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Por Armando Mixcoac Chora

Ciudad de México, 5 de abril de 2023 [00:02 GMT-6] (Neotraba)

La lluvia caía sobre las calles de Ciudeath, empapando las aceras y las ropas de los transeúntes. Los fantasmas eran distinguibles, porque les era indiferente si se empapaban o no. En una de las calles más oscuras del barrio oriente, un grupo de luchadores solía reunirse en un gimnasio al borde del abandono. Entre ellos se encontraba Fergus, un enano de gran habilidad en el ring, cuya fama se había extendido por toda la ciudad; sobre todo por su peculiar condición.

Aunque algo extraño estaba sucediendo en el lugar. Durante varios días seguidos, se escucharon ruidos extraños en el interior del edificio-bodega. El propietario, un hombre corpulento y de mala facha, había intentado ignorar los sucesos, hasta que una mañana descubrió algo terrible. Uno de los luchadores, un joven con gran futuro, había sido asesinado en la noche anterior, justo cuando el ambiente alrededor del cuadrilátero estaba cargado de tensión y adrenalina, debido al combate estelar que estaba por comenzar. El favorito de la multitud, Fergus, se preparaba para enfrentar a su oponente, un luchador más grande y musculoso. La multitud estaba en éxtasis, gritando y animando a su gladiador preferido, sin saber que algo más sucedía al mismo tiempo.

En plena madrugada, la policía de Ciudeath –al mando del foráneo detective Rubén el Negro Elizondo– no tardó en llegar al lugar del crimen, pero sus investigaciones no arrojaron resultados claros. Todo parecía indicar que se trataba de un asesinato por encargo, pero no había pistas sobre el autor, o autores. Fergus, quien había sido amigo cercano del fallecido, estaba decidido a descubrir al asesino, incluso pasando por encima de las investigaciones policiales.

Durante días, Fergus se dedicó a investigar por su cuenta. Visitó lugares sospechosos, interrogó a conocidos del fallecido y recopiló cualquier información que pudiera ser útil. Hasta que un día, por casualidad, se encontró con un hombre que le pareció sospechoso, de aspecto desaliñado y ojos tristes, quien había estado merodeando por el gimnasio, en las noches previas.

Fergus decidió seguirlo y pronto descubrió que se trataba de un luchador retirado, quien había perdido su fortuna en apuestas y buscaba venganza contra el propietario del gimnasio. Finalmente, con la ayuda del Negro Elizondo, Fergus logró detener al asesino y cesar el peligro que había acechado al gimnasio. Aunque el caso fue resuelto, el enano nunca volvió a ser el mismo arriba del ring. La pérdida de su colega lo había afectado hasta convencerse que el mundo de la lucha libre era tan injusto y despreciable como él sospechaba. Decidió retirarse y buscar otros intereses, porque sabía que siempre habría más cobardes, en cualquier orilla de la húmeda Ciudeath.


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