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Por Mónica Maristain

Ciudad de México, 28 de octubre de 2020 [00:01 GMT-5] (Maremoto Maristain)

El emblemático presentador David Letterman entrevista a invitados a los que considera fascinantes. Conversaciones íntimas y de largo alcance se llevan a cabo tanto dentro como fuera de un estudio. Esa es la sinopsis de No necesitan presentación, cuya tercera temporada se transmite por Netflix.

Lo cierto es que no sabemos si David Letterman era así, cuando era el amo de la televisión, cuando si ibas a su programa formaba parte de tu éxito, cuando tu presencia por el suceso era refrendada por una invitación a su show.

Cuando uno da clases de entrevista, aconseja todo lo que no hace Letterman en No necesitan presentación. Como si estuviera gagá o como si representara una vieja fórmula del periodismo, su figura paternalista, humorística sí, pero sólo si adoras al conductor, se convierte en algo difícil de soportar.

Cuando vino por ejemplo, Robert Downey Jr., alguien que no da muchas entrevistas, pero cuando lo hace es muy bueno escucharlo hablar de sus múltiples renacimientos, claro, si haces frívola y chistosa la presentación, él irá por esa vía y no lograrás sacarle nada.

Encima, David tiene una tendencia a hablar de sí mismo todo el tiempo, sabemos de su alcoholismo, de su hijo de 16 años, del despido de la CBS (fueron 22 años a cargo del Late Show with David Letterman) y a veces nos olvidamos qué hace ahí el invitado.

Así fue con nuestro amado Robertito, donde David empezó a hablar de sus problemas con el alcohol y de pronto casi se va en un monólogo de arrepentimiento, hasta que dijo: “Bueno, siempre hablo de mí mismo, me regañan por eso…”

Tráiler de No necesitan presentación. Video tomado del canal de Netflix en la plataforma YouTube.

A veces se hace difícil establecer el discurso de la entrevista. Uno no entiende o quizás las hace para el público estadounidense, pero le cuesta comprender hacia dónde va David Letterman con figuras controversiales, de mucho estrellato, con personajes como Kanye West o la mismísima Kim Kardashian (una entrevista en la que ella, tan ingenua, contó cosas y dio opiniones geniales), a la que le pidió perdón por haberse reído de ella en el show de David Letterman, diciendo cosas como “me pagaban por burlarme de ti”.

No sabemos si Letterman está viejo (aunque es difícil, no es tan grande, tiene 73 años), lo cierto es que en esta tercera temporada se hace duro verlo caminar por el estudio, a veces dando la idea de que no sabe dónde está ni para qué está.

A lo mejor se creyó su propio estrellato, algo que no es bueno para un periodista, donde él está como un puente para presentar a las verdaderas figuras. Qué lástima. O a lo mejor no se cree su propio estrellato, el haber marcado caminos para Seinfeld y Los Simpson, sentado como un dios en su sillón para que el invitado te convenza de sus virtudes.


Esta nota se publicó originalmente en Maremoto Maristain:

¿David Letterman está gagá? Insoportable su programa en Netflix


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