Cuando todo va bien o va mal, ella siempre está
Vainilla y Fresa | “La música es una perenne compañera, no juzga, no critica. Puedes contar con ella en cualquier situación, en cualquier emoción; está a un rasgueo, golpe o click de distancia”.
Vainilla y Fresa | “La música es una perenne compañera, no juzga, no critica. Puedes contar con ella en cualquier situación, en cualquier emoción; está a un rasgueo, golpe o click de distancia”.
Por Adriana Barba
Monterrey, Nuevo León, 26 de junio de 2020 [00:48 GMT-5] (Neotraba)
“La música es una perenne compañera, no juzga, no critica. Puedes contar con ella en cualquier situación, en cualquier emoción; está a un rasgueo, golpe o click de distancia”.
Son las palabras de mi mejor amigo, al preguntarle ¿qué es la música?
Y no hay mejor descripción que esa, nunca nos deja, está a un rasgueo o click de distancia, ayuda a curar el alma y a celebrar victorias, nos abraza, nos palmea la espalda o se tira al piso con nosotros si es necesario. Cuando nos levantamos de lo vívido ella sonríe cómplice, y en eso puedes sentir un “te lo dije, estarías bien, todo pasa”.
Yo que tengo memoria de elefante puedo escuchar una canción y saber el año, dónde y con quién estaba cuando la escuché, además de cómo me sentía en ese momento. A veces me saca una sonrisa, otras veces prefiero cambiar de canción.
Es medicina, cada nota entra a tu cuerpo con la dosis necesaria para cada ocasión.
Soy una norteña muy norteña, en mi sangre corren notas de bajo sexto y acordeón, y en mi piel tatuados a los Cadetes de Linares, pero mi bagaje musical es variado.
Cuando estoy triste y sé que necesito tocar fondo para darle la vuelta a la página, Cornelio Reyna es el indicado, cantando a todo pulmón “Me caí de la nube”, donde en dos minutos cincuenta y seis segundos reconocerás el dolor, entenderás la causa y soltarás la situación, más cuando no depende de ti.
Pero si noto que ando en plan drama fatalista, me voy inmediatamente a “Alone again” de Gilbert O’Sullivan para escarmentar y dejarme de quejar por tonterías que se solucionan en los minutos de la canción pasada.
Cuando estoy feliz, “Rock around the clock” de Bill Haley, me hace mover todo el cuerpo como si fuera bailarina profesional y me da la energía para el siguiente repertorio: “Under Pressure”, porque la unión de Bowie con Freddie Mercury, me hacían bailar y cantar en la regadera sintiéndome diva.
“La ingrata” de Café Tacvba para saltar y saltar, hasta quemar todas las calorías de los tacos pasados. “Another brick in the wall” de Pink Floyd; “Proud Mary” de Creedence (mi favorita para arrancar en carretera) y “The Gambler” (la voz de Kenny Rogers, uno de mis favoritos del country siempre me pondrá la piel chinita).
La música texana entró a Monterrey a principios de los 90 tomando fuerza con grupos como: Selena y los dinos, Grupo Mazz, Emilio Navaira, Los Palominos, David Lee Garza, Bobby Pulido, La Mafia entre muchos otros, con el sonido Rainbow music, que en esa época rompió todos los esquemas, dejando de ser una simple máquina de hacer música para convertirse en los mejores recuerdos de los de mi generación.
Rainbow music llenaba todo lugar donde tocaba. 5,500 almas movidas por la magia de la música llegamos puntual al Centro Recreativo Nova, en San Nicolás de los Garza, N.L. Ese día llegué muy orgullosa con mi novio de la secundaria, el mejor bailador que he conocido en mi vida, a disfrutar al aire libre de la música. Eran 4 o 5 horas en las que no dejaba de bailar, entre lo alto de la música, las luces, y el viento sentías que querías estar así toda tu vida: bailando, vibrando con cada nota musical.
Cuando es un día normal, “La coloreteada” de los Mier o “Amor prohibido” de Grupo Bryndis, me ponen de muy buen humor.
Después de la cumbia, mi género favorito es el huapango norteño que dicen fue un desarrollo de la música de los migrantes potosinos asentados en Monterrey. “De Ramones a Terán” de Los Montañeses del Álamo es la canción que me hace gastar las tapas a mis tacones.
La música va contigo y conmigo, mañana, tarde y noche, en días felices, días llenos de sueños y días negros y peor aún, días con el corazón roto.
La música es nuestra fiel compañera que siempre nos tiene preparado un mensaje, una idea, una motivación, una esperanza.
Esperanza de que todo estará bien y si lo está, que todo estará mejor, todo pasa.
A ella…
GRACIAS.