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Por Verónica Ortiz Lawrenz

Ciudad de México, 07 de octubre de 2021 [00:14 GMT-5] (Neotraba)

Tengo en mis manos la reciente novela de Sofía G. Buzali, “Mi nombre es Lucía Joyce”. Primero me llegó un recado de su autora a través de Messenger. ¿Y quién es Sofía?, me pregunté. Fue cuando descubrí que era Sofía Guindi a quien conocí en la escuela Panamerican Workshop junto con sus tres hermanas, por ahí de mis catorce o quince años.

Las Guindi son cinco bellas hermanas, una concertista, otra artista, una junguiana y otra apasionada por la ópera. Sofía es escritora y tiene ya varios libros sobre mujeres, destaco: Leonora antes de Leonora y Marguerite: Dolor e intensidad de una vida. Sofía, especializada en arte y literatura, trabajó en museos como el de Arte Moderno del INBA y el de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo. Fue directora de Grafi-ka Ediciones y fundadora de la academia de artes plásticas Arteum.

Portada de Leonora antes de Leonora, de Sofia G. Buzeli
Portada de Leonora antes de Leonora, de Sofía G. Buzali

Luego me llegó la novela. La acabo de terminar y les cuento que es una historia inquietante, basada en las biografías del autor irlandés James Joyce (1882-1941). El libro se centra en su hija Lucía, de la que poco o nada sabemos. Su lectura me remite a otras mujeres sensibles pero limitadas, maltratadas, ignoradas por sus padres o parejas. Artistas como Leonora Carrington, Zelda Fitzgerald, Viviane –la esposa de T. S. Eliot–, Camille Claudel –la amante de Rodin– y la propia Frida Kahlo. Desentrañar lo que vivieron y sufrieron mujeres como ellas nos permite comprender hasta qué punto la construcción de sus identidades y voces creativas fueron, en muchos casos, un camino difícil y doloroso para expresar sus anhelos y capacidades.

La reciente novela de Sofía G. Buzali, que les recomiendo mucho, es un testimonio íntimo, el retrato atormentado de Lucía Joyce, quien a los 22 años fue diagnosticada esquizofrénica e internada en el Hospital Psiquiátrico St. Andrews, en Northampton, Inglaterra y después en otros tantos. Su madre comprendía poco las reacciones temperamentales de su hija y sentía celos de la relación de Lucía con su padre. La miseria y el hambre fueron la constante de sus vidas, antes de que James Joyce lograra el merecido reconocimiento como uno de los grandes escritores de la literatura mundial del Siglo XX.

En la relectura de Dublineses (1914) y Retrato del artista adolescente (1916) encontramos una mirada profunda sobre Irlanda: sus personajes –en su mayoría masculinos–, la política, la iglesia, la sociedad conservadora de aquellos años. Aunque Joyce se mantuvo alejado de su país gran parte de su vida adulta –vivió en Trieste, Zúrich, Paris–, es Irlanda el espacio al que regresó en buena parte de sus textos.

Portada de Marguerite dolor e intensidad de una vida de Sofia G. Buzeli
Portada de Marguerite dolor e intensidad de una vida de Sofía G. Buzali

De Ulises (1922) se ha dicho que no sólo es su obra maestra, sino también “un referente literario, la revolución emprendida por el autor” y comparado con Shakespeare por Jorge Luis Borges. El escritor T. S. Eliot declaró que Ulises “es la expresión más importante que ha encontrado nuestra época; es un libro con el que todos estamos en deuda”. En el libro James Joyce en Padua, de la colección Breviarios del Fondo de Cultura Económica, Louis Berrone, doctor en literatura inglesa, destaca la inteligente capacidad de Joyce para contrapuntear y resolver sus temas.

La pobreza, el catolicismo, el alcohol, la necesidad de aislarse para escribir y los constantes pleitos con su mujer fueron, tal vez, detonantes para alejarse de las necesidades y el amor de su hija Lucía.

La época no les confería razón ni voz a las mujeres. El diagnóstico de Carl Jung, quien consideró a Lucía como la femme inspiratrice de su famoso padre –nos recuerda el escritor cubano Miguel Cossío Woodward–, no la salvó del abandono y reclusión en la que vivió por más de treinta años.

Portada de James Joyce en Padua
Portada de James Joyce en Padua

Pero ¿quién era Lucía? En esta novela, Sofía G. Buzali nos cuenta que nació en Trieste, en 1907. Emigró con su familia de un país a otro y aprendió varios idiomas: italiano, alemán, francés. Asimiló el mundo artístico de su padre: la ópera, dibujo, teatro, literatura. Quiso ser bailarina como Isadora Duncan, y tuvo un romance con Samuel Beckett.

A través de un diario que supuestamente Lucía escribe, obligada por su psiquiatra McArthur, la joven relata su visión particular de toda una época. Además, nos permite vivir y sufrir la relación con su padre, su madre Nora, su hermano Giorgio y Samuel Beckett y quienes la rodearon en su reclusión en distintos hospitales, hasta su muerte en 1982.

Mi nombre es Lucía Joyce, publicada por Editorial Dos Líneas, nos abre un intenso y revelador espacio literario de reflexión sobre la vida de Lucía y la familia Joyce. Sobre la locura, la reclusión y el abandono.

Todos los títulos mencionados los encuentra en las librerías del Fondo de Cultura Económica y de Educal.

#LeerTransforma


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