¿Te gustó? ¡Comparte!

Por Isaac Gasca Mata

Nuevo León, 9 de agosto de 2023 [00:10 GMT-6] (Neotraba)

“We don’t need no education

We don’t need no thought control”

Pink Floyd

En el ensayo Ideología y aparatos ideológicos del Estado (1988) Louis Althusser reflexiona acerca de las variadas formas mediante las que un Estado, o mejor dicho: las élites que dominan ese Estado[1], controlan la visión moral, conducta y perspectiva histórica de sus gobernados a través de estructuras[2] que condicionan al individuo para que piense, actúe o aspire a determinadas cosas porque desde pequeño se le impusieron ciertas ideas compartidas socialmente tanto en el seno de la familia como en la esfera de la colectividad.

Para Althusser, la escuela, el ejército, la iglesia y la familia son las principales instituciones, pero no las únicas, para la imposición y el adoctrinamiento ideológico. Antes de seguir adelante con este ensayo es necesario explicar, en palabras de Althusser, qué significa ideología: “La ideología pasa a ser el sistema de ideas, de representaciones, que domina el espíritu de un hombre o un grupo social.” (Althusser, 21), “La ideología es una ‘representación’ de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia.” (Althusser, 24). Por lo tanto, si la ideología domina las concepciones psicosociales del individuo necesariamente es un valor de primer orden dentro de la estructura social.

Pongamos un ejemplo sencillo: en un estadio de futbol se nota demasiado qué equipo juega de local debido a la elevada cantidad de playeras, bufandas, chamarras u objetos alusivos al equipo local que a primera vista dominan el panorama dentro y fuera del estadio. Es decir, no hay que ser muy observador para percatarse que el color del uniforme del equipo local predomina sobre el color del uniforme del equipo visitante. Independientemente de si el equipo local está pasando una buena racha o no, cada vez que juegue en su estadio los aficionados de la ciudad que representa serán mayoría y pintarán con su color las gradas del lugar. Esto no se debe a una cuestión de resultados positivos o a la calidad en el balompié practicado por el equipo local; es el resultado del adoctrinamiento que desde pequeños se le impuso a la población de la ciudad para que se identifiquen con el equipo de su urbe.

A fin de cuentas, son once jugadores que desconocen a la masa y que compiten contra once jugadores que también desconocen a la masa. No obstante, gane o pierda el equipo local su afición permanecerá alentándolos y consumiendo los productos que le dan un sentido de pertenencia y los uniforman en los valores que, suponen, los representan. Este rasgo de apoyo de la afición se debe a un adoctrinamiento ideológico más que a una actitud espontánea. En otras palabras, el sistema social al que pertenece el individuo le impondrá ideas y concepciones morales, ideológicas, económicas, etc., para moldearlo según la conveniencia del poder en turno que domine el Estado.

Tal ideología se nota en la comida que consume la población, la ropa que usa, la música que prefiere, las películas que mira, los estereotipos de belleza y fealdad (muchos de ellos sustentados por un racismo y discriminación soterrados), los rituales de celebración como las fiestas de quince años, los bautizos o las bodas, la moral histórica, incluso el desarrollo de la ciencia (que muchas veces puede llamarse amoral, pero nunca aideológica pues siempre depende del financiamiento que busca subsanar un tipo de necesidad estatal). La ideología siempre está presente para moldear y conducir la inteligencia y la conducta del sujeto[3].

“El individuo en cuestión se conduce de tal o cual manera, adopta tal o cual comportamiento práctico y, además, participa de ciertas prácticas reguladas, que son las del aparato ideológico del cual ‘dependen’ las ideas que él ha elegido libremente, con toda conciencia, en su calidad de sujeto. (…) Comprobamos en todo este esquema que la representación ideológica de la ideología está obligada a reconocer que todo “sujeto” dotado de una “conciencia” y que cree en las “ideas” que su “conciencia” le inspira y acepta libremente, debe “actuar según sus ideas”, debe por lo tanto traducir en los actos de su práctica material sus propias ideas de sujeto libre. Si no lo hace, eso ‘no está bien’.” (Althusser, 27)

Nada escapa a la ideologización del sujeto. Incluso ideas tan loables en la visión occidental contemporánea como la Democracia son producto de un intenso adoctrinamiento que desde pequeños paulatinamente se les enseña a los individuos que conforman el grupo. En este sentido, ni la literatura ficcional escapa al filtro ideológico imperante en el momento histórico de su génesis. Precisamente a este fenómeno se refieren Lucien Goldmann y Michael Zéraffa cuando en sus estudios sobre sociología de la novela afirmaron que:

