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La doctora Ana Karen Muñoz Solís. Foto cortesía de la doctora.
La doctora Ana Karen Muñoz Solís. Foto cortesía de la doctora

Por Óscar Alarcón (@metaoscar)

Puebla, México, 08 de abril de 2020 (Neotraba)

Después del año 2020 el mundo va a cambiar como lo conocemos. El COVID-19 será un punto de referencia para los mercados internacionales. Del mismo modo, nuestra vida cotidiana también cambiará. La doctora Ana Karen Muñoz Solís es urgencióloga, su labor es de vital importancia pues los urgenciólogos reciben a los pacientes cuando llegan al área de Urgencias no importa el estado en el que se encuentren. Su atención médica se lleva a cabo sin conocer el estado de salud ni los antecedentes de la persona.

En esta entrevista nos explica la forma en la que ella se protege antes y después de atender pacientes con posible contagio de coronavirus. Para no estigmatizar a ningún médico, paciente o trabajador del área de la salud hemos decidido no revelar el nombre de los hospitales donde labora.

ISSSTE Hospital Regional Lic. Adolfo López Mateos. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
ISSSTE Hospital Regional Lic. Adolfo López Mateos. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

Óscar Alarcón. ¿Qué es un urgenciólogo?

Ana Karen Muñoz Solís. Soy urgencióloga porque tengo la especialidad en Urgencias Médico-Quirúrgicas.

El urgenciólogo es un especialista que se dedica a las urgencias de cualquier tipo de especialidad. No tenemos un ramo específico. Vemos urgencias de niños, de adultos, de embarazadas, de viejitos, de todas las especialidades. La forma en la que nosotros nos preparamos es la misma en la que se prepara un cardiólogo, un internista, un ginecólogo.

Nos preparamos a través de un examen de residencias médicas o Examen Nacional de Medicina (ENAM por su abreviatura). Hacemos tres años de especialidad y cuatro meses de servicio social o rotación de campo en alguna comunidad.

Nos dedicamos a los 15 minutos más interesantes de cualquier especialidad, como nosotros lo decimos. Nos encargamos de la parte más crítica de todas las especialidades. El urgenciólogo tiene como objetivo clasificar a los pacientes y a partir de eso determinar a qué paciente se le va a dar la prioridad para la atención. Estabilizar al paciente y retirarlo del inminente peligro de muerte y posteriormente darle un tratamiento específico, ayudándonos de las otras especialidades.

Debemos de tener la capacidad de dar un tratamiento a pacientes que no conocemos al 100%. Otras especialidades tienen la ventaja que saben de qué se trata su paciente: un cardiólogo, un internista, un gastroenterólogo saben y tienen el tiempo suficiente para poder conocer a su paciente, preguntarle al familiar, tener laboratorios de control, ultrasonidos, radiografías.

Sin embargo, el urgenciólogo es aquel que se encarga de dar un diagnóstico, algunas veces equivocado, porque no cuentas con información previa. No cuentas con antecedentes y ni siquiera con un paciente despierto. Como llega es la forma en la que nosotros tenemos que abordar, con poca información y tomar decisiones críticas.

Hospital del gobierno de la Ciudad de México Hospital General Xoco. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
Hospital del gobierno de la Ciudad de México Hospital General Xoco. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

ÓA. Aunque la pandemia por el COVID-19 es el tema que está presente en este momento, hay otros riesgos que corres al ser urgencióloga. ¿Cuáles son las medidas que tomas para protegerte en el área de urgencias?

AKMS. En la mayoría de los hospitales, para COVID-19 lo que se hace es un triage respiratorio.

Todos los pacientes que tienen sintomatología respiratoria entran por una parte y así evitar contagio con otros pacientes que llegan por otro tipo de urgencias. A pesar de que estamos en una pandemia no deja de haber enfermos de diabetes, pacientes complicados cardiacos o de otro tipo de enfermedades. Como urgenciólogos tenemos que clasificar y hacer la división de los pacientes.

