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Linde Faz de Aldo Rosales Valázquez, foto de Adonai Castañeda
Linde Faz de Aldo Rosales Valázquez, foto de Adonai Castañeda

Por Adonai Castañeda

Puebla, México, 9 de agosto de 2019

Octavio Paz afirmaba que los mexicanos percibían a la vida como una lucha constante. La figura del luchador es un símbolo aún vigente en la cultura mexicana. No sólo porque surgió de los tiempos antiguos de guerra o resistencia –posteriormente abocado al deporte–, sino porque su carácter se ha vuelto un emblema para aquellos que buscan mejorar su calidad de vida dentro del país. Sin distinción de oficio, con máscara, guantes, o sin ellos, todos luchamos y resistimos de manera cotidiana, incluso aquellos que gozan del triunfo y la fama.

El tema de los deportes de contacto –lucha libre, box, entre otros– permite conocer nuevas perspectivas de México ante el mundo. Esta propuesta, que combate a puño limpio los lugares comunes en el periodismo, se hace presente en Linde faz del escritor mexicano Aldo Rosales Velázquez (Ciudad de México, 1986), libro ganador del Premio Nacional de Crónica Joven Ricardo Garibay en 2018 y publicado por el Fondo Editorial Tierra Adentro.

Aldo Rosales, con experiencia previa en la literatura que alude a la lucha libre y el box, aporta una vez más a este campo con sensibilidad y crítica. Linde faz (FETA, 2018), su primer trabajo publicado en el género del periodismo, documenta los diálogos con cinco figuras importantes en esta clase de deportes: el luchador exótico La Chona; la luchadora Ludark Shaitán; la luchadora Tania la guerrillera; Yezka, alumna de esta última y la boxeadora Brenda Fernández.

El título del libro, revelador en apenas dos palabras, es un acierto porque enseguida plasma el hilo en común de las cinco crónicas que contiene: el lugar donde terminan los rostros y lo que la apariencia permite que veamos. Estas dos palabras significan el alma del libro: nos invitan a formar parte del día de cinco seres humanos que abandonan sus máscaras y guantes para darle pelea a los altibajos de la vida.

El trabajo como periodista es arduo: es indispensable saber cómo focalizar a los sujetos involucrados; algo que Rosales toma como prioridad al utilizar la entrevista como método para platicar con los luchadores, y no se queda en ese precepto, sino que narra cronológicamente la situación desde antes de charlar con ellos. Nos ofrece una vivencia con un hábil manejo de la palabra y de la descripción, sin ser él quien sobresalga en la crónica.

El autor tiene la virtud de provocar sentimientos en sus lectores porque, con ojo y oído críticos, transmite lo que los entrevistados quieren decir: los hace encontrar las palabras adecuadas para expresarse. En ese punto, Linde faz cumple con mantener al lector en la expectativa y rebasa la realidad constantemente: la narración y el diálogo enriquecen el salto fuera de la ficción hacia la cruda realidad de las mujeres y hombres de México.

Linde faz abre con la crónica titulada “El lugar de los límites”, donde Rosales entrevista al luchador exótico la Chona. Narra la llegada al lugar acordado. Enseguida, las declaraciones de la Chona –que sin maquillaje ni ademanes femeninos es un hombre que lucha contra la enfermedad y la discriminación–, donde detalla el machismo y homofobia dirigidos hacia su personaje, a pesar de que su orientación sea heterosexual.

El autor indaga con sensibilidad sobre algunas anécdotas y demuestra su inquietud por desenmascarar a la Chona para conmover al lector; hace ver a la crónica como uno de los géneros que mejor esgrime. Tras esta apertura inteligente, Rosales vuelve con otro testimonio, en este caso hacia la faceta femenina y así lo lleva a cabo con el resto del libro: en “Ludark Shaitán a las puertas del tiempo”, el autor transmite con eficacia la preocupación de Shaitán por los medios de comunicación, y con ello la educación mexicana. Además, de esto, rescata el papel de la mujer en el mundo y aboga por la libertad.

Rosales, sin dificultad para cuestionar, busca respuesta en el valor de la lucha para la vida, a lo que Shaitán responde: «[…] lo importante es creer en ti: si tú mismo no lo haces, si tú mismo dudas, para nadie serás real.»

A partir de aquí se muestra otro de los motivos de Linde faz: el acto educativo. Por ello, la tercera crónica titulada “Esto también es revolución” nos da cuenta de la importancia de los hombros sobre los cuales subimos para escalar al éxito. Es aquí donde Rosales nos da a conocer a Tania la guerrillera, a través de la historia que ella cuenta de la guerra civil en el Salvador en 1992. El tema que da la charla es la revolución contra lo establecido socialmente, sin abandonar las enseñanzas ni olvidar a nuestros maestros.

El autor dilucida con la reflexión: ¿Qué se busca ahora con la educación? Donde se destaca el sacrificio que hace el docente por ver cómo sus alumnos alcanzan el éxito. Por otro lado, y una vez más, el orden de los factores afecta directamente al producto de manera positiva: Rosales, tras presentarnos a Tania, nos trae a Yezka, su alumna, quien da testimonio en “Llámese azar o destino”.

El viaje, concluye el autor, es una oportunidad para vislumbrar las diferencias culturales entre algunos países y así lo cuenta Yezka, como estudiante de creación literaria que ve en la lucha libre un objeto de estudio en México además de luchar también sobre el ring. Ella nota al luchador en su calidad de resistencia, de deseo de ascender y ser mejor. Con un buen manejo del humor y de lo lúdico en el periodismo narrativo, cierra con esto la relación maestra-alumna que se posiciona como columna vertebral del libro.

Al finalizar con la crónica “Buenas maneras”, en la que entrevista a Brenda Fernández, única boxeadora en el libro, Rosales establece que la importancia del mentor es una necesidad humana para cualquier actividad, más allá del trabajo en los deportes de contacto, porque el ser humano actúa en un principio por imitación y se moldea a través de triunfos y derrotas. En esta crónica la boxeadora afirma que la derrota es necesaria para el éxito, junto con la constancia. El autor demuestra aquí un cierre adecuado al tono del libro.

Un punto a favor de esto es que en el cuerpo del libro se visibilizan las diferencias entre cada uno de los caracteres entrevistados, lo que elimina la posible monotonía. Linde faz es ejemplo de conocimiento amplio con respecto al periodismo, ya que establece las charlas desde los criterios de las figuras y no da paso a lo innecesario: cada página y oración que relata estos encuentros los vuelve valiosos. Rosales nos entrega, con maestría, un testimonio total desde el arte de la lucha a la contra.

En conclusión, Linde faz esgrime una voz interesada en la verdad directa de sectores que sufren los golpes de la vida. Hace ver a la crónica como un género indispensable en las letras mexicanas para exponer la realidad del país y se hace de un lugar bien merecido en el periodismo. Busca el papel de las mujeres, porque, son ellas quienes abarcan la mayoría del libro. Nos muestra a seres humanos con ganas de superación, de vivir. Refleja a un México perseverante que busca éxito y en el cual el autor confía y hace confiar con cada página. La capacidad empática de este se convierte luego en admiración. Pero sobre todo, nos recuerda que se pelea más fuerte fuera del ring.

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Aldo Rosales Velázquez. Linde faz. México. Fondo Editorial Tierra Adentro. 2018. 92pp. ISBN: 9786077459408.

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