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Portada de Canasta de Cuentos Mexicanos de Bruno Traven
Portada de Canasta de Cuentos Mexicanos de Bruno Traven

Por Iván Gómez (@sanchessinz)

Puebla, México, 15 de septiembre de 2019 (Neotraba)

A Mariam (aunque no baste una dedicatoria para expresarle

mi gratitud por escuchar siempre mis dudas sobre la escritura).

La obra más conocida de Bruno Traven, Macario, llegó a mí por un intercambio de navidad en secundaria. Lo leí esa misma tarde y me maravilló la sencillez narrativa con la que Traven desarrolló una trama más bien compleja. Cuando escribo esto viene a mi mente esa primera lectura y pienso en José Emilio Pacheco y sus Batallas en el desierto, ejemplo antonomástico del uso de la sencillez narrativa para escribir historias complicadas.

Macario, me marcó en aquellos años y durante un buen tiempo creía que se trataba de un autor conocido y emblemático en las letras mexicanas, mi idea se reforzó cuando en preparatoria nos dieron a leer algunos relatos de su libro Canasta de cuentos mexicanos, pero con el paso del tiempo me he encontrado con poca gente que lo haya leído, y tampoco es tan fácil encontrar estudios sobre su obra (o no tan sencillo como con otros autores de la época).

Sus libros frecuentan escenarios virreinales, temporalidad poco recurrente para nuestros autores del siglo XX, muchos centrados en los estragos de la Revolución Mexicana. En Macario, por ejemplo, se habla de virreyes, existe la figura del tendero, se menciona al alto Tribunal de la Inquisición, se habla de condenas por hechicería, quema de herejes en plazas públicas, etc. Ese es uno de los aspectos por los que lo considero un autor interesante. Además, si se quiere hablar de autores misteriosos, sin duda él es uno de ellos: es casi una tarea destinada al fracaso leer datos comprobables sobre su vida. Para empezar, Bruno Traven no es su nombre sino un pseudónimo y hay varias versiones del que podría ser su nombre real, publicó la mayoría de su obra en inglés y fue su esposa, Rosa Elena Luján, quien lo tradujo al español. Se cree que llegó a México exiliado por sus ideas anarquistas, pero también se maneja la versión de que escapó de un crimen. Por lo que se sabe, nació en Alemania. Este último dato es vital para comprender lo siguiente, el centro de mi relato:

Hace poco, navegando en grimmstories.com, encontré un relato llamado La muerte madrina, se trata del cuento del que Bruno calcó (ahora lo sé) su libro más conocido.

Los cuentos de los hermanos Grimm son un conjunto de relatos tradicionales recopilados del folclor alemán y trasladados al papel con algunas modificaciones que los recopiladores decidieron hacer. Es decir que gracias a estas recopilaciones los textos pasaron de la oralidad al papel, con esto, se trató de exaltar la cultura alemana, y refleja, además, las repercusiones del Romanticismo. Es decir: no se trata de cuentos de autor, sino de historias colectivas forjadas y modificadas por la gente a través de los siglos, se transmiten de manera oral, de una época a otra, y quienes lo cuentan hacen suyo el relato al agregarle las variantes propias de la oralidad, además, hay un sentido de pertenencia, o de identificación, en el relato, por eso su perdurabilidad.

Pues bien, Macario posee el mismo argumento que La muerte madrina. La historia en el primero habla de un hombre pobre que sólo tiene un deseo: comerse un pavo él solo, tras años de ahorro, su esposa le regala uno, entonces se interna en el bosque y cuando está a punto de comerlo un hombre (el diablo) se aparece para pedirle un trozo, pero él se niega, luego se aparece otro (Dios) y también se lo niega con cierta pena, al final, cuando aparece un tercer hombre y resulta ser la muerte, decide compartirle la mitad de su pavo, pues sabe que cuando él aparece el tiempo está por llegar a su fin, pero en agradecimiento, la muerte le regala un líquido con el que basta una gota para curar a cualquier enfermo si es que, al entrar a su habitación, ve a la muerte a los pies del enfermo. Si lo ve en la cabecera, no hay remedio que lo salve, esto le da prestigio y lo hace rico.

