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Carlos René Padilla foto de René García
Carlos René Padilla foto de René García

Por Óscar Alarcón (@metaoscar)

Puebla, México, 5 de enero de 2020 (Neotraba)

El 20 de noviembre de 2019 presentamos el libro ganador del Premio del Concurso del Libro Sonorense 2018 en la categoría de Ensayo en la Biblioteca Central de la BUAP: Los crímenes de Juan Justino y Rodrigo Cobra (Nitro Press, 2019), de Carlos René Padilla. En esta charla el autor señala las diferencias que para él existen entre la novela negra y la novela policial. Un ensayo novelado que nos lleva a descubrir cuál fue la primera novela negra que se escribió en Sonora.

Óscar Alarcón. Los crímenes de Juan Justino y Rodrigo Cobra, me tiene sorprendido porque es un ensayo novelado, lo cual hace que se cabalgue entre los géneros pero el sustento del libro se encuentra en una investigación, ¿podrías platicarnos de qué va el libro?

Carlos René Padilla. Tengo una relación amor-odio con el ensayo. No sé si les pase lo mismo a otros estudiantes. Es un gran producto de divulgación científica o de conocimiento pero la bronca es que de repente es muy enfadoso: leemos tres párrafos y un pie de página, seguimos leyendo y otro pie de página. O algunos pies de página son más grandes que el párrafo.

Ese cuestionamiento como estudiante me provocaba mucho escozor, entonces quise hacer algo diferente –sin perder de vista que el ensayo debe de ser un productor de divulgación de conocimiento– y logré hacerlo de manera práctica.

En algunas partes de México hay un poco de investigación literaria. Sentí que eso no había en Sonora –en la novela negra– y entonces me topo con un punto en el que brinca Gerardo Cornejo, que es uno de los grandes autores sonorenses –fue poeta, cronista, ensayista, novelista– con una novela que se titula Juan Justino Judicial, y por otro lado, justo en la misma época aparece la tríada Darío Galaviz, Alonso Vidal y Abigael Bohórquez. Vidal publicó una sola novela, La madriguera de los cobra, basada en un hecho criminal muy a lo Truman Capote, muy a lo A sangre fría.

Hago un recuento a ver cuál de los dos libros tiene las cualidades de ser una novela negra o una novela policial. La madriguera de los cobra, es una novela de un poeta y me sirve de parámetro para empezar a jugar con esta investigación.

ÓA. Es complicado escribir un ensayo pues se necesita hacer una investigación intensa, bibliográfica y haces hablar a los maestros de El Negro –que es el investigador– y que son Melchor, Gaspar y Baltazar. Están dictando una cátedra y se enumeran las diferencias que hay entre novela policial y novela negra, ¿pudieras abundar en el tema?

CRP. Quizá la gente que nos está escuchando pueda decir “A mí qué me importa lo que digan dos escritores de Sonora”, aunque los sonorenses estamos invadiendo poco a poco Puebla.

He platicado en diferentes universidades y me preguntan eso: ¿cuál es la diferencia entre novela negra y novela policiaca?

Lo que quise hacer es ir de lo general, desde dónde nace –Edgar Allan Poe, el padre de la novela policiaca con Los crímenes de la calle Morgue– y después cómo esto va mutando a Agatha Christie y Arthur Conan Doyle y su personaje más famoso, que es Sherlock Holmes; y de cómo llega a Estados Unidos con Hammett, con Chandler y ya se convierte en novela negra, pero es un poco más sucia, más ruda.

Ese tipo de diferenciación les puede servir a los alumnos para decir “Aquí entra la novela negra. Por ejemplo, Amorcito Corazón, es una novela totalmente policiaca. Yo soy el araña, entra más en una novela negra”. Vas viendo ciertos parámetros pero es algo muy técnico. La línea se difumina muy fácil, el ensayo me sirve de pretexto para platicar sobre los inicios: me voy de Edgar Allan Poe, llego a las primeras novelas negras de México –a vuelo de pájaro hablar de Taibo, Élmer, Bernal–, luego ya concentrarme en Sonora y ver el tipo de literatura que se estaba haciendo en aquellos tiempos.

Parecía que querían anclar toda la literatura en ciudades ajenas a Sonora, querían de repente decir “Que el protagonista viva en Francia o en España” y ahí va a ser un éxito. Y nos olvidamos de escribir lo que estaba ocurriendo en Sonora, en regiones como el Valle.

Sonora tiene demasiadas historias y debíamos quitarnos esa gran capa de provincianos. Muchos escritores comenzaron a darse cuenta que lo que prevalecía era la trama o la historia, que tenían que estar bien contadas no importando dónde las pusieras. De eso también me di cuenta al momento de hacer la investigación y de ver cómo fue evolucionando la literatura en mi estado. No hay un archivo de literatura.