“El carácter social de la obra reside, ante todo, en que un individuo sería incapaz de establecer por sí mismo una estructura mental coherente que se correspondiese con lo que se denomina una ‘visión de mundo’. Tal estructura no puede ser elaborada más que por el grupo, siendo el individuo únicamente el elemento capaz de desarrollarla hasta un grado de coherencia muy elevado y transponerla al plano de la creación imaginaria, del pensamiento conceptual, etc.” (Goldmann, 27)

“La realidad, en efecto, aparece dispuesta frente a él como un conjunto de fuerzas conflictuales (…) sobre cuya base puede imaginar una síntesis, que concretará en su obra mediante el recurso de coordinar esas fuerzas en nombre y con el auxilio de un principio ideológico fundamental. Este cuadro es la visión de mundo del escritor, estado inicial (y real) de la obra aún pendiente de redacción.” (Zeraffá, 54)

Los individuos que conforman las sociedades, colectividades que producen discursos artísticos, jurídicos, filosóficos, económicos, morales, etc., nacieron dentro del seno de una cultura que no inventaron pues ya estaba desarrollada cuando llegaron al mundo y por ende crecieron educados por esa visión, esa ideología, y actuaron en concordancia con ella. Después de todo la cultura es el gran producto ideológico y, a su vez, un sistema que se construye y alimenta de sí mismo mediante el paulatino e incesante cambio en la superestructura social. A esto se refiere Louis Althusser cuando afirma que “No hay práctica sino por y bajo una ideología.” (Althusser, 28)

En ese sentido, todas las obras literarias están construidas sobre un cimiento ideológico que el autor o autora expone mediante la palabra escrita. Ya sea un chino comunista, una francesa feminista o un norteamericano capitalista, etc. los autores siempre representan no solo el contexto sociocultural donde crecieron, sino que, veladamente, el aparato ideológico en el que se formó su expresión literaria según las convenciones y designios del Estado. Ilíada de Homero; algunos fragmentos de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez; 1984 y Rebelión en la granja de George Orwell; La colina de Watership de Richard Adams y Pigmeo de Chuck Palahniuk, solo por nombrar algunos títulos de todo el universo literario posible, son obras construidas con el cimiento ideológico que procuró las condiciones necesarias para su génesis, también son obras que se especializaron en reflexionar y exponer cómo funciona la ideología en los sujetos ideologizados, es decir: la población de los Estados.

Pigmeo de Chuck Palahniuk
Pigmeo de Chuck Palahniuk

La novela Pigmeo de Chuck Palahniuk, cuenta la historia de un adolescente de trece años, el agente-yo número 67, oriundo de una nación comunista. Pigmeo es enviado como estudiante de intercambio a Estados Unidos para infiltrarse y llevar a cabo la Operación Estrago, un atentado terrorista que pretende acabar con la vida de cientos de personas. Pigmeo no va solo. Lo acompañan las y los agentes Tibor, Magda, Ling, Sheena, Bokara, Chernok, Mang, Otto y Oleg. Todos adolescentes de la misma edad. Por los nombres, y la ubicación indefinida del supuesto país comunista al que pertenecen los adolescentes, se infiere que representan a varias naciones comunistas que históricamente existieron durante el siglo XX.

Pigmeo parece ser norcoreano, aunque jamás se devela su origen. Los agentes encubiertos son apoyados por Lily Dolly, la anciana del pueblo norteamericano indefinido, que los impulsa a realizar el ataque durante una feria de ciencias realizada en el Instituto Smithsoniano de Washington, D.C.

La novela está construida con 36 comunicados que el joven terrorista envía a su país de origen con la finalidad de poner al tanto a las autoridades comunistas acerca de los excesos del país capitalista por antonomasia. Es una crítica a la cultura de consumo norteamericana frente a la cultura deshumanizada del comunismo. El leitmotiv que ensaya esta novela es cómo las ideologías políticas, y sus métodos de coerción, enloquecen a los individuos que habitan en sus Estados respectivos. Por ejemplo, algo que la cultura del consumo normaliza es un centro comercial que a los ojos de Pigmeo comunista es

“un rompecabezas de objetos librando competición bélica, todos mejorados y todos empaquetados en colores llameantes. Áreas compartimentadas con muros construidos a base de objetos, todos teñidos de colores para atraer la vista. Todos objetos van impresos. Quiéreme. Mírame. Millones de objetos que hablan, que suplican. Coronan a consumidor americano con el poder de los reyes para rescatar la cosa elegida y llevarla a casa o bien abandonarla aquí a su muerte por expiración. Etiquetas parlantes se clavan en los oídos, azotan los ojos. Halagan a la mano para que los coja. Objetos moribundos. Todos aquí, con la vida útil extinguiéndose mientras el reloj avanza. Objetos moribundos…” (Palahniuk, 21)

En el libro Historia de la locura en la época clásica Michel Foucault sostiene que:

“La locura se convierte en una forma relativa de la razón, o antes bien locura y razón entran en una relación perpetuamente reversible que hace que toda locura tenga su razón la cual la juzga y la domina, y toda razón su locura, en la cual se encuentra su verdad irrisoria. Cada una es medida de la otra, y en ese movimiento de referencia recíproca ambas se recusan” (Foucault, 54).

