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Israel G. Castro en la Biblioteca Central de la BUAP foto de René García
Israel G. Castro en la Biblioteca Central de la BUAP foto de René García

Por Óscar Alarcón (@metaoscar)

Puebla, México, 19 de enero de 2020 (Neotraba)

Cofradía Canalla (Vodevil Ediciones, 2018) de Israel G. Castro, es una novela negra que se desarrolla entre la zona de Izúcar de Matamoros, Puebla y en Huajuapan de León, Oaxaca. Un auto cruza la carretera y en el sonido del motor se anuncia la muerte. Jonás Gascón Hernández maneja un Ford Falcon ’69 y en su mente una mujer es el objetivo que le dará a ganar dinero. Los sótanos de la política mexicana están repletos de corrupción y en las páginas de Cofradía Canalla nos sumergimos a uno de los motores que hacen funcionar nuestro sistema de gobierno: la venganza entre grupos contrarios. Israel G. Castro es autor de dos libros: Entre la carne y los huesos (STUNAM, 2016) y Cofradía Canalla. La charla gira alrededor de este último y se llevó a cabo el 30 de octubre de 2019 en la Biblioteca Central de la BUAP.

Óscar Alarcón. Cofradía Canalla, es una novela negra, en donde muchas veces se pierden los límites entre lo negro y lo policiaco, si pudieras platicarnos para introducirnos al tema, ¿de qué trata la novela?

Israel G. Castro. Cofradía Canalla, la catalogué como una historia de amor. Nunca pensé que fuera una novela negra porque no soy gran lector de este género, pero quien la corrigió me dijo “Oye, qué buena novela negra tienes”, y luego Aydeé Bravo también me lo comentó. Todos los que la leyeron me lo comentaron. Esto me llevó a moverme a los terrenos de la novela negra.

Ahora que he leído un poco más, por ejemplo Adiós, muñeca de Raymond Chandler, me gustó mucho. Le estoy entrando a Taibo y otras cosas que me van recomendando porque la novela negra o la narconovela siempre se me han hecho muy finitas y siento que cuesta mucho escribir algo que te atrape, por ejemplo La celda de cristal de Patricia Highsmith, me movió demasiado. Me gustaría que Cofradía… fuera hacia ese lado.

ÓA. Cuando comenzamos a leer Cofradía… nos damos cuenta que el narcotráfico aparece en tu novela pero también aparece en novelas negras de la tradición mexicana.

IGC. Sí, en el mismo Complot Mongol, vemos por ahí algo del narco. Creo que de un tiempo a esta parte se ha acentuado. Creo que es una realidad histórica nefasta para el país, de repente estos subgrupos de poder se salieron de control y nos hemos habituado a un tipo de violencia que rebasa por mucho a la literatura e incluso al cine.

No me considero un consumidor de novela negra pero sí me considero un serio consumidor de cine gangsteril. En mi novela sí me ayudó. Soy fan del cine de Scorsese –Casino, Buenos muchachos–, pero de repente enciendes el televisor llegando del trabajo y ves la violencia que hay.

Hoy en la mañana escuché que tirotearon al presidente municipal de Chalco, eso supera cualquier novela. Precisamente este género tiene un boom en el país por toda la circunstancia que estamos viviendo.

Tengo 39 años pero lo que están escribiendo los autores de 30 o de 20 años es algo con lo que les tocó crecer, es algo que vivieron y evidentemente muchos se decantan por la literatura fantástica pero sea el género que sea –si escribes– la realidad que te circunda te va afectando de algún modo.

De izquierda a derecha Óscar Alarcón e Israel G. Castro foto de René García
De izquierda a derecha Óscar Alarcón e Israel G. Castro foto de René García

ÓA. Se ha dicho que cuando la ficción supera a la realidad pero cuando la realidad supera a la ficción ya no hay novela que alcance a describir ese tipo de cosas.

IGC. Últimamente me he metido mucho al cine y las grandes películas que se están haciendo en México –cine no muy comercial– son un reflejo del narco, como en su momento fue el reflejo de los gobiernos panistas. Creo que es imposible pedir a los creadores que no hablen de esos temas, es algo que no puedes eludir. Sin embargo, creo que hay maneras de hacerlo.

