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Por Juan Jesús Jiménez

Puebla, México, 14 de marzo de 2022 [GMT-5] (Neotraba)

Habrá que ser directos para no demorar; leer Luz Poniente de Juan Ramón Biedma requiere de tiempo, atención y paciencia. La novela publicada bajo el sello del Fondo de Cultura Económica en 2019, la undécima del escritor sevillano, retoma la temática policíaca que lo caracteriza, en medio de una trama llena de misterio y contraste.

Comenzamos desde el prólogo en la desintegración de la inquisición por orden del papa Pío VIII, con la mención del Manuscrito de Dios –documento que será el objeto argumental en todo el libro– y la promesa de los inquisidores por seguir su oficio en secreto. Los papeles en cuestión contienen información sobre el origen y final de la humanidad. Ya en el presente, nos enteramos que el documento fue fragmentado en cinco partes dados a cinco custodios. Cuando uno de ellos es asesinado, el Vaticano envía al sacerdote Álvaro para recuperar su parte del documento y evitar que se revele su contenido. La historia tomará lugar en los últimos días del año, en una Sevilla lúgubre, fría ambiental y contextualmente.

Precisamente la ambientación es uno de los grandes aciertos en la obra; a diferencia de las narraciones policíacas clásicas, se puede notar una narración mucho más dinámica que logra compensar la descripción con acciones contundentes, con un impacto real en la historia y en el lector. Además de una inmersión que, cuando alcanza su clímax, contribuye mucho a la reacción que tenemos de un evento importante.

Sin embargo, no puedo asegurar que sea el mejor libro de novela negra; sobre todo porque el clímax de inmersión es muy tardío, a tal punto que el primer asesinato en el libro puede pasar desapercibido. El desarrollo de los hechos puede parecer apresurado en algunas ocasiones, sin mencionar situaciones que en el cine serían descritas como un macguffin. Lo sencillo que es perder la noción de detalles muy pequeños pero vitales, hace que regresar las páginas se vuelva algo recurrente y tedioso.

Como tal, Luz Poniente no es un mal libro, pero desde mi perspectiva es uno que no admite nuevos incursionistas en el género de la novela negra. Aunque se puede notar la calidad impresa en el trabajo de redacción, en lo fácil que es tener lectura fluida –cuando uno no tiene que regresar las páginas– y bien organizada.

Como breve conclusión: me llevo un sentimiento agridulce del libro, aclarando que mi opinión puede verse influenciada por el hecho de no estar habituado al género de novela negra por completo.


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