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Por Mónica Maristain

Ciudad de México, 18 de noviembre de 2020 [00:01 GMT-5] (Maremoto Maristain)

Mujer en papel, de Cecilia Fuentes Macedo, ha recibido el premio CANIEM 2020, en la categoría de no ficción. Primero, el libro es maravilloso editorialmente hablando. Ha sido publicado por Deborah Holtz, la dueña de Trilce ediciones. Como tal, tiene el sello distintivo de una gran editora y de una editorial que siempre va a los buenos. Así pasó con el libro dedicado al taco, La Tacopedia (Trilce ediciones, 2015), una conjunción entre diseño, costumbres y por supuesto el contenido ideal.

A veces hay que pensar en las empresas independientes. Lo que hace Holtz es ir a la calidad suprema y desde allí establecer su funcionamiento. No tiene sentido para ella publicar muchos libros, hacer tiradas cortas y persistir desde ese lugar pequeño, sin mediar en el mundo editorial con verdadera fuerza. Siempre decimos que Debora tiene carácter difícil. Es probable, pero su personalidad y sus decisiones la han llevado a ese lugar donde, desde la independencia, hace libros muy mexicanos y marca una diferencia con las grandes editoriales.

Cecilia Fuentes
Portada de Mujer en papel, de Cecilia Fuentes.

Ahora bien, vamos al libro. La autora, la diseñadora Cecilia Fuentes ha tardado 30 años en darlo a conocer. Es la vida de su madre, Rita Macedo, quien se suicidó el 6 de diciembre de 1993, cuando tenía 68 años. Se llama Mujer en papel. Cecilia ha tenido varios obstáculos para editar su libro, entre ellos tratar de mantener la buena e intachable imagen de su padre, el escritor Carlos Fuentes, que es vigilada por su viuda, la periodista Silvia Lemus. No le deja publicar, por ejemplo, las cartas que hay entre su padres. Tampoco puede hablar de sus dos hermanos muertos, Natasha y Carlos, en unas memorias donde nadie se salva, fruto de un testigo que no sólo los conoce a todos, sino que a todos los ha padecido.

Cecilia no es una víctima y tampoco tiene rencor. La lectura de su libro es meterse de lleno a una mujer compleja, “que siempre estaba en un papel de cine”, cuenta ella. También se trata de una reconciliación con su padre, a quien ella no vio realmente cómo era, a raíz, sobre todo, de cómo la habían criado en contra de él.

Cecilia Fuentes Macedo nació el 7 de agosto de 1962 en la Ciudad de México. Estudió dibujo y fotografía en el California College of Arts and Crafts, en Oakland, California. Más tarde se trasladó a Nueva York para estudiar la licenciatura en Comunicaciones en el New York Institute of Technology. Interesada en las computadoras personales, de reciente aparición durante su estadía en Estados Unidos, cursó un diplomado en sistemas de microcomputación en The New School for Social Research de Manhattan.

Desde muy joven, se ha relacionado con los medios de comunicación, las artes escénicas y la literatura. Uno de sus primeros trabajos fue el de transcribir algunos de los manuscritos de su padre. Trabajó en diversas instituciones y empresas como la ONU, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y Televisa. También ha escrito diversos artículos para el periódico Milenio.

“Fue un golpe de gusto cuando logré que saliera. Yo llevaba 30 años masticando el libro en todos los formatos, lo tenía muy visto, muy asimilado. Fue más bien lograr sacarlo y ahora mantenerlo en la mitad de la pandemia”, dice Cecilia.

Las memorias de Rita Macedo nos trasladan a una época histórica y lujosa de México, con grandes personajes intelectuales que construyeron los cimientos de este país. En este caso, a las palabras de Rita, Cecilia tuvo darles un tono certero, a través de mucha investigación. “Mi madre contaba las cosas como si todos hubiéramos estado ahí. Cuando empecé con el libro, el Internet estaba en pañales, ahora todo tiene una gran información. Me puse a investigar quiénes eran las personas de las que hablaba. El ambiente de México, de Hollywood, de Europa con mi padre, si logró lucirse mucho más”, expresa.

Una de las cosas que descubrió de su padre después de armar el libro fue cuánto la amaba, cuánto ella lo amaba, como una reconciliación hecha hacia el Más Allá, que es una lástima que no se haya dado en vida. “Cada una de las faltas del señor Carlos Fuentes me parecen deliciosas. Yo quiero al padre que tuve y que fue. De ella decían: “La loca de Rita” y se les olvida que fue una mujer que tuvo todo y que perdió todo por su propio gusto. Después trató de que se acordaran de ella y este libro es un homenaje”, afirma.