Una de las cosas que me gustó en la novela fue que los personajes están rodeados de circunstancias ajenas a ellos y entonces siempre he pensado que todos somos tan buenos o malos dependiendo de cómo nos traten las circunstancias. No sabemos qué es capaz de hacer la persona más tranquila que conozcas en una situación límite. No tanto escribir del bueno y del malo sino de romper la frontera entre lo bueno y lo malo, son personas nada más.

Cofradía Canalla de Israel G. Castro publicado por Vodevil Ediciones
Cofradía Canalla de Israel G. Castro publicado por Vodevil Ediciones

ÓA. El personaje protagonista, Jonás Gascón Hernández, ex militar y ex presidiario tiene un contexto. No es gratuito que se convirtiera en un asesino a sueldo sino que sabe y conoce las entrañas del poder, de los negocios sucios y en algún momento está del lado de los militares pero también del otro lado. ¿Cómo construiste al personaje?

IGC. Primero quise hacer una novela canalla. “El caso de la rubia platino”, en la canción de Joaquín Sabina aparece un policía malencarado, fracasado y yo quería hacer un personaje así, pero dadas las circunstancias se me complicaba mucho hacer un personaje que fuera trágico y chusco al mismo tiempo. Estaba de un lado o de otro.

Tengo un amigo que fue guardia presidencial en sus años de juventud, y un día platicando con él vi que por ahí iba la cosa. Lo que hice fue empezar a leer los fascículos que te dan, por ejemplo en el metro Cuatro Caminos en la zona militar, para que te alistaras. También busqué un poco por internet. Vi un poco el modus operandi, y de ahí fue que saqué al personaje. El nombre de Jonás es porque siempre me ha gustado el pasaje de la Biblia, me parece el más rebelde de todos los que hay.

Podríamos decir que el cascarón de la novela salió de un solo tirón. Yo tomaba un taller con el maestro Eusebio Ruvalcaba todos los lunes, cada quince días. Y un día que se me habían acabado las ideas para los cuentos, llevé una cosa sin pies ni cabeza y me puso la regañada de mi vida: “¿Sabes qué?, no vuelvas a venir si me traes algo así”, lo que hice fue sentarme con toda la tranquilidad del mundo y me dije que iba a hacer un cuento policiaco –esa sí fue la primer impresión– con esto que traía y empecé a escribir y a escribir.

Yo suelo escribir a mano y cuando me di cuenta ya tenía como 60 hojas y no acababa esa cosa. Dije me voy a seguirle, voy a amanecer, estoy cansado y ya no quiero. Al siguiente día en la noche, con más calma, cuando comencé a ordenar las hojas empecé a meter con color rojo las separaciones y me di cuenta que había un capítulo, que había otro… Cuando lo llevé al taller ya tenía el primer capítulo pero la novela acababa a la mitad.

No sé si lo has notado pero el personaje principal sufre un accidente y lo salva quien menos lo espera… ahí cortaba la historia, para mí ahí terminaba. En el taller me dijeron “No, ahí no acaba la historia, tiene que seguir, dejas muchos cabos sueltos”, entonces me seguí y fue un trabajo de año y medio de estar duro y dale y dale cada 15 días.

La novela se descansó un tiempo, luego decidí concursarla y la volví a desempolvar, luego se la di a Guillermo Guerrero para que la leyera, me dijo que sí le gustaba, me la regresó, la volví a concursar… total que la novela anduvo rodando, desde que se comenzó a gestar hasta su publicación, como 4 o 5 años.

Todavía con Aydeé Bravo, cuando la aceptó Vodevil, yo ya estaba trabajando en otra cosa porque dije eso nunca va a ver la luz, me dije voy a parar todo y voy a acabar la novela. Ahí le di otra limpiada y le di otro archivo a Aydeé Bravo y de ahí pasaron otros ocho meses. Cuando me dijo “Ya la vamos a empezar a armar”, le dije “Dame otros tres días” y creo que me vi mala onda porque le dije al corrector: “¿Puedes echarle un ojo con los cambios que le acabo de hacer anoche?”, la corrigió de un solo jalón. Si Aydeé Bravo no me hubiera dicho “Ya se va la novela”, seguiría en corrección. Creo que es el terror de todos.

Imagen promocional de la presentación en la Biblioteca Central de la BUAP
Imagen promocional de la presentación en la Biblioteca Central de la BUAP

ÓA. Es una asesino a sueldo que le encargan ejecutar a alguien, platícanos ¿a quién le encargan matar?

