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Monterrey, Nuevo León, 19 de junio de 2024 (Neotraba)

Todas las fotos son de Clars

Duro al taconazo con los Jordan. Los morros. Las fresitas de minis y tacones caros. Percibo el aroma de perfumes finos. Fraiche o de los Europeos de refil. Tenis y bolsitas clones. De repe originales de la paca gringa. Las de buena percha no necesitan ropa de diseñador. Exudan la sutil y embriagadora esencia del billete. Encontronazo de dos mundos.

Retumba la banda. A las puertas del recinto. Como andar en el malecón de Maza. En el palenque. Ya no hay sombrerudos. Llevan gorritas placosas. Tampoco cinturones piteados. Llevan Gucci o Versace. En el recuerdo quedan los Wrangler o Levi’s ajustados. Aquí se la navegan en el tumbado style.

De morros a los bailes nos íbamos a jetear. Encima de las sillas de aluminio viejas y oxidadas. Patrocinio por Coca-Cola o Carta Blanca. A tumbarle varo al tío más pedo y a correr entre el zapateado nomás de estorbosos.

La ondeada que se ponían los jefes en los bailes nos daba pena. Alucinados. Sacaban una fusca y tiraban al aire. En la Tahoe roja de regreso al chante. El hedor a litros de alcohol y sudor. Capos rancheros. Al día siguiente a la labor. A chingarle.

La onda de andar dando vueltas en la plaza nos daba pereza. La música no del todo nos podía cautivar. Navegamos entre una diversidad musical muy distinta a la herencia de los abuelos o papás arremangados.

Era música de rucos. De nacos. Pensamos absurdamente. Ignorando que en determinado punto de nuestras vidas. Esa música sería la única conexión genuina de los buenos tiempos con la familia.

Luego el regional mexicano se transformó. Fueron unos morritos pesados los que no aflojaron hasta llegar a donde están hoy. Críticas, burlas y mentadas de madre. Hoy todos quieren colaboraciones con los más duros del género. Primero los demeritamos.

Una generación de morritos más morritos que ellos son los que llenan los palenques, estadios y auditorios de los más representativos de los Corridos Tumbados. Agotan localidades de grandes y medianos foros en cuestión de horas.

Gabriel Ballesteros Abril aka el Compa Gabito te hizo recordar esos aniversarios en el Ejido Santa Isabel en Cadereyta Jiménez, Nuevo León.

La banda, los corridones, el huapanguito y la cumbia. De regreso, en el asiento trasero, escuchando a Los Tigres del Norte, Los Cachorros de Juan Villarreal o al Viejo Paulino. Al Vale “El Gallo de Oro”, Los Invasores de Nuevo León y a Chalino.

Siempre había una historia breve que contar en cada corrido. Era lo de antes. A la gente pesada y respetada le componían corridos. A hechos históricos y perturbadores que marcaron la memoria colectiva de determinado lugar.

Lo de Gabito, Natanael Cano, Peso Pluma o Junior H no ha variado mucho en la esencia. Retratar una realidad. Más que hacer apología a la violencia es nuestra realidad. Un México herido. La música no tiene la culpa.

Creciste escuchando rolones de malandros y nunca quisiste ser uno de ellos. Ni por la cabeza te pasó ser como Laurita Garza. No consumes drogas. Somos licenciados, ingenieros o arquitectos. Si sabemos leer. No somos ignorantes. De primaria trunca no nos baja la gente que detesta el género.

Llegaste amanecida, todavía peda. No sé cuántos mezcales. Varias trasnochadas. Y regresaste específicamente al concierto de Gabito Ballesteros. De Durango a Monterrey. No quieres que nadie te lo cuente. Lo quieres contar tú.

Que a tus treinta años. Ya señora. Han acaparado tu atención estos talentos. Por las formas de apoderarse de los top globales y listas de popularidad. Por verlos en grandes festivales internacionales como platos fuertes entre géneros musicales totalmente diferentes y variados.

Te das a la tarea de destripar hasta la entraña el género.

La primera fecha en solitario de Gabito Ballesteros es en Monterrey. A escasos días de estrenar su primer material discográfico.