Las medidas que tomo dentro del cuadro con pacientes con COVID-19 son: utilizar doble quirúrgico, es decir, tu ropa luego otro pantalón quirúrgico y filipina. Posteriormente utilizamos una bata desechable, gorro, goggles, mascarillas N95 o especiales de cierre hermético, botas y triple guante. Lo de menos es ponérselo, lo difícil es la forma en la que te desplazas al área para evitar contacto o tocar cosas que las demás personas podrían tocar e infectarse.

Después viene el protocolo del retiro del gorro, de los guantes, de la bata. Pero entre paso y paso tenemos que ir poniéndonos alcohol o soluciones alcoholadas, soluciones cloradas para poder retirar los guantes, otra vez para retirar goggles, otra vez para retirar bata, otra vez para retirar botas y otra vez para retirar el cubrebocas. Finalmente un lavado exhaustivo de manos.

ISSSTE Ambulancias. Centro Médico Nacional 20 de Noviembre. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
ISSSTE Ambulancias. Centro Médico Nacional 20 de Noviembre. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

ÓA. ¿Y cuáles son las medidas de protección que llevas al llegar a casa en un momento como este?

AKMS. Llevo otro cambio de ropa. Termina mi jornada, me cambio la ropa con la que estuve durante mi turno, incluyendo calzado.

Llego a mi casa y en la entrada tengo una caja para mis zapatos que traía de la calle. Me cambio de calzado, uso gel y paso al cuarto de lavado, me quito toda la ropa que me cambié en el hospital y la ropa que usé en mi jornada toda la echo a lavar de inmediato –ahí ya me espera la bata de baño.

Cabe mencionar que yo en ningún momento tengo contacto con mi familia, a ellos les aviso que voy a llegar y se encierran.

Lavo esa ropa y me baño. La bata que uso también la saco al cuarto de lavado para que se quede lista para cuando vuelva a regresar. Hasta después de bañarme salgo por la ropa que lavé, la tiendo y vuelvo a lavarme las manos hasta los codos.

En mi casa prácticamente vivo aislada, tengo un cuarto solo para mí, con una sala y mi familia me prepara la comida pero la deja afuera en una mesa. Dejan la comida, ellos no la meten. Yo la tomo. Como sola y ahí guardo mis trastes. Cuando ya no hay nadie en el patio, tomo los trastes y yo los lavo aparte con agua, jabón y cloro. Los dejo ahí y mi familia los toma y los tienen completamente aislados. Si necesito algo les hablo por teléfono, lo dejan en la mesa de afuera, lo tomo y después de que lo uso vuelvo a lavarlo.

La comunicación es por celular o por videollamadas, no he tenido contacto físico con ellos desde hace dos semanas. No he tenido síntomas pero por precaución lo hago.

Cuando me voy a trabajar ando en Uber, no ando en transporte público, me despido desde la ventana y salgo.

ISSSTE Hospital Regional Lic. Adolfo López Mateos. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
ISSSTE Hospital Regional Lic. Adolfo López Mateos. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

ÓA. ¿Consideras que nuestro país estaba preparado para enfrentar una pandemia?

AKMS. No. Creo que el mexicano tiene la peculiaridad de no estar preparado para este tipo de situaciones, sin embargo, el mexicano siempre ha sido solidario, luchón y eso es lo que a lo mejor puede salvarnos en esta ocasión, la solidaridad y las ganas de no afectar a nuestra familia, que esa es otra característica que tenemos los mexicanos: tener muy arraigada a la familia, del mamá y del papá.

No estábamos preparados mentalmente. Lo veíamos muy lejos, como un virus chino que estaba del otro lado del mundo y nunca pensamos que nos fuera a afectar. Además de todas las versiones mágicas que se tienen del virus, que si es inventado, que si existe, que si no…

Creo que mentalmente no estábamos preparados, emocionalmente tampoco: el hecho de saber que tu vida no va a volver a ser la misma. Y financieramente menos, muchísimas empresas y hogares no estaban preparados para un golpe como este, el clásico “guarda pan pa’ mayo”, como decía mi abuelito fue en donde nos quebró. El 80% de la población en México no está preparado porque vive al día.