IGC. Pues… a una mujer, que se llama Elizabeth. Es una mujer que engaña a todos diciendo que es española, usando españolismos medio raros. Pensé desquiciar al lector, que no lo creyera. Al final se descubre que efectivamente no es española. Es una mujer que cometió un delito en España con un hombre, un empresario, que tiene nexos en México y que por alguna razón ella vuelve porque se entera que mandaron a pedir su cabeza. Una cosa medio extraña.

Se la han pedido a hombres de poder: “A nosotros no nos cuesta absolutamente nada”, pero ahí viene la otra subtrama: que entre los hombres de poder también intentan comerse el mandado, como se dice vulgarmente. Todo es una cuestión de negociaciones y de negocios chuecos que va haciendo cada uno a su conveniencia para encargarse de esta mujer. Todo gira en torno a ella y todo hubiera salido bien si la ex novia del militar no hubiera intervenido de forma tajante. Ella es hija de un poderoso y es un triángulo amoroso medio bizarro. Es una disputa por el poder.

Lo que yo quise reflejar es que cada uno tiene un poder distinto. Contratan a un asesino porque ellos no saben hacer eso. Si ellos supiesen hacerlo, no contratarían a nadie. Ellos tienen todo el poder que da el dinero, los nexos, el poder político pero por otro lado está el poder de la pasión. Al final todo se mueve por pasiones. Ninguno de mis personajes es racional.

Es lo que te contaba: ponerlos en situaciones extremas. Lo que yo siento que a un hombre de poder le haría perder la cabeza es que alguien le pegue a su hija, eso saca de quicio a cualquiera que experimente la paternidad, que es lo mismo que otro político de medio pelo, que aspira a subir, se le caiga el teatro que lleva armando con tanta paciencia, con otros aliados. Seguramente eso lo pone en una situación límite.

ÓA. Regularmente cuando nosotros pensamos en novelas negras están ubicadas en espacios citadinos, pensemos en cualquiera de James Ellroy, el género está muy cercano a la ciudad. Pero resulta ser que Cofradía canalla, no está ubicada en una ciudad como Nueva York sino que está ubicada en Huajuapan de León. ¿Por qué ubicarla en estos lugares?

IGC. Primero, porque el camino lo conozco como la palma de mi mano. Otra cosa que me llamaba la atención era hacer esto que conocemos como road movie, estas películas de carretera, quería hacer algo así en la literatura, como On the road de Kerouac pero no salvaje en el sentido personal sino salvaje en el sentido delictivo.

Aparecen partes de la mixteca: Puebla, Estado de México, hasta llegar a Huajuapan, hay muchos parajes que se prestan para delinquir, en la completa impunidad, ni una cámara que lo aprecie.

No he tenido oportunidad de viajar mucho al norte pero sí conozco el sur. El lugar se presta sobre todo porque es sierra y es mixteca. A veces pasas por una casa que se encuentra en la carretera y no sabes qué cosa esté pasando allí adentro. Y aunque lo supieras no te detienes ni te meterías, es algo complicado. Son escenarios para un tipo de naturaleza masculina o femenina determinados, no cualquiera se aventaría. Aunque supieras que están torturando a alguien, si vas pasando con tu carrito dirías: “Tengo que llegar al otro poblado”.

Esto por una parte, y por otro lado porque no he visto o no he tenido la oportunidad de leer libros que se sitúen en esta parte. Con algunas excepciones, se ve a Oaxaca como en plan de turista, como “Me la voy a pasar bien”. Si en el norte tienen problemas con la drogadicción, creo que hacia el sur la trata de blancas está rudísima.

Óscar Alarcón e Israel G. Castro foto de René García
Óscar Alarcón e Israel G. Castro foto de René García

ÓA. Sabemos que hay un lugar conocido como “La Zona” en Izúcar de Matamoros y que hay una réplica en Huajuapan, que es una especie de mini ciudad en donde se ejerce la prostitución.

IGC. En el D. F. han prohibido los tables, pero hacia el norte o cuando sales del D. F., ahí están y existen. Soy un lector de nota roja, todas las mañanas leo antes de hacer cualquier actividad en el trabajo. Siempre que hay trata de blancas, siempre que se habla sobre estas cosas siempre es Puebla, Oaxaca, Guerrero y Chiapas. Rara vez es el norte. También es una forma de hacer notar que el sur también existe, que también tenemos problemas no tan vistos como en el norte pero sí los hay.