A como puedes te acercas al escenario. Pierdes la cuenta de los músicos de Gabito. Son un chingo. Los morrillos y morrillas te abren paso. Las más rejegas están sobre la barricada y no tienes intenciones de ponerlas bravas.

Gabito. Güerito de porte belicón. El porte ya no es ranchero. Las marcas de lujo y los accesorios placosos son los que predominan. Al mero estilo urbano y un ligero toque buchón. Atrás quedó el sombrero vaquero y las botas picudas. Hoy a sus morritas ya no les mandan cartas. Les tiran DM. Las tunean. Las pasean, presumen y les compran Dior, Chanel o Louis Vuitton. Pal backstage, pa la after, después del show.

Sus bailes al interpretar el Sinaloense le dan la vuelta al mame de redes sociales. Se viraliza. Tiene una chispa muy singular. Más inclinado a la interpretación de canciones populares versionadas al estilo banda sinaloense. Aquí lo que prende a la chaviza son los corridones. Alteradones. Pa andar recios. Jalados. Le da un aire al Gallo de Oro.

La setlist marca cuarenta canciones. Después del primer encore perdí la línea. Modificó todo. ¿Cómo le irán a hacer los reporteros que transcriben todo el setlist de nota?

El Auditorio Citibanamex a reventar. Todavía sigue llegando gente a la corre y corre. Gabito va de un lado a otro. Sin esfuerzo. Les manda besitos a las muchachas bonitas. Les canta. Se baja del escenario. El furor a todo lo que da. Los apretujones.

A Gabito en cada entrevista le recuerdan el inicio. El coro de la iglesia. Así empezó todo. Las redes sociales están infestadas de videos donde los puedes ver todavía huerquillos en el salón de clases o chambeando como simples mortales. Con escoba en mano. Cantando. Siempre cantando. Al tiro. Ni por la cabeza les pasó que en determinado momento el boom del género que representan los convertiría en objeto de estudio.

Desde abajo. A pesar de la cuna de oro. Aprendieron a chingarle. Dios los hace y ellos se juntan. Es el común denominador de los cuatro más pesados. Natanael Cano, Junior H, Gabito Ballesteros y Peso Pluma. Cada uno con una promesa. Una cadena de paros. Entre compas. Sube uno. Subimos todos.

Graban rolas entre ellos. Colaboración tras colaboración. Se jalan unos a otros en sus shows. Así mero fue el caso de Gabito con Natanael. Gabito agarró su camino y su gente.

Trabajo reflejado ante los miles de asistentes de la noche. Lo mismo pasaría si las bandas de rock en los toquines regios se quedaran después de tocar a escuchar a los que siguen en el escenario.

Desde barricada te das el tiempo de mirar a tus espaldas. Pocos artistas tupen el recinto como hoy.

“Ahora te puedes marchar”, “Porque te vas”, “Perfecta” son algunas de las rolas en versión banda que se avienta el Gabito. No deja fuera rolas llegadoras y clásicas del regional como “Mi gusto es” que los morritos no cantan pero que tal los chavorrucos belicosos que nos colamos al concierto.

Un clásico es pedir “Cuerno azulado” uno de esos corridos de Gabito con Natanael Cano que se abstienen de tocar. De los prohibidos. De los caros. Mentira no es que Natanael Cano fue multado por millones de pesos al interpretarlo en uno de sus shows. Pero billete sobra. Y con las ganas no se quedan. Se la aventó Gabito: “Voten por el boss en las elecciones”. Te van a matar perro. Grita un bato a lo lejos.

No entiendes de qué forma consiguieron jalar a la chaviza de nuevo a las ferias del pueblo o palenques. A corear corridos. Ir por la vida con esas ganas de superación personal. De una vida buena. Mejor. De lujos. Y no. No se trata de aspirar al dinero mal habido. Disonancia cognitiva. Le llaman los psicólogos. Menos de cuatro minutos de rola es lo que dura el viaje. La Belikada. Alteradones. Alucianados. Bandidos. En la loquera.

Sale la chamba en caliente si de fondo suena un corridón. Nomás de alucines. Desde nuestros miserables y mal pagados jales en el godinato.

De los corridones totalmente en vivo…


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