Si interpretamos estas definiciones desde el punto de vista político comprenderemos que capitalismo y comunismo son antítesis, sistemas inconciliables que se excluyen y atacan mutuamente. La novela ilustra esos ataques que se realizan con una eficaz ideologización del individuo por parte del Estado donde creció. Unos atacan a los famélicos estudiantes de intercambio que no sueñan con comer bien, pero sí con desarrollar armas nucleares, y otros critican la estupidez de las libertades consumistas alcanzadas por occidente. Una dicotomía que alcanza niveles de ataque ideológico al no comprender la postura del otro. Y al no comprender la otredad sencillamente se considera loco a quien piensa diferente. En la novela son locos los comunistas por sus ideas precarias de la vida como locos los capitalistas por su agresivo sistema económico que empuja a la sociedad humana a su destrucción.

Para que el sistema sea eficaz ambos Estados, tanto el comunista como el capitalista, recurren a la escuela para implantar su ideología. No podía ser de otra forma. La herramienta de adoctrinamiento por excelencia es la escuela. Quizá por ello gran parte de la novela ocurre precisamente en centros de acondicionamiento ideológico. Al respecto del papel de las escuelas Althusser afirma:

“¿Qué se aprende en la escuela? Es posible llegar hasta un punto más o menos avanzado de los estudios, pero de todas maneras se aprende a leer, escribir y contar, o sea algunas técnicas, y también otras cosas, incluso elementos de cultura científica o literaria utilizables directamente en los distintos puntos de producción (…) Pero al mismo tiempo (…) en la escuela se aprenden reglas del buen uso, es decir, de las conveniencias que debe observar todo agente de la división del trabajo según el puesto que está destinado a ocupar (…) la reproducción de sumisión a las reglas del orden establecido, sumisión a la ideología dominante” (Althusser, 7)

A esta idea de Althusser parece responder Palahniuk cuando crítica a la educación estadounidense. Lo interesante de la novela Pigmeo es que ambos sistemas son desacreditados con la misma dureza. Pues el autor también critica los procedimientos de adoctrinamiento escolar en el sistema comunista, tan contrarios a la libre expresión del individuo que se fomenta en occidente.

Pigmeo de Chuck Palahniuk
Pigmeo de Chuck Palahniuk

“Para que conste en el acta, el instructor anuncia entonces que el Estado no necesita héroes épicos. Que no se esfuerce nadie en lograr la celebridad personal de los focos y los aplausos. El instructor nos alecciona con la idea de que el Estado desea que el modelo óptimo de nuestros resultados sea la mediocridad. Nada de fanfarrones que busquen llamar la atención. Nada de bufones. Que el resultado óptimo sea la medianía. Que se supriman los egos trepadores. Que nos convirtamos en ordinarios. En invisibles. Se requiere que nos borremos a nosotros mismos. De otro modo, será el Estado quien lo haga.” (Palahniuk, 86)

Ambos sistemas de organización político-económica ideologizan a sus poblaciones. La diferencia radica en que en el Estado totalitario de índole comunista el adoctrinamiento es evidente y la represión aún más, mientras que en el Estado de estilo capitalista este proceso de asimilación ocurre de manera velada, quizá más compleja debido a que no se hace de manera obligatoria; el capitalismo ordena consumir, pero precisamente porque uno de los discursos que lo sustenta es la supuesta libertad del individuo el mandato tiene que ser resultado de un proceso de seducción y captación del cliente que previamente ha sido bombardeado con infinidad de anuncios vistosos por televisión, radio y redes sociales (por ejemplo, el reciente estreno de la película Barbie, un producto ideologizador) y años de escuela donde le fueron implantadas ideas como la importancia de tener un automóvil último modelo, la ropa de marca, el celular de moda, etc.

