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Por Mónica Maristain

Ciudad de México, 23 de noviembre de 2022 [00:03 GMT-5] (Maremoto Maristain)

Relacionarse con una novela de Álvaro Enrigue es entrar en la tradición de la actual narrativa mexicana contemporánea. No sólo ha escrito libros portentosos como por ejemplo Decencia o el reciente Ahora me rindo y eso es todo, ambos por Anagrama, sino que ha hecho ensayos tan provocadores como Valiente clase media. Dinero, letras y cursilería.

Decir que el escritor tiene una narrativa prodigiosa es tan frívolo como cuando él mismo se describe como “un mexicano muy orgulloso”. Lo cierto es que aparte de los lugares comunes, es absolutamente verdadero.

No podríamos armar un sistema de competencias, pero sin duda Enrigue es uno de nuestros mejores autores, no sólo por lo que dice, sino por cómo lo dice.

Desde el archivo –en ella también están Muerte súbita y Ahora me rindo y eso es todo– regresa ahora con el encuentro entre Hernán Cortés y Moctezuma, en la novela Tu sueño imperios han sido, editada por Anagrama, la editorial a la que el autor es fiel y que asegura en la sinopsis que “unos no han visto jamás en su vida caballos, los otros nunca hasta ahora han probado el chocolate”.

Este es el encuentro entre dos mundos, dos imperios, dos idiomas, dos cosmovisiones. Álvaro Enrigue construye una ficción alrededor de esta reunión donde todo lo que se sabe es más o menos leyenda. Hay algunos escritos de los cronistas de la época, pero poco más, en manos de este “inteligentísimo autor”: definición de Carlos Fuentes.

Tu sueño imperios han sido parece ser una novela histórica, pero es fantástica. Inventa un mundo desde el hoy y da la sensación de que Enrigue atraviesa el género del historicismo hasta atraparlo y pulverizarlo. Son novelas de archivos incandescentes, que certifican ciertos hechos globales, pero no los detalles. ¿Qué hará Álvaro después de esta novela? ¿Escribirá autoficción? “Escribir sobre mi obligo en Harlem me haría morir de fatiga”, dice.

“Los gobiernos en torno a las culturas indígenas pasan muy rápido. No son importantes. Si me parece que hay una conversación larga que en los últimos años afortunadamente se ha apurado, se ha vuelto más visible, de cómo era ese mundo y de cómo influye en el globo en el momento en que sucede el primero y los subsecuentes contactos con Europa. Europa es la nariz de ese primer contacto, los europeos que llegan a México en los primeros 100 años de la ocupación, vienen pocos y son casi todos de Cuba. Hacia fines del siglo XVI comienzan a llegar más españoles. La gran migración es africana, una migración forzada, que es la que realmente modifica el entorno en América Latina. Muy poco tiempo después llega la migración asiática con las naos y funda esa ciudad misteriosa que es la Ciudad de México”, afirma Enrigue.

“Esa visión del pasado precolombino siempre será literaria, porque nunca vamos a poder saber cómo era realmente. Tenemos las ruinas, las crónicas que son parciales, son documentos políticos de no sé si seguir diciendo: vencedores, invasores, no estoy seguro de que ellos hayan vencido. No me parece que México sea un país europeo, es un territorio para la literatura. Por supuesto, están las poblaciones indígenas que todavía existen, están en México, están en Perú y es un tema distinto. Esta novela trata de asomarse al mundo justo anterior a la invasión”, agrega.

Álvaro Enrigue nació en México en 1969, ha ganado el Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz en 1996 con La muerte de un instalador, el Premio Herralde en 2013 con Muerte súbita, a los que se unieron el Premio Ciudad de Barcelona de literatura en lengua castellana 2013 y el Premio Iberoamericano de novela Elena Poniatowska 2014 por la misma novela.

Tus sueños imperios han sido de Álvaro Enrigue
Tus sueños imperios han sido de Álvaro Enrigue

“Para mí es fascinante imaginarme ese mundo. Es un mundo que cada generación debe ir inventando. Tenemos formaciones ideológicas distintas, no me parezco nada a los autores que escribieron este tema antes. Es un libro que durante mucho tiempo se llamaba Restitución, un poco porque trataba de presentar este mundo a la luz de lo que ya sabemos”, afirma.