Por ejemplo, en Cuba se lo toman muy en serio, le dan la correspondencia que merece, no la tratan como un subgénero, allá no andan con la alta literatura y la otra. Te gusta o no, así de sencillo. Creo que eso es importante para muchos investigadores saber qué se hacía en Sonora, qué se hacía en Sinaloa, qué se hacía en Puebla en lo literario.

Carlos René Padilla y Óscar Alarcón foto de René García
Carlos René Padilla y Óscar Alarcón foto de René García

ÓA. Noto que el libro es muy didáctico: si quieres saber cuál es la diferencia entre novela negra y novela policial –que no policiaca–, ya que la novela negra tiene como arranque un crimen, que puede investigarse o que la novela gire en torno a éste, y la policiaca tiene como centro gravitacional a un policía.

CRP. Más o menos. La novela policial –no es policiaca porque no la escriben los policías– hay un investigador que va a resolver el crimen y va a llevar al criminal ante la justicia. Hay que recordar que esto se hacía en la época victoriana, en donde se nos quería señalar que si hacías algo mal te iba a llevar el diablo, era eso.

El investigador en la novela negra no necesariamente tiene que ser alguien que pertenezca al poder de impartición de justicia, puede ser un ciudadano común y corriente, puede ser un estudiante, puede ser un periodista, un profesor, cualquier persona. No es necesario llevar ante la justicia al criminal. O el criminal no necesariamente obtiene su castigo. Esa es la diferenciación.

En la novela policial siempre habrá un detective o un agente del orden tratando de solucionar. Y en la novela negra puede ser que no exista eso, y el corazón que va a mover todo es un crimen, que puede ser de cualquier tipo: puede ser un robo, puede ser un asalto, puede ser un asesinato. Algo que esté fuera de la ley.

ÓA. ¿El halcón maltés es policial y El padrino podría ser una novela negra?

CRP. En El halcón maltés,el detective no pertenece a las fuerzas del orden. Más que novela policial es una novela negra. En México no existe la figura del detective y la policía es corrupta. Fue una de las broncas que supuestamente hubo cuando la novela negra comenzó a asentarse en México.

Carlos Monsiváis dijo que la novela negra no iba a proliferar porque no existía la figura del detective, pero después, Rafael Bernal lo resuelve con el pasado del personaje: Filiberto García –de Complot Mongol– es una especie de madrina: “soy un hacedor de muertos”, eso va modificando el contexto.

Pongo el ejemplo de Mario Conde –que es el detective de Leonardo Padura en Cuba– que es un detective honesto aunque un taxista en Cuba me dijo que hay mucha corrupción. Creo que vas ajustando tuercas en torno al contexto en el que estás viviendo.

Una vez me dijeron “Escribes novela negra o policial porque fuiste periodista de nota roja.” No. Me ayuda porque vives muchas cosas diferentes, me marcó como periodista pero no es que todo tenga que hacerlo con base en esto. Me gusta el género y es lo que más me divierte.

Imagen promocional de Los crímenes de Juan Justino y Rodrigo Cobra
Imagen promocional de Los crímenes de Juan Justino y Rodrigo Cobra

ÓA. En este recorrido, ¿te encontraste con escritoras de novela negra o mujeres protagonistas de los libros?

CRP. En la literatura nacional sí hay. Ana María Maqueo, Elvira Bermúdez, pero son muy pocas. En Sonora tiene 70 años que una mujer ganó el concurso de poesía. Ese tipo de cosas pasan. No te puedo decir que en Sonora una mujer esté escribiendo novela negra o policial. Platicando con Iris García Cuevas u Orfa Alarcón me doy cuenta que es más complicado.

Creo que debería haber más mujeres escribiendo novela negra, sobre todo por los ángulos. Las mujeres van a ver de diferente ángulo la criminalidad. El ejemplo de Liliana Blum en El monstruo pentápodo, nos habla de cómo ve la pedofilia. En muchas partes del mundo las mujeres son las que más venden, por ejemplo Rowling. Creo que hay muchas mujeres escribiendo mas no publicando.

Crimen de color oscuro, de Ana María Maqueo es de 1986, una historia en Veracruz y Puebla que la lees y es muy actual. Eso es muy importante, muy bien escrita.

ÓA. En Los crímenes… aparecen dos personajes que llegan con el investigador y le preguntan cuál es la primera novela negra en Sonora. Es muy raro que alguien se acerque a un investigador y le pida dilucidar sobre lo literario.

CRP. Lo utilicé como diciendo “Voy a agarrar a dos excéntricos y lo van a poner a chambear”. Lo contratan. Busqué esa justificación porque quería que el investigador encontrara la historia del crimen de un sacerdote y que la historia intelectual se uniera con la otra.