En fin, las ideas del capitalista y la sociedad de consumo fueron sembradas en la cabeza de los estudiantes norteamericanos durante años de adoctrinamiento escolar. Al respecto, Louis Althusser propone que

“La escuela toma a su cargo a los niños de todas las clases sociales desde el jardín de infantes, y desde el jardín de infantes les inculca ‘habilidades’ recubiertas por la ideología dominante (…) Hacia el sexto año, una gran masa de niños cae ‘en la producción’, son los obreros o los pequeños campesinos. Otra parte de la juventud escolarizable continúa: bien que mal se encamina y termina por cubrir puestos pequeños y medianos cuadros, empleados, funcionarios pequeños y medianos, pequeño-burgueses de todo tipo. Una última parte llega a la meta, ya sea para caer en la semi desocupación intelectual, ya para proporcionar, además de los ‘intelectuales del trabajador colectivo’, los agentes de la explotación (capitalistas, empresarios), los agentes de la represión (militares, policías, políticos, administradores) y los profesionales de la ideología (sacerdotes de todo tipo, la mayoría de los cuales son ‘laicos’ convencidos)” (Althusser, 20)

La novela Pigmeo hace un resumen de la implantación de ideologías en el pensamiento del individuo pues todo el tiempo, tanto en el lado capitalista como en el comunista, los alumnos están expuestos a modelos de comportamiento que deben aprender a identificar y luego a emular para después llevarlos consigo durante toda la vida. Ya sea en la escuela secundaria norteamericana o en la escuela de entrenamiento militar, los estudiantes no solo aceptan el sistema ideológico de sus mayores, sino que se convierten en agentes legitimadores del mismo al reproducir las prácticas y, más adelante, heredarlas a sus hijos. Por eso era tan importante para la Operación Estrago que los agentes comunistas varones embarazaran a la mayor cantidad de adolescentes norteamericanas: para de alguna manera sembrar en territorio enemigo la raíz de una nueva generación de sangre comunista, pero que difícilmente seguiría los planteamientos marxistas pues la ideología, auspiciada por la instrucción escolar, define más la personalidad del individuo que los genes.

“Al momento siguiente la puerta se desencaja y se abre para desvelar a un funcionario del Estado con uniforme de guardia ejecutivo, con el corazón de la casaca cubierto de una gruesa capa de muchas medallas de oro y muchas cintas de color rojo […] Se hallan aquí presentes los ciudadanos más prometedores de la próxima generación gloriosa de nuestro estado […] como máximos líderes potenciales que sois […] tenéis que abrir vuestro cráneo a la sabiduría que os ofrecen Lenin, Mao y Perón […] Tenéis que vaciar vuestro cráneo para dar la bienvenida a la reverenciada guía de Hitler, Stalin y Trotsky. Desde la mañana de hoy todos los presentes quedan adoptados en calidad de descendientes del Estado. El gobierno los criará para alcanzar una gloriosa edad adulta. Después de hoy ya nunca más estaréis a solas en vuestras mentes. Todos los pensamientos futuros se convertirán en meros ecos de las enseñanzas estatales. En educación ideológica ilustrada.” (Palahniuk, 178)

Al final de la novela, Pigmeo decide frustrar el ataque terrorista contra la población norteamericana debido a que se enamora de la hermana huésped. Se queda a vivir en Estados Unidos a pesar de las variadas y constantes críticas que hace del capitalismo. Los rituales de amor que vivió en la escuela norteamericana, la ideología erótica que el poder impone a los adolescentes termina por cambiarlo de bando.

En conclusión, el ser humano, al ser un animal social, no puede escapar a las diferentes ideologías. Lo importante es saber hasta qué punto los individuos son lo suficientemente conscientes como para percatarse de la coerción de élite y minar en lo posible los efectos de ella en su existencia cotidiana. La pregunta: ¿Qué tanto le permitirás al poderoso, poderosa o poderose manipular a su conveniencia tu vida?


BIBLIOGRAFÍA

ALTHUSSER, Louis (1988) Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Argentina. Ed. Nueva Visión.

FOUCAULT, Michel (2020) Historia de la locura en la época clásica. México. FCE.

_____ (2020) Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. México. Siglo XXI Editores

GOLDMANN, Lucien (1967). Para una sociología de la novela. España Ed. Ciencia Nueva.

PALAHNIUK, Chuck (2011) Pigmeo. México. Ed. Mondadori.

ZÉRAFFA, Michel (1971). Novela y Sociedad. Argentina. Ed. Amorrortu Editores.


[1] “El Estado es concebido explícitamente como aparato represivo. El Estado es una “máquina” de represión que permite a las clases dominantes asegurar su dominación sobre la clase obrera para someterla” (Althusser, 8)

[2] “Según Marx la estructura de toda sociedad está constituida por “niveles” o “instancias” articuladas por una determinación específica: la infraestructura o base económica (unidad de fuerzas productivas y relaciones de producción), y la superestructura, que comprende dos “niveles” o “instancias”: la jurídico-política (el derecho y el Estado) y la ideológica (las distintas ideologías, religiosa, moral, jurídica, política, etcétera)” (Althusser, 7)

[3] El individuo siempre está sujeto a un contexto sociohistórico que le impone una ideología y múltiples adoctrinamientos.


¿Te gustó? ¡Comparte!