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Por Marco Antonio Hetfield

Puebla, México, 18 de febrero de 2021 [00:02 GMT-5] (Neotraba)

Akira es una película animada, dirigida por Katsuhiro Otomo. Basada en un manga del mismo autor, vio la luz en 1988. La trama toma lugar en Neo Tokyo: un Japón postpunk. Ahí conoceremos a Tetsuo y a Kaneda, dos jóvenes pandilleros que se pasean por toda la ciudad en sus motos. Tras un extraño incidente, que involucra a un niño con facciones de anciano, Kaneda obtendrá poderes. Desde ese punto, en la historia se asoman asuntos sociales, políticos y filosóficos.

Al poco tiempo de su estreno, alcanzó el reconocimiento como la película animada más costosa de la historia. Esto lo podemos notar en varios de sus apartados: desde la meticulosidad, nos expone referentes visuales de todo tipo; el filme mismo se enmarca como parte de la cultura pop y nos enseña cómo realizar una animación.

Más que una película, Akira puede definirse como un fenómeno. Trasciende en forma desde su estilo visual y su propuesta novedosa en la ciencia ficción. Se convierte en una influencia para las cintas posteriores dentro del género. Tomando como base la política, crea ambientaciones increíbles que alcanzan extremos peligrosos. Otomo fabrica una distopía, cuyo origen es culpa de la humanidad. Sus personajes tienen que aferrarse a los ideales políticos para poder sobrellevar sus cargas.

Mientras filmaba, Otomo tenía publicada, tan sólo, la primera mitad del manga del cual se basó. Dicha decisión le dio más libertad en el proceso creativo. Una de las particularidades de la película es la supresión de algunos personajes secundarios, junto con los arcos dramáticos que los acompañan, para focalizar a otros.

O también, la conjunción de dos personajes en uno solo, para formular acciones de peso en la historia. Contrario a lo que sucede en el manga, donde muchas veces abandona a los personajes antes del siguiente movimiento. Aunque la historia inicia a la mitad, contamos con pistas suficientes para alcanzar la conclusión. Cuando no, nos explica algunos otros detalles como parte del surrealismo de la misma obra y nos ayuda a configurar su tono filosófico.

En sus secuencias, Akira nos deja muy claro que no es necesario partir de la destrucción para alcanzar la distopía. Basta retratar a una ciudad negligente, cuyo objetivo es alcanzar el auge del color y del movimiento, aunque sus habitantes disfracen sus problemas. El individuo se ahoga en un mar de ecosistemas sociales buscando la respuesta de un ser supremo.

Tráiler oficial de Akira.

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