“La novela está escrita en base a un archivo muy preciso. Lo que ves es lo que sabemos que había. Las maneras de vestirse, los olores, es una novela olorosa, sé que en la ciudad de México uno se guía por los olores y vivo en Nueva York, que es pestilente. Toda la vida he trabajado con archivos, pero al mismo tiempo es una novela fantástica, no es una novela histórica. Tiene mucho más que ver con El Aleph, de Jorge Luis Borges, con La noche boca arriba, de Julio Cortázar, que con una novela histórica”, expresa Enrigue, que ha presentado Tu sueño imperios han sido, en la Feria de Monterrey y en la Ciudad de México.

“El archivo es histórico, pero es una estrategia para colar una narración evidentemente fantástica”, agrega.

“Un escritor cada vez más inseguro, recuerdo el aplomo con el que escribía cuando era joven. Ahora soy un escritor muy cuidadoso, mi derivación hacia los archivos es porque me siento más protegido en las bibliotecas. También soy un escritor que ha leído más. Cuando era joven me desesperaba muchísimo que todo el mundo conociera toda la literatura latinoamericana y la mundial y yo no. Es a los 40 y tantos cuando te vuelves un poco seguro, porque cuando te preguntan algo en una clase, vas a poder responder. Por un lado soy un escritor que se preocupa enormemente porque el adverbio esté en el lugar correcto y por el otro un autor que se siente cómodo porque ha encontrado la manera de escribir”, dice Enrigue, hermano también de otro escritor, Jordi Soler.

“Pienso en escribir sobre mi ombligo en Harlem y me podría morir de fatiga. No me interesa la autoficción, leo a muy pocos escritores que escriben sobre el patio de su casa”, admite.

“A Emmanuel Carrere lo leo seguido, lo admiro muchísimo, con él hay cierta obsesión por el archivo. He leído a Annie Ernaux. Leo literatura del siglo XVII, porque doy clases sobre eso y mi relación con la mesa de novedades es cada vez más lejana. Hay que contar que no vivo aquí, sino en Nueva York, donde la industria editorial es la máquina de matar. Lo que dice el algoritmo que se va a vender, es lo que se ofrece en el mercado. Eso no me interesa”, afirma.

Siempre fue un outsider Álvaro Enrigue, no forma parte de lo que consideramos literatura mexicana. Se siente como alguien que ha persistido. “Nunca pertenecí a ningún grupo, siempre me sentí como un escritor independiente. Ahora bien, sólo porque vivo afuera y soy viejo, puedo entender cabalmente la densidad cultural mexicana. Creo que parte del encanto de México es que no se entiende, es un país tremendamente opaco”, afirma.

“Hay un sistema de clases que tiene que ver con la raza y la angustia frente a un proceso de colonización es tremenda. No se agota. Yo, de todos modos, soy un mexicano con una autoestima nacional enorme. Nunca me hice europeo, nunca me hice gringo, para mí es un honor ser mexicano y estoy muy orgulloso. Ese orgullo no viene de los tacos de nopales con gusanos de maguey, aunque pase por ahí, sino que me he pasado la vida leyendo y tengo muy buenas razones para argumentar que el diseño de esto, que llamamos América, sucedió en ese momento. Y el diseño de esto que llamamos modernidad sucedió en la Ciudad de México. Si seguimos hablando de la visión de los vencidos, que llegaron los españoles y al otro día había monjas y una catedral no vamos a entender nada”, expresa.

“Hay que cambiar el punto de vista y esta novela propone un cambio de punto de vista. Salirnos de Las venas abiertas de América Latina (Eduardo Galeano) y empezar a entender cuáles son las aportaciones de mi rancho, de mi pueblito, de la Ciudad de México, a la cultura occidental. Y son muchas. La primera ciudad moderna es Ciudad de México, luego Puebla, Monterrey, Saltillo, Lima hasta Buenos Aires y después regresa a Europa”, afirma.


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