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Libros, foto de Óscar Alarcón para Neotraba
Libros, foto de Óscar Alarcón para Neotraba

 

Por Iván Gómez (@sanchessinz)

 

Librerías de viejo es una manera bonita de llamarlas; son, básicamente, un bazar de libros viejos, ahí no están envueltos en plástico ni ordenados por categorías, tampoco dan bolsas con el logo de la tienda en la compra de varios ejemplares. Estos sitios se encuentran en locales discretos que a veces ni invitan a pasar, en calles retiradas de cientos de ojos apresurados. Por dentro huele a papel viejo y a veces a humedad también. Los que atienden casi siempre son igual de ancianos que los libros y en muchas ocasiones no tienen ni idea de lo que venden, bien podrían tener un puesto de cualquier otra cosa.

Existen, por otro lado, los que conocen su producto y ponen los títulos atractivos junto a los poco conocidos, para que “la cuenta salga”, como alguna vez me lo contó un librero que es también pintor y psicólogo.

Estos últimos años he recorrido varias de las que existen en Puebla, son muchas y bien surtidas, con libros no tan desgastados, otras sí, no importa, son títulos tan extraños –o antiguos– que valen la pena comprarse. Y aunque lo cierto es que no se necesitan consejos para entrar a una, en todo el tiempo que he estado en éstas he aprendido varios trucos muy útiles, así que, en pro de las bibliotecas personales, aquí van:

 

Como había mencionado, hay dos tipos de librero y es importante clasificarlos, porque si se trata de uno que no conoce su mercancía se amplifican las ventajas. Y para diferenciarlos hay que examinarlos, no en apariencia, sino con una serie de preguntas que en el futuro deberán ser clave al entrar a uno de estos espacios, éstas van por filtros.

 

La primera es preguntar por un libro conocido pero no tanto, es decir, no pregunte por Cien años de soledad o Aura porque esos están en todos lados, mejor pregunte por autores con una circulación más discreta que igualmente sean conocidos, funciona preguntar por Ibargüengoitia, con Las muertas, o Juan Rulfo con Pedro Páramo, me ha tocado que Vargas Llosa se halla fácilmente, también puede funcionar. Si al hacer esta pregunta el rostro del librero se comprime o lo piensa demasiado mientras le echa un ojo a los estantes, significa que no conoce de libros, si los ubica con cierta facilidad, puede ser que sólo tenga buena memoria, entonces deberá pasar a la fase dos: pregunte por editoriales: Alfaguara, Océano, Seix Barral: las que no faltan en ninguna librería; si el librero responde “Estos son los libros que tengo” y señala los estantes, o si acepta muy honestamente que no sabe, significa que hay suerte y aplican los siguientes consejos:

 

 

  1. Hay que tener mucha paciencia, puede ser que un libro de Gabriela Mistral o Borges esté arrumbado, casi escondido, esto significa que el precio de éste es muy bajo y la compra será asertiva. Pero hay que buscar bien y esperar un poco de suerte.

  2. Cuidar las gesticulaciones, si, por ejemplo, entre tantos libros aparece una versión en tapa dura y muy antigua de La ciudad y los perros, ¡en ningún momento ponga cara de sorprendido!, más bien de curiosidad, luego acérquese al librero y, señalando el precio, ponga cara de “No, esto es demasiado caro”, o dígalo en una voz baja que se entienda. Ahí empezará el regateo, “mire, señor, este libro me dio curiosidad, ¿cómo le digo?, me llamó la atención mi don, pero es muy caro para mi cartera. Estaba hasta atrás, ¿no podría déjemelo en…?” Si no cae, busque otro libro que valga la pena, repita los gestos y, en vez de regatear por uno, trate de llegar a un acuerdo por ambos, ¡no falla!

 

 

Los siguientes son para cualquier clase de librero:

 

 

  1. Esto es de ley: Hay que ser carismático, hablar del mal día, del tráfico, un lugar común con el que concuerde fácilmente, sólo entonces dirija la plática sobre su lectura en turno y así sígase tanto como se lo permita el librero. ¿Por qué esto? Por dos cosas: el verdadero regateo comienza desde que uno entra y además, si se está en busca de un título raro (yo llevo mucho tiempo buscando una colección de cuentos de Daphne Du Marie) y él no lo tiene, puede pedirle que si llega se lo aparte, a veces hasta piden una forma de establecer contacto y prometen comunicarse si aparecen títulos semejantes.

  2. Por más baratos que sean, por favor no compre ediciones de editoriales como Grupo Editorial Tomo, Porrúa en su colección de clásicos, Nuevo Talento, Editores Mexicanos Unidos y otras que sólo editan textos del dominio público, principalmente clásicos. Está bien la labor de esas editoriales, economiza nuestras lecturas, el problema es que en librerías comerciales igualmente se consiguen a muy bajos precios y, lo más importante, ¡hay PDFs gratuitos y no ilegales de varios clásicos!

  3. Con los libros de SEP hay que ser muy cuidadosos. Por ejemplo: ¡todos queremos una versión conmemorativa de Las batallas en el desierto!, ¿verdad? La cuestión es que nunca están a la venta, los tirajes completos se regalan a alumnos, ¿qué significa? Que probablemente, si encuentra una edición de cualquier título, esté rayado por dentro o sin páginas, ¡y nadie quiere su edición de la SEP con rayones! Hay que tener mucho cuidado.

  4. Otras ediciones de gobierno (mucho de lo que financia CONACULTA) tiene grandes títulos, pero también mucho material desechable que tal vez no debería estar publicado, es necesario tomarse el tiempo para apreciar la calidad del texto (leer las primeras páginas ayuda). Lo mismo aplica con las editoriales universitarias.

  5. Si encuentra usted encuentra un ejemplar de La región más transparente (las ediciones buenas abundan) en tapa dura y que cueste alrededor de $200 pero sólo dispone de $250 para su semana, ¡no importa!, se debe comprar sí o sí. Nunca piense en regresar dentro de unas semanas porque muy probablemente ya no esté. Lo cierto es que, aunque poco ubicadas, las librerías de viejo tienen más gente de la que aparentan. También puede buscar la opción de apartar el libro.

  6. ¡Todo lo del FCE se debe comprar!

  7. En general revise el estado del libro antes de pagar por él.

  8. Y lo más importante: confíe en que tendrá suerte y, disfrute del mundo que se alberga entre tanto libro oloroso.

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