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Por Carlos Bortoni (@_bortoni)

Ciudad de México, 21 de octubre de 2022 [00:02 GMT-5] (Neotraba)

Me paré de la mesa para ir por otro vaso de agua de jamaica. Las posibilidades en una fiesta infantil son directamente proporcionales a la edad de los niños, mientras menos años tengan, menores serán las alternativas que uno tiene para desentenderse y mantener una sana distancia del resto de los padres de familia. Recorrí los pocos pasos que separaban mi lugar de la barra donde estaban los vitroleros con el agua, tomé un vaso y me disponía a servirme cuando una de las trabajadoras del salón de fiestas se acercó y me ofreció su ayuda. Me llamó la atención el uniforme con el que los obligaban a vestirse, un atuendo que denotaba el más burdo entendimiento de lo que implica la infancia. Pero me llamó más la atención que el nombre en su placa de identificación estuviera escrito al revés, empezando por la ultima letra y terminado con la primera. –¡Vaya! –dije– ¡Además de obligarlos a usar ese uniforme, escriben sus nombres al revés! –¿Perdón? –preguntó ella. –Tu nombre, Diana, lo escribieron al revés, Anaid. –No. Me llamo Anaid –dijo al mismo tiempo que me entregaba el vaso con agua de Jamaica. No comenté nada más, le di las gracias y recorrí de regreso los pocos vasos que separaban la barra de la mesa donde estaba sentado.


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