamada al 911. La presión en el pecho aparecía nuevamente, ahora el Perro caía en cuenta de lo que podía estar pasando su niña, ahora entendía de veras lo que implica un “desaparecido”. Había ciertos rasgos en el cuerpo del chico, detalles que reflejaban sufrimiento y mucho dolor en los últimos minutos de su vida; no podría explicar cómo lo sabe, pero estaba seguro que ese muchacho que sacó de las entrañas del desierto había sufrido mucho más de lo que, fuera lo que fuera, habría merecido.

Las luces del pueblo brillaban más cerca, la humedad que contenía Domínguez en los ojos aumentaban el fulgor. No podía separar la imagen de su Fer del cuerpo del chamaco que le arrebató al desierto. Se pensaba en los zapatos de los padres que una noche esperaron despiertos a que volviera su hijo; se imaginó en su lugar recogiendo de la tierra a su niño, levantándolo como si fuera “algo” que simplemente se puede ocultar  y olvidarse.

Hoy no hubo suerte. No para él. Aun así Domínguez entró directo a la regadera al llegar a casa. Quería, como cada vez, arrancarse ese olor a muerte que no está en su piel,  que se queda en su memoria y permanecerá ahí hasta el último de sus días. Vuelven las lágrimas que contiene por inercia cuando por la puerta entreabierta mira la foto de Fernanda: es la mañana del miércoles y los miércoles ella tocaba a su puerta y desayunaban juntos, luego se acomodaban en la sala frente al televisor mientras, como cuando era niña, ella hablaba y hablaba y hablaba; al Perro le daba igual lo que apareciera en la pantalla, a Fernanda no le paraba el pico y él entendía ese momento como lo único valioso que le quedaba. Odia las fotos, pero cada miércoles se hacían decenas con el teléfono de Fernanda. Este miércoles apenas gasta sus primeras horas, pero él sólo desea que termine de una vez.


Edgar A. Contreras (Ciudad de México, 1983, radica en San Luis Río Colorado, Sonora). Forma parte de los organizadores de las Jornadas Binacionales de Literatura Abigael Bohórquez. Publica en medios electrónicos como la revista Poetripiados y Mamborock. Ha sido ganador del Premio Nacional de cuento corto Endira 2016 y del Premio Nacional de Novela «Ignacio Manuel Altamirano» 2022. Publica quincenalmente crónicas de boxeo en la página Boxeo con lipstick de Puerto Rico, además de impartir cursos y talleres de escritura creativa. Es coantologador del libro El desierto transfronterizo y autor del libro de cuentos Los otros días.

Dónde estabas tú (Nitro/Press, Secretaría de Cultura de Guerrero, 2023, núm. 38 de la colección NitroNoir), novela negra ganadora del Premio Nacional de Novela «Ignacio Manuel Altamirano» 2022. Para más información: https://nitro-press.com/9786078805372

Contraportada de Dónde estabas tú de Edgar Contreras
Contraportada de Dónde estabas tú de Edgar Contreras

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