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Verónica Ortiz Lawrenz. Foto cortesía de Código DF Radio Cultural en línea.
Verónica Ortiz Lawrenz. Foto cortesía de Código DF Radio Cultural en línea.

Por Verónica Ortiz Lawrenz

Ciudad de México, 29 de mayo de 2020 (Neotraba)

Hace unos días Rita Abreu me contó que, en el programa Primer Movimiento de Radio UNAM, Miguel Ángel Quemain había transmitido y comentado una entrevista que en los ochentas le hiciera a Carlos Monsiváis en el que fue mi primer espacio de radio en esa casa de estudios. Aposté a Rita que no era yo la entrevistadora y perdí. Mi memoria, fragmentada ahora, no recordaba esa particular entrevista como muchas otras que hice a través de cuarenta años en los medios de comunicación.

Era la segunda vez que Rita, amiga periodista –quien lleva un  rato investigando y un libro publicado sobre los y las que hicieron la radio en este país, ahora prepara la segunda parte– me obligaba a hacer un ejercicio de memoria de lo que ha sido mi vida de trabajo en los medios de comunicación. Mi mundo por años fueron mis queridísimos compañeros y compañeras de producción, los maravillosos técnicos, invitados, investigaciones, guiones, lecturas, micrófonos y cámaras.

Cuando inicié la titularidad de Reflexiones en TV Canal Once, por ahí de 1983, los invitados fueron La Tariácuri y Monsiváis, y fue un desastre. Hice la primera pregunta a la cantante, se llevó quince minutos en la respuesta y cuando le pregunté a Monsiváis, me contestó un “no” rotundo y se quedó callado. Yo, sin tablas para revirarle, volví a preguntarle a La Tariácuri; y la mujer se aventó otros interminables quince minutos. Recuerdo que al finalizar el programa, me moría de vergüenza, Monsiváis se burlaba, pero después de reírse un rato de mi inexperiencia, amable se acercó y me dio los mejores consejos de mi vida. Fue, desde entonces, un amigo generoso y crítico de mi trabajo.

Ahora que los tiempos obligan a nombrar recuentos y a formular ejercicios de memoria para resistir tanta irrealidad, pienso, agradecida, que tuve el privilegio en todos estos años de conocer a seres humanos extraordinarios, hombres y mujeres de distintos estratos sociales, profesiones, estudios, actividades.

Muchos me conmovieron, fueron maestros y maestras de mi propio camino. Otros me sorprendieron, hubo quienes pidieron mi cabeza, fui censurada y perseguida, amenazada y premiada. Imposible recordar todos los nombres, agradecerles su generosidad, sus palabras y respuestas. Cuántas veces fui seducida por verdades y mentiras, por su interminable imaginación. Mi escritura es tinta de su sangre.

Sé que estoy hecha de ellas y ellos. Soy una pequeña parte de sus historias, sus reflexiones y aciertos, sus torpezas y miedos, parte de sus logros y frustraciones. Preguntar, escuchar y aprender de la vida de los otros ha sido mi razón por décadas.

Vivo ya en mi departamento, una casa sencilla rodeada de algunas cosas que amo y me significan. Me faltan algunas plantas que recuperaré apenas se prenda el semáforo de nuestra “nueva” libertad.

En estos últimos meses me he ido desprendiendo de objetos. Entiendo la vida ligera. Llegué a acumular ropa, ahora mi closet respira. Me doy cuenta que necesito poco, cada vez menos. Mi nostalgia tiene que ver más con los afectos, con la memoria, quisiera no olvidar, regalarme tardes de remembranzas rodeada de quienes fueron y son mis amigos y amigas, mis amores.

Hoy, sola y cuidándome, así celebro. Sus palabras escritas y grabadas transitan mi isla. Relatos y testimonios que como olas me entregan el horizonte. No hay silencio. Es la música de la vida mi compañera en este amanecer de mayo, mi cumpleaños de agapandos y orquídeas, de pastel de chocolate y mezcal. De setenta años.

Azul de Metilena

  • Bailar
    Bailar es una expresión corporal donde la libertad es el principal medio. Verónica Ortiz reflexiona sobre ambas capacidades humanas.
  • Lucía, la hija de James Joyce
    Lucia Joyce es uno de esas protagonistas olvidadas en la literatura. Sofía G. Buzali recompone la historia de la hija de James Joyce en su más reciente novela.
  • Palabras como amantes
    ¿Cuáles son las razones para leer o escribir? Porque todo y nada nos mueve, porque todas las posibilidades se dan en ello. Un poética de Verónica Ortiz Lawrenz.
  • El paraíso perdido
    Azul de Metilena | El descontento con el cuerpo femenino cuando envejece es consecuencia de la falocracia. Reflexiona Verónica Ortiz Lawrenz.
  • La enfermedad del desamor
    Azul de Metilena | Pareciera que la pandemia nos dejó pocas reflexiones positivas. El amor se limita como si se tratara de un mal. ¿Podremos vivir en este El Marasmo social? Reflexión de Verónica Ortiz Lawrenz.
  • Aventura de vivir
    Azul de Metilena | Verónica Ortiz Lawrenz hace un recuento de aquellas aventuras que configuran su presente. Se trata de un texto profundamente personal para comprender lo que aún está por venir.
  • El valor de nuestro testimonio
    Azul de Metilena | ¿Qué estamos aprendiendo de la pandemia y el confinamiento? Verónica Ortiz Lawrenz ha comprendido el valor de la palabra en estos momentos.
  • ¿De qué estoy hecha?
    Azul de Metilena | Muchos me conmovieron, fueron maestros y maestras de mi propio camino. Otros me sorprendieron, hubo quienes pidieron mi cabeza, fui censurada y perseguida, amenazada y premiada.
  • Columna lúbrica.
    Azul de Metilena | En mi anterior texto les decía que las personas de mi edad también ríen, brincan, hacen el amor y tienen orgasmos y prometí hablarles sobre el tema.

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    Gabriel Duarte escribe sobre dos personajes controvertidos de la política mundial. Y nos recomienda una novela que habla sobre escribir una novela después de un largo viaje.
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    Anecdotario de un librero de viejo es la nueva columna de Sergio Núñez. En esta primera entrega escribe sobre Cien años de soledad y una lectura incompleta.
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    Ricardo Solís se desplaza con una seguridad implacable contraviniendo todo lo que es el mundo para sumergirse en las pulsaciones más íntimas y decir las cosas que parecen simples pero que no son. Una reseña de Carlos Sánchez sobre Cosas que ya parecen polvo.
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    Mamá cremaba la manteca, mezclaba con sal para verter la masa y untarla en las hojas de los elotes, rellenar de carne con chile y envolver cientos de tamales. Crónica de Siria Montijo Gracia
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