Esta mujer, que a veces tenía que salir con una maleta porque su madre estaba enojada y sus enojos le duraban tres meses. “Mi madre siempre estaba en un papel, cuando mi padre se va me pone en el lugar de él. No puedes ser la mamá de tu marido, era una relación muy difícil, esos choques emocionales donde ella me insultaba, tenía una boca tremenda… Así nos llevábamos, así la quería yo, mi hermana Julissa nunca la ha perdonado”, agrega.

“Yo me mantuve siempre calladita, hagan todas las pendejadas que quieran y no diré nada; por supuesto que cuando se murió mi padre me dolió mucho. Ya que se murieron ambos, me he metido como puedo para dar a conocer mi libro, se me quitó la pena, no tengo nada que perder y quiero divertirme. Ya enterramos a todos, esta es mi verdad. Ya enterramos a todos, ya no queda nadie, los que quieran unirse vengan y reviviremos a todos los muertitos. A los que no podemos, como mis hermanos, no lo haremos, pues la madre no quiere”, dice.

Cecilia, en su libro, expresa su cariño por Silvia Lemus, a pesar de lo cual no le permite publicar las cartas entre Rita y Carlos. “Lo que pasa es que Silvia y mi padre se inventaron un mundo ficticio. Los éxitos son reales, pero hicieron un mundo ficticio de su familia y personal, siguen sin entender lo que pasa. Ella sigue defendiendo un mundo que no existe. Yo intento revivirlo con sus amantes, con sus fiestas, con sus desmadres y no porque escribió los libros más importantes de Latinoamérica. Sí, lo hizo, pero también fue este señor que hizo estas cosas y las otras”, expresa.

“Hay mucha gente inculta y yo me considero inculta. Me pones a Don Quijote y me salen ronchitas. Vamos a hacer la vida ligera, quiero que mis padres sean ligeros. No me han dejado sacar las cartas y las he leído online y la gente disfrutó mucho. No hay cosas para hacer tanto drama”, explica.

“Lo que pasó con mis hermanos no pasó así de repente. Lo que pasa que ellos no se dieron cuenta. Yo tal vez fui más alivianada que mis hermanos, tal vez más mensa, pero no tenía el peso que ellos tenían de ir y venir. Esas tragedias ellos la apoyaron muchísimo. No quisieron nunca contar lo que les pasaba con sus hijos”, agrega.

Cecilia Fuentes
Cecilia Fuentes con ejemplares de Mujer en papel. Foto cortesía de Maremoto Maristain: https://monicamaristain.com/yo-intento-revivirlo-con-sus-desmadres-y-no-porque-escribio-los-libros-mas-importantes-de-latinoamerica-cecilia-fuentes/

“Con respecto a mi padre me había metido la idea de que no me quería y sólo me fui retroalimentando. Él me fue echando de lado, pero yo era muy ciega con respecto a él. Yo me hice bolas sola, después empecé a leer las cartas y me di cuenta de que él luchó, unas cartas preciosas que me escribía, lo que realmente hizo mi padre. Mi madre siempre me dijo mentiras acerca de mi padre, descubrí cartas hermosas que él me mandaba”, afirma.

El pasado y el lugar donde creció Rita Macedo fue tremendo, de orfanato en orfanato. “Puras cosas horribles, pasó una infancia tan espantosa y nunca se recuperó. Eso la atoró toda la vida y su madre era espantosa. Mi madre quedó muy traumada y nos lo hizo pagar a todos”, expresa. “A veces me dice que mi madre fue mala, pero conmigo mi madre fue muy buena, tal vez con mis hermanos, Julissa y Luis no, los dejó ahí tirados. No la critico, no pienso que tener un hijo tienes que estar hincada frente a él todo el tiempo”, cuenta.

Carlos Fuentes y Rita Macedo vivieron cuando eran jóvenes una vida de lujo y de diversión, con grandes fiestas que Cecilia cuenta en su libro. “Eran unos fiestonones brutales, mi madre las contaba. No vi drogas, la droga eran la inteligencia y los buenos modales. Estaban todos, los nacionales, los internacionales, mi padre era el galán, mi madre le permitía todo. Mi padre era un niño baboso que estaba empezando a escribir y mi madre pensaba que si quería ir a tirarse a cinco viejas, que vaya. Nada de celos, aunque eso pasó mucho después y por otras cosas”, relata.

“Yo me divertía mucho, viajábamos todos los días, aunque ese mundo se me acabó entre los 7 y los 11 años. Este libro es un bombón perfecto dedicado a mi madre. Es un gran placer ver que la gente ha aceptado las ideas de mi madre y de mi padre”, dice.

“Nunca he sido rencorosa. Tenía resentimiento con mi padre cuando hice el libro, pero ya se me quitó. Tengo coraje con mi madre porque se fue sin avisarme, eso nunca le perdoné”, concluye.


Esta nota se publicó originalmente en Maremoto Maristain:

“Yo intento revivirlo con sus desmadres y no porque escribió los libros más importantes de Latinoamérica”: Cecilia Fuentes


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