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Por Carolina Reséndiz

Hermosillo, Sonora, 26 de octubre 2023 (Neotraba)

Sentimiento atropellado
Nunca te voy a poder alcanzar porque mis brazos sólo pueden abarcar cierto espacio y nuestras diferencias son muy largas. Hay un espacio y un tiempo entre tú y yo. Tú no notas el tiempo y yo nunca siento el espacio.
Nunca voy a entender porque cruzaste la calle y no miraste para atrás, no buscaste mis ojos en la multitud que te seguía, no buscaste mi alma entre las miles que dejan los cuerpos de los hombres todos los días.
Yo era un paso importante en el instructivo que decidiste no leer y ahora tu mesita de noche siempre se colapsa porque le falta un clavo.
Yo era una lluvia que bien pudiste checar en el clima, pero preferiste salir sin sombrilla y te empapé.
Yo era un paso importante en la lluvia. Yo era la caída.
Nos encontraremos constantemente como dos ríos que fluyen para donde mismo, conociendo a las mismas personas y creyendo en las mismas pinturas, pero nunca nos tocamos, nunca chocamos brutalmente, nunca nos odiamos, solamente estamos allí fluyendo, y a pesar de que yo te quiera empujar a alguna dirección el agua nunca cambia de camino.
Quisiera pensar que las palabras en tus poemas son para mí.
Quisiera creer por un momento que la delicadeza que le demuestras diario a un amor extraño que te llena por dentro de musgo me lo hubieras dedicado a mí en tan solo un pensamiento, un segundo en el que hubieras pensando en lo bien que se sentía la lluvia cayendo sobre tu cabello o lo mucho que te era útil tu mesita de noche. 
Que una noche solitaria hubieras pensado en mí y hubieras querido acercarte.
Que hubieras querido acercarte.
Que hubieras abierto la puerta y la boca.
Que hubieras corrido conmigo cuando cruce la calle sin ver.
Que hubieras volado.
Que nunca hubieras olvidado mi cara.
Herida infectada
Algo me preocupa en la forma de un bulto de ropa que se va juntando en mi piso y comienza a cobrar vida dolorosamente, como el monstruo de Frankenstein pero sin la crisis existencial. Es un bulto que nomás viene a remarcar el vacío que está llenando, que me permite alternar de preocupación en preocupación mientras se levanta del suelo y se traspasa a la silla del escritorio vacía en la que no me siento hace meses porque no tengo nada que poner en palabra escrita, no quiero esculpir nada en piedra porque nada debería perdurar si está cargado de esta congoja, de esta piel estirada que comienza a arder, de la espina que traigo clavada en el costado y me molesta siempre que me intento mover, pero no puedo dejar de moverme y herirme porque el amor es movimiento.
Día y noche
Es de noche y yo estoy dejando al internet hacer ruido porque no puedo estar sola en noches como esta, porque no estoy aquí entre el silencio y el sol dormido, estoy contigo hace unas horas, estoy contigo bajo la luna pensando en que nada de esto se siente lento. Mirarte a los ojos es un puñetazo que me saca el aire y con mucho pinche gusto lo voy a seguir haciendo, estoy contenta de estar aquí mientras el aire me golpea, pero no estoy contenta de la noche en la que estoy en mi cuarto.

Carolina Reséndiz. Fotografía por cortesía de Manuel Parra Aguilar

Carolina Reséndiz (Hermosillo, 2001). Egresada de la licenciatura en Literaturas Hispánicas por parte de la Universidad de Sonora. Crea collages en @pez.perdido, escribe poemas sueltos e intenta escribir una tesis. Libros: Verano Desnudo.


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