Bruno Traven
Bruno Traven

Mientras que en el segundo, un hombre muy pobre con 13 hijos decide hacer padrino del último recién nacido a la primera persona que vea pasar en la carretera, pero se encuentra a Dios y lo rechaza con algo de rencor, luego al Diablo y también lo rechaza, llega entonces la muerte y decide hacerlo padrino de su hijo, pues ella es justa y se lleva a pobres y ricos; la muerte, como madrina, decide darle un regalo a su ahijado que le servirá para el resto de su vida: la capacidad de curar a cualquier enfermo siempre y cuando él vea a la muerte en la cabecera de la cama del enfermo, si lo ve a los pies, entonces no podrá hacer nada, esto le trae fama y riqueza.

Aunque con personajes distintos, el argumento es el mismo y el desenlace es más o menos similar. La primera diferencia que salta a la vista, aunque pequeña, es que en el relato de Traven el enfermo se salvará si la muerte está a los pies de la cama, mientras que en el segundo ocurre distinto. Otra diferencia es la extensión, el primero es mucho más largo que el segundo, intuyo que se debe a su concepción en papel. También el ambiente es diferente, en La muerte madrina no posee un ambiente marcado, Macario sí, además de una temporalidad más o menos definida (no se habla de años. La única pista de un año es cuando se menciona al Virrey Don Juan, pero existió más de un Virrey llamado Don Juan, la carencia de apellido complica definir el año exacto en el que transcurre la historia).

Ante tal descubrimiento, la primera pregunta que me hice fue: ¿se trata de plagio? Casi de inmediato me contesté que no. Aunque es difícil definir el concepto, plagio es lo que hizo Sor Juana al escribir el Primero sueño basándose en Las Soledades, de Góngora; pero también lo es apropiarse de algo que hizo alguien más y hacerlo pasar como propio. Su primera acepción está prácticamente en desuso, para hablar de ella se suele decir referencia, o hasta inspiración (tal autor se referenció/inspiró en esta obra para crear su libro). En ese sentido, Traven compuso su extenso cuento influenciado por el relato germano. Además, dado que el relato le pertenece a una colectividad, podríamos decir que realizó una apropiación y traslación cultural de la historia. Y es junto eso lo que hace más rico a Macario, porque se extrae de una tradición literaria para encajar en otra, Bruno introduce elementos notoriamente novohispanos, como ya quedó aclarado, pero aquí unos más: Macario es un hombre paupérrimo que corta leña por sólo unos pesos, cuando uno de sus hijos está a punto de morir por una enfermedad extraña, el autor logra una viñeta de mujeres alrededor del niño rezando por él al mismo tiempo que hablan de rituales de curación con elementos prehispánicos como el uso de hierbas.

Hay, pues, muchos elementos para que los lectores hagan suyo el relato. Valdría la pena hacer una investigación sobre los cuentos populares mexicanos y encontrar cuántas veces se repite esta historia, y si tiene reminiscencias del cuento de Traven o del de los Grimm. Sé de una persona cuyos abuelos le narraban este cuento, y por lo que me contaba, pareciera que hay una mezcla entre ambos cuentos. Quizá en esto tenga que ver la versión cinematográfica de 1960, en la que el final es una combinación de ambas historias, aunque el inicio y desarrollo se basa más en el cuento ambientado en México.

El tiempo decidirá si la versión de Traven se hará popular o si se quedará en el papel. Sea como sea, vale la pena acercarse a esta obra desde la perspectiva de la traslación cultural  y la lección de que en la literatura siempre está la repetición de los mismos tópicos, por lo que no importa lo que se cuente, sino el cómo.

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