ISSSTE Centro Médico Nacional 20 de Noviembre. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
ISSSTE Centro Médico Nacional 20 de Noviembre. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

ÓA. ¿Cómo fue que decidiste ser urgencióloga?

AKMS. Lo decidí desde la universidad. Siempre me vi trabajando con mucha adrenalina, en un panorama de estrés. Y cuando iba en la Universidad tomé una clase –no como tal Urgencias porque no hay–, que era una optativa que se llama Primeros Auxilios, luego Nosología de Tórax donde veía las urgencias pero donde realmente me enamoré de las urgencias fue durante el internado rotatorio de pre-grado, que es de un año y que los médicos hacemos, lo que en otras carreras sería práctica clínica.

En nuestro caso es un año en algún hospital con guardias cada tres días. Yo la hice en el hospital de San Alejandro en la ciudad de Puebla, que junto con el hospital donde hice la especialidad –el Hospital General Regional Número 25 en la Ciudad de México– eran considerados las salas más grandes de urgencias de Latinoamérica. Ahí fue donde descubrí que el carácter del urgenciólogo tiene que salvar la vida de los pacientes con pocos recursos.

Me daba cuenta que sin información, con pocos recursos y con tiempo limitado tenías que resolver los problemas. Siempre me han gustado los retos, el estrés, saber que lo puedes hacer con esa energía. Si no me veo en otra carrera mucho menos en otra especialidad. Creo que la especialidad te busca.

Para mí Urgencias es mi vida, me apasiona llegar a un servicio de urgencias, me apasiona ver a un paciente de choque, se ríen de mí pero me apasiona ver sangre, me apasiona ver pacientes complicados que es ahí donde viene la emoción de ser urgenciólogo. El doctor Juan Manuel Rocha Luna, que es de la primera generación de urgenciólogos en el país, siempre nos decía eso: el urgenciólogo es aquel que tiene el arte de tener orden en el caos.

Creo que por eso amo urgencias y en la pandemia es donde más necesitamos de todos, pero necesitamos el temple del urgenciólogo. Te preparan para tener la mente fría, el corazón caliente y las decisiones certeras.

En el hospital donde hice la residencia me decían que el urgenciólogo debía de tener mente, corazón y huevos. Las mujeres urgenciólogas nos caracterizamos porque no somos mujeres normales, somos valientes.

Una experiencia que a mí me marcó fue una vez que tenía a un paciente delicado, me acerqué a un doctor –me acuerdo que era de noche– y le dije “Doctor, me da miedo” y me acuerdo que me regañó, me dijo que el urgenciólogo no tiene miedo. Me hizo hacer una plana de 300 veces donde decía “soy urgencióloga, no tengo miedo, soy valiente”.

La especialidad de urgencióloga es un terreno poco conocido. Cuando me toca decir la especialidad que tengo, todo mundo se queda como diciendo “¿Qué?, ¿eres internista?”, es una especialidad relativamente joven.

Se fundó después del temblor del ’85, donde se dieron cuenta que no había un personal capaz, con el temple para tratar a pacientes de todas las especialidades de manera aguda.

Traían a los cardiólogos y tal vez sabían tratar un infarto pero no una contusión cardiaca. O un paciente en paro o un paciente con un choque hipovolémico por alguna hemorragia u otro tipo de trauma. Ahí nace la medicina de urgencias y se funda en el Hospital Balbuena. El doctor Juan Manuel Rocha Luna, de la primera generación de urgenciólogos, fue mi maestro.

La historia de los urgenciólogos fue luchar por una especialidad que no encontraba lugar, porque son médicos que trabajan de manera rápida, con pocos recursos y no estaban acostumbrados a ese tipo de abordaje en los pacientes.

El urgenciólogo es el médico que necesita esta pandemia para saber clasificar, para saber qué hacer y para tomar decisiones importantes con los pocos recursos que tenemos.

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