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Por Roberto Corella

Hermosillo, Sonora, 27 de agosto de 2023 [12:05 GMT-7] (Neotraba)

No hago otra cosa que pensar en ti
por halagarte y para que se sepa…
Tomé papel y lápiz y esparcí
las prendas de tu amor sobre la mesa.

Ocho de la noche, la hora pactada. Biblioteca Fortino León Almada, el lugar; cafetera, lista; temas a sortear entre los valientes que se atrevan a adentrarse en ese ejercicio, listos.

La convocatoria circuló, los organizadores verificaron una y otra vez que así sucediera; que los que escriben se enteraran, se interesaran y participaran.

Octava noche de las letras, octava vez que un grupo de escritores responde al llamado de Escritores de Sonora, Asociación Civil, para conmemorar el día internacional del libro y los derechos de autor, escribiendo, creando. 21 de abril de 2023, el día.

El objetivo es contundente: en una noche se escribirá un libro a partir de directrices que se marcarán al momento de inicio. No antes. Esto significa que no se puede llegar con textos creados previamente. Se llega con la entraña por delante, a sabiendas de que el tiempo es el peor enemigo y el trabajo tiene que salir con o sin visita de la musa.

Por cierto, los versos que dije en principio son de una canción de Joan Manuel Serrat y no tengo derechos de autor. Lo de manita de puerco es de dominio público y todos lo hemos sufrido más de una vez.

No falta quien afirme que para escribir hay que sentarse y esperar… Esperar… Esperar… ¿A quién más, sino a la musa, a la mágica y divina inspiración?

Puede ser, ¿por qué no? que suceda; que se presente esa señora tan deseada y en unos cuántos minutos produzcamos una obra de arte. Puede ser, ¿por qué no?

Pero… Al menos en este caso, al menos que la vendieran en las farmacias y hayamos comprado una importante cantidad, la inspiración aquí y ahora no es una posibilidad. Lo que cuenta, lo que aflora, es la entraña, la adrenalina, el atrevimiento.

Buscaba una canción y me perdí
En un montón de palabras gastadas
No hago otra cosa que pensar en ti
Y no se me ocurre nada.

Llegar despojado, desnudo… Incertidumbre total. ¿Sobre qué escribiremos? ¿Cuál es el tema? ¿La guerra, el amor? ¿La violencia, la tolerancia? ¿Los nuevos libros de texto? No, en ese entonces todavía no salían a debate. Por cierto, qué buenos somos para debatir y argumentar y sin haber leído los libros… Y la hora llega y los velos se recorren… Tantos números, tantos temas… A escoger…

Contracorriente, Fulano…

Paradójica guerra, Sutano…

La pandemia, Mengano…

Intimidad, el ciclo de la vida… Perengano…

¡A trabajar! A las doce de la noche se recogen los trabajos…

Y allí está Sylvia, pensando… El consejo… El consejo… ¿Consejo de qué? ¿Consejo universitario? ¿Consejo de abuelo? Consejo… consejo… ¡No, Sylvia! ¡No pienses! Escribe, solo escribe; que los monstruos sean los que afloren… ¡Vamos! Y va, y empiezan a surgir las ideas; una lleva a la otra y la otra a la otra… y va un cuento. Aquí es donde entra en juego el oficio… Aquí es donde sabemos si somos escritores de sábados y domingos o escritores de tiempo completo. Aquí no hay casualidades, sino causalidades… Y sale una palabra y esa palabra conduce a otra y pronto tenemos una frase, después un párrafo, después el texto… Las cosas no suceden una detrás de otra, sino una a consecuencia de la otra. ¿Cuándo supo Sylvia que iba a hablar sobre el mundo del narco? ¿Cuándo supo que iba a hablar sobre el amor? No supo, sólo escribió y escribió y las palabras fluyeron. ¿El resultado? Un cuento llamado así, el consejo, y que encierra maravillas.

Y allí está Carlos Sánchez, el cronista, el cuentista… El retratista, haciendo lo que mejor hace fotografías a base de palabras. Y allí nos lleva, a contracorriente, al mundo de Juana, esa señora que poco ha sabido de eso que llaman felicidad; de esa señora que pinta de cuerpo entero la realidad de tantos y tantos humanos que no tenemos capacidad de decisión. Un estudio de caso concreto, el de Carlos. Un cuento, contracorriente, que nos obliga a reconocer todo lo que falta por hacer para que este mundo sea amigable y justo.

¿Y Blanca López, la Presidenta de ESAC y cronista de Tónichi? ¡Tómala! Aunque no se quiera, la realidad se impone y nos obliga a escribir de eso que vivimos día a día: violencia, terror. A ella le tocó la palabra regresión y es lo que hizo: una regresión, un recuento de este mundo agobiado, golpeado. Nos habla de ese daño colateral, cada día más común, que se da en medio de la guerra que no es guerra, pero que deja más muertos que una guerra. Y va y viene, y juega con el lector, lo envuelve y lo deja pasmado.

Enciendo un cigarrillo y otro más
Un día de esos he de plantearme
Muy seriamente dejar de fumar
Con esa tos que me entra al levantarme.

¡Uf! La maestra Laura Delia Quintero también participó, y su tema fue Intimidad. El acoso, el abuso. En familia es donde se dan los peores casos de abuso y eso es lo que nos expone la maestra. Como resultado de ese abuso, el coraje nos mueve a hacer lo que ni siquiera podíamos imaginar, sí, señor. La maestra se sumerge en el mundo de una jovencita violentada y logra perfectamente captar su esencia y plasmarla. Intimidad; eso.

