¿Te gustó? ¡Comparte!

Por Yorleni L. Rojas

Puebla, México, 27 de julio de 2022 [00:02 GMT-5] (Neotraba)

¿Cómo denominar a este espacio que es una ventana hacia las vivencias, sentires y pensares de una Yoyo ciclista?

¿“Diario de una bicicletera”? porque sí, mucho de lo que me permitiré contar aquí parte desde las vivencias sobre y en torno a la bicicleta.

“Ni le das perro”, me agrada, pero me cuestiono si se logra entender la denotación que la frase lleva e incluso su aplicación.

Oh, esperen… ya está… “Esho no esh nada”

¿Por qué? Pues es que sin importar lo que aquí se plasme siempre habrá algo más. Una aventura más random, un sentir más pesado o ligero, una subida más cabrona, una llanta ponchada, otre cochista imbécil, habrá algo más… siempre. Así que sí, esho no esh nada.

Comenzaré con un hecho reciente porque no quiero perder la oportunidad de hablar de algo tan fresco y precioso:

El 26 de junio aconteció la Rodada Nacional de Morras para Morras. ¿El objetivo? Permitirnos tomar las calles, una vez más, desde el acompañamiento y acuerpamiento de nuestras pares, morras sobre una bicicleta, moviéndonos por nuestras propias piernas y, por momentos, con la ayuda de quienes a algunas nos ayudan empujándonos cuesta arriba cuando sentimos que ya no podemos más.

La organización de algunas que moviliza a otras, V., M., A., D., y muchas otras más implicadas siempre al pendiente de todas.

Cuando comencé a leer los mensajes sobre las fechas, los carteles, recorridos, etc., me sentí poco comprometida con el evento y es que MK ya no estaría en México para rodar con nosotras, sus piernas se encontrarían a más de 4 mil kilómetros de distancia y aun así se las ingenió para, ese día, rodar con nosotras desde allá. ¿Por qué? Porque así es ella, es un sol de esos bonitos que no te queman, te reconfortan en el rostro por la mañana con una calidez que basta con recordarla para sentirla nuevamente. Y en verdad puedes sentirla siempre.

A pesar de no verla físicamente me sentía inspirada por ella. Emocionada, me uní a la rodada porque estarían mis amigas: Amy con Y griega, Cyara, Steph y Mar.

Un mensaje de V me llegó desde antes… ¿quieres ser guía en ruta de Cholula hacia Puebla? Quería, pero no quería. Pensaba en ir junto a mis amigas para platicar y rodar.

A ellas no les gusta la posición de guía, ¿ah, pero por qué? Dicen que es aburrida y precaria de adrenalina y bueno, es verdad lo último. La única adrenalina que he sentido siendo guía es no recordar la ruta y entre la multitud buscar los ojos de MK para que ella me sonría, se acerque y me dé indicaciones de hacia dónde ir. Y es que ella es experta formulando rutas.

Algunas partimos desde el centro de Puebla en lo que hemos denominado un “bicibus” hacia nuestro destino: el zócalo de San Pedro, Cholula.

El primer dilema surgió: Camino largo pero plano o corto con subidas… vámonos por el largo, aunque vayamos sobre tiempo, porque ya estando en marcha y en ese contexto ¿el tiempo qué?

Camino hacia el punto de partida oficial surgió una charla con Gesto sobre, aaaggghhhh, el amor. Permitirnos sentir e intentar comunicar fueron las premisas, pero qué pinches difícil puede resultar, dejémoslo para otro momento.

Segundo dilema, ¿carril derecho o de media velocidad? Vámonos en medio, que los camiones nos cerrarán paso y abrirlo podría resultar peligroso ante la impaciencia y poca precaución de algunos automovilistas.

Llegamos en las mejores condiciones, seguido el “bicibus” del sur y otras más que ya estaban en el lugar. Mientras esperábamos a otras, las pláticas, las preparaciones, revisiones a las bicis, fotos por aquí y por allá, sonrisas y abrazos. Sentada en el pasto y recibiendo agua que siempre he escuchado es agua sucia pues proveniente de la fuente, no tengo pruebas pero tampoco dudas, entablé la charla con Gesto y Steph, ese relato vendrá después.

¿Mi posición? Barredora con Mar y Amy con y Griega.

¿Listas? Vámonos. El camino transcurrió a paso un poco acelerado para algunas y para otras, seguramente fue un “esho no esh nada”. Las señales de alto, vuelta derecha o izquierda, bajar la velocidad, cerrar huecos se hacían presentes, las platicaditas con fotos y video o transmisiones en vivo.

Todo iba bien hasta que el sonido de un motor de motocicleta estaba atrás de nosotras, volteamos a verlo y captamos la impaciencia del conductor. Decidimos cerrar lo más que pudiésemos la barrera para que no pasara.

Ay Yoyo, pero ¿por qué no lo dejan pasar? Porque pondríamos en riesgo a todas. Si él pasaba alguna podría salir herida, pues imaginen un motor que puede rápidamente acelerar contras unas piernas que también pueden, pero con mayor dificultad… aunque… tal vez no tanto…

Al voltear lo vi de lado izquierdo y cuando me di cuenta ya lo tenía de lado derecho, caray si no hubiera movido el manubrio me hubiera llevado.

Mar gritó y él nos pintó el dedo. Mar se enfureció y se aceleró detrás de él, por segunda ocasión compruebo que si veo a Mar arrancarse en una persecución me voy detrás y con ella, íbamos gritando y todas se percataron… comenzamos a cerrar camino y él optó por irse en otra dirección.

Luego de esto, sin incidentes; bueno las ya reconocidas mentadas, pitidos, gritos de siempre, pero ¿qué más da uno más?

Una subida bien cabrona nos esperaba, más adelante una llanta baja, esperarnos, recuperar aliento, pero bueno, estamos trabajando en equipo dijo Steph. Y efectivamente ¡qué equipazo!

Al llegar al centro la guía se disolvió, ya no se necesitaba una porque conocíamos el camino.

En el zócalo de Puebla, M me pidió que ayudara leyendo. Dicen que tengo buena voz para hablar fuerte… ¡cómo me ha costado!

Se leyeron manifiestos que estremecieron el alma y corazón. Aquí un pedacito de ello:

Morras, disidencias, periferias, reunidas.

“Las morras pedaleando también están luchando”. Y sí, todos los días, desde el ser morras y pedalear como morras, sea lo que sea que eso signifique. Estamos, somos, hacemos y no nos iremos.

Tómelo como premisa, promesa o advertencia, usted decida.


¿Te gustó? ¡Comparte!