ÓA. Platícanos sobre tus personajes femeninos. A mí me parece que le dan el justo equilibrio a la historia, ¿cómo construiste los personajes?, ¿por qué poner a una española a la que no le crees que lo sea porque en España ya nadie dice “jolines”? ¿Cómo equilibras a tus personajes masculinos y femeninos?

IGC. Parto de una premisa, porque yo sí estoy 100% seguro –y podría jurar con mi mano sobre una Biblia–, que las mujeres sí mueven al mundo. Eusebio Ruvalcaba tiene un aforismo que decía “Camina por la calle, voltea y ve una casa, ve un auto, todo lo que tú quieras. Ha sido adquirido por un hombre pero en realidad es de una mujer que está ahí beligerantemente detrás de él”, yo sí creo que esto pase. Si por nosotros fuera, como varones, a lo mejor nos bastaría con un cuarto y una mesa, no necesitarías todos los accesorios que vas adquiriendo a plazos fijos.

Siempre que construyo un personaje femenino me gusta pensar en eso, me gusta que giren en torno a la feminidad. No estoy casado con un tipo específico de belleza –en el plano estético de la feminidad– pero sí me gusta que todo gire alrededor de ellas.

A la hora de construirlas quise que se hiciera una especie de antagonismo porque hay distintas formas de ser violento, hay quienes son muy rudos, muy de golpes. Y hay quienes ejercen otro tipo de violencia pero que al final produce el mismo efecto.

La ex novia de Jonás es una mujer como él, es una mujer muy violenta. La ventaja de ella es que tiene el poder que da la impunidad. Ella puede hacer lo que quiera y no tiene que pagar ninguna consecuencia y lo sabe. Sabe que ella puede salir a matar a un tipo, acuchillarlo, y no le va a pasar absolutamente nada. Jonás es un poco así, aunque no tiene el lado protector no es algo que le preocupe mucho, es algo que no lo espanta.

Y por otro lado, la mujer a la que va a matar –y que terminan teniendo algo– es más pensante, ella sí se preocupa pero cuando se ve en una situación límite también juega sus cartas a su manera, aunque no sea a golpes, lucha por sobrevivir, utiliza sus recursos que son muy limitados porque es perseguida por todos lados.

ÓA. ¿Cómo haces para equilibrar algunos clichés de la novela negra que se cuelan? Por ejemplo, aparece un Ford Falcon ’69, o que el personaje se vista de determinada forma, ¿cómo hacer que a pesar de los clichés no se conviertan en una caricatura?

IGC. Este tipo de personajes se relacionan mucho con corridos, con carnes asadas. Pero estoy completamente seguro que por ahí debe de haber alguna excepción.

Creo que la verosimilitud se logra cuando se cuenta una excepción a la regla, es decir, es un tipo que no viene de cuna humilde, también viene de escaños del poder de otro nivel, no es un analfabeta funcional. Toda la música que escucha llegó a él por una mujer. Y el carro lo arma por una cuestión de nostalgia.

Uní todos los elementos y me dije “¿Cómo llegaría hasta este punto?”, lo fui armando así, que todo tuviera un significado para él, que es a lo que todos nos atrapamos mucho en cuestiones estéticas. Por ejemplo, si a ti te gusta determinado carro pero tu papá tuvo un Volkswagen ’69 y llegas a tener la oportunidad de armar uno quizá digas “Lo voy a hacer”. Si hay música que te recuerda a tus mejores años en la secundaria, evidentemente la vas a escuchar. Nos vamos moviendo por estas cuestiones. Pocas cosas son las que nosotros descubrimos y sí muchas son las que nos llegan como diferidas por la memoria.

Cada cosa que Jonás hace es movida por algo, desde la música hasta el carro y todo lo vas descubriendo a lo largo de la novela. Algunos leían dos o tres capítulos y me decían “Es que no te creo” pero cuando llegaban a la mitad decían “Ah, no, sí…” es cuestión de que le vayas avanzando. Creo que el personaje se va haciendo a través de la historia, vas entendiendo de dónde viene. Y no solo el personaje principal sino a todo.

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