H. P. Fraijo nos sorprende con una narrativa muy dramática; o sea, muy para la escena. ¿Su tema? El sufrimiento. ¡Pácatelas! Recordemos. Es una noche, no ha habido manera de pensar y construir personajes y armar historias sorprendentes y maravillosas. Se tiene que escribir desde la entraña o nos quedamos en la orilla. Y el maestro Fraijo, ¡Pum! Da en el clavo y nos regala un cuento muy bien estructurado, sorpresivo y contundente.

Pasan los años y una de abandono, son dos cuentos que nos entrega Esteban Domínguez en este libro engendrado en una noche de abril. Pasan los años es una historia de una pareja de viejos, hartos el uno del otro. No sé si conozcamos una historia parecida, no lo creo. Había matrimonios que duraban porque era la cruz que les tocaba cargar, pero el amor, la empatía, los sueños en común habían desaparecido. Duro y a la cabeza, se fue Esteban.

En uno de abandono, habla justamente de eso: la soledad. Un grupo de adolescentes hacen bulla y a la vez acompañamiento de un hombre solitario que bebe café y, bueno, lo comparte.

Esther M. Gracida nos regala una divertida narración sobre el reencuentro. A ella le tocó la palabra heroísmo y a partir de ella construye un divertido cuento con relación a ese reencuentro tan anhelado de viejos amigos, a quienes, como es costumbre se les olvida algo fundamental para la celebración de la carnita asada. ¿Se va a hacer o no se va a hacer la carnita asada? Las tortillas. ¿Cómo? ¿Una carne asada sin tortillas? Pero allí está el héroe, el que siempre fue líder y que sabía ver lo que otros no veían, leer lo que otros no leían… Y llega con el anhelado cargamento y siegue siendo el líder, sólo que ahora, además, es héroe.

Mara Judith Abdala y sus voces eternas, las voces de la dependencia, las voces del dolor, de la represión. ¿Cuál es la voz que se impone sobre todas las voces? La de la represión, la del menoscabo, la de la desesperanza. Lo único que cambia con el paso de los años es que cada vez somos más conscientes de que no hay esperanza de salir del laberinto de represión.

Busqué mirando al cielo inspiración
y me quedé colgado en las alturas
Por cierto al techo no le haría nada mal
Una mano de pintura.

Francisco Javier Santoyo nos ofrece una reflexión alrededor de cuántos años debemos vivir. Al calor de un buen bacanora de Tónichi, Javier va y viene con sus pensamientos en relación a eso que llamamos vida y la inevitable muerte. ¿Cuánto tiempo debemos vivir? Pues… Pues… ¿Cuánto?

A Gabriel Murguía le correspondió hablar del flagelo del siglo XX1: la pandemia. La pandemia vino a mostrarnos en nuestra pequeñez, modificó planes, acabó con vidas de amigos y parientes, pero al menos los que aquí estamos seguimos respirando y por lo tanto vivos. La esperanza se renueva.

Jesús Aparicio Guerrero Ruiz. A Aparicio le tocó hablar sobre el ciclo de la vida. Y lo hace ofreciéndonos un panorama sobre cómo nos negamos a entender y gozar el presente poniendo siempre en primer plano lo que soñamos para el futuro. Un futuro que siempre será eso: futuro. Y el presente se nos deshace entre las manos sin dejarnos siquiera un poco de alegría.

Y vienen los poetas, que de músico, poeta y loco, ya saben, todos tenemos un poco.

Mi mayoría de edad. ¿Cuándo se es mayor de edad?, se pregunta Martha Berenice Camargo Becerril. Y no, nunca se llega. Mientras más se avanza, más se carece; mientras más pasa el tiempo más entiendo que nunca podré decidir por mi mismo; que nunca podré realizar mis sueños. Nunca.

Miguel Ángel Bonillas Burboa sacó el papelito que decía paradójica guerra. Pues a escribir. La guerra tan temida, tan necesaria; tan inexplicable, tan lógica; tan injusta, tan necesaria. ¿Puede haber algo más paradójico que la guerra?

Guadalupe Gálvez Álvarez entrega tres poemas, tres. Uno, a la nieta recién llegada a esto que llamamos mundo; otro, luna de Jitosiaari, a la belleza sin igual del campo en el valle del yaqui y sus maravillosas noches; uno más, un homenaje al abuelo Ppanino, al guía, al roble que con el paso de los años se ha doblado, pero sigue conservando su entereza y el brillo de los recuerdos.

Clara Luz Montoya Lagarda también participó en esta octava noche de las letras y lo hizo con el tema: con el silencio entre los puños. ¿Qué mejor silencio que el de la naturaleza? ¿Qué mejor silencio que el murmullo de las olas, el aleteo de las aves, el susurro del viento? Clara Luz nos lleva de la mano a un mundo de ensueño, a un paraíso que allí está, pero que no siempre volteamos a ver.

Miré por la ventana y me fugué
Con una niña que iba en bicicleta
me distrajo un vecino que también
No hacía más que rascarse la cabeza.

El juicio del espejo. ¡Sópilas! María de los Ángeles Orduño García nos pone frente a nuestro espejo. Ella, frente al suyo, reclama, exige y confirma que el yo es lo importante; no el juicio, no la medida. Solamente el yo y mis consecuencias.

Francisco Manuel Saavedra Bojórquez. Pasaste en el tiempo. Un pasaje por ese lapso de vida que representa el tiempo de olvido; el tiempo de deshacernos de aquello que en un tiempo fue, pero que ahora ya no es.

Manita de puerco se les hizo a los participantes en la Octava Noche de las Letras, organizada por escritores de Sonora, A. C., y no tuvieron más remedio que acceder a las exigencias de la organización, soltar los demonios y permitir que la entraña fuera la protagonista de la noche.

No hago otra cosa que pensar en ti
Y nada me gusta más que hacer canciones
Pero hoy las musas no han pasado de mi andarán de vacaciones.

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