Carlos René Padilla foto de René García
Carlos René Padilla foto de René García

ÓA. En Amorcito Corazón, aparecen otros personajes con clichés, como el par de investigadores que están resolviendo el caso sobre si Pedro Infante tenía que ver con negocios turbios, uno de los personajes siempre anda con un mondadientes. En Los crímenes… uno de los profesores es tartamudo, ¿cómo haces la construcción psicológica de tus personajes para darle ese tono que los diferencia del resto?

CRP. Es parte de observar a la gente. Uno quiere hablar y de pronto tartamudea. Era parte de ser diferente y para que no fuera cansado. Me ahorre los pies de página pero el maestro es tartamudo. El maestro es como el motor de una sierra eléctrica: tarda en arrancar pero al rato ya no tartamudea.

Los tres personajes se van uniendo en diferentes partes: los puse como si estuvieran en la Universidad de Sonora, investigadores de la escuela de literatura. Poner muy en claro a que la literatura a veces nos remite a solucionar los problemas reales.

ÓA. Después de leer tu ensayo me quedé pensando si en Puebla sabemos cuántas novelas negras se han escrito.

CRP. Yo soy escritor gracias a un poblano que se llama Juan Hernández Luna, si no lo han leído, háganlo por su santa madre. Conseguí la edición cubana de Tabaco para el puma.

En Cuba –pueden ir bien algunas cosas y mal otras– el tiraje menor es de 5 mil ejemplares, se agotan. Si tu hijo no estudia, como padre vas a la cárcel de uno a seis años. El nivel de analfabetismo es nulo. Tienen una cultura de leer mucho. El protagonista de Tabaco para el puma es un mago que tiene como idea desaparecer un tigre en una de las torres de la catedral de Puebla. Me refiero a Juan Hernández Luna aquí. Habría que ver quién estuvo antes de Juan Hernández Luna. Es curioso cómo te van llevando los datos.

Encontré datos ñoños: Pedro Armendáriz hizo la primera versión de El complot mongol, interpretó a Filiberto García, años después interpretó a Belascoarán Shayne en Días de combate, que son los detectives más emblemáticos de la literatura nacional. Ese tipo de cosas en las que te quedas “Ah, qué padre”. No habría caído en la cuenta de no haber estado investigando.

Por ejemplo, cómo llegó Bernal a la selección de misterio y cómo hacía traducciones de Hammett. Investigando me enteré que el escritor mexicano más vendido en Italia no es Carlos Fuentes ni Octavio Paz sino Paco Ignacio Taibo II.

Gracias a la investigación te puedes dar cuenta de los cortes que hubo: después de Bernal viene Cosa fácil de Taibo II y pasa casi 15 años él solo en el género policial. Y luego llega Élmer Mendoza que ya no ubica sus novelas en la capital sino en Sinaloa. Ahora hay una camada de varios escritores de policial y de novela negra que pueden convivir.

Taibo II sigue siendo el referente internacional y tiene 30 años que no escribe una novela de ese género. Élmer sigue muy vigente. Creo que es importante rescatarlos y tenerlos muy en claro. Sobre todo porque se hacen muchas investigaciones literarias, hay que saber dónde está el germen de lo que ahora estamos leyendo.

Óscar Alarcón y Carlos René Padilla foto de René García
Óscar Alarcón y Carlos René Padilla foto de René García

ÓA. Has incursionado en diversos géneros, todos van encaminados en convertirse una novela, ¿cómo va el desarrollo de tu literatura?

CRP. Siempre he dicho que la literatura debe de ser divertida, bajo esa premisa me siento a escribir. Antes se decía: “¿Leíste la novela de fulanito de tal, qué te pareció?”, “Pues no le entendí ni madres y eso significa que está buena”, parecía que sentirnos tontos como lectores era necesario para que el escritor se encumbrara. Creo que la literatura tiene que ser súper divertida, debe de hacerte pasar un rato ameno. Que te deje reflexionando eso siempre debe de pasar, dependiendo el tono. Pero tiene que ser amena, puedes estar leyendo una novela de terror pero tienes que disfrutarla.

Creo que fue un error darles a libros a los estudiantes que no les iban a gustar. Ahorita que fui al baño vi una cita de Rowling… puede o no gustarme Harry Potter pero no podemos negar que ella hizo lo que todos aspiramos a hacer: una generación de lectores.

Bajo esa premisa me siento a escribir: escribo una crónica y puede ser un poquito densa en donde se habla de asesinatos de niños, de prostitución, que hablan de cosas fuertes pero que quiero que la lean y las disfruten. De la misma forma el ensayo: quiero contarte una historia y que todo el conocimiento no lo sufras, que lo disfrutaste y que vuelvas al libro: puedo ir al cine, puedo ver una serie o puedo leer un libro. ¡Y que vuelvas al libro!, que lo disfrutes.

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