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Por Óscar Alarcón (@metaoscar)

Puebla, México, 26 de septiembre de 2021 [04:00 GMT-5] (Neotraba)

Más de 30 autores se reúnen en Vamos pal perreo, antología de textos editada por Patricia Salinas y Juan Pablo Ruiz Núñez con la temática del reguetón como fenómeno de distintas manifestaciones.

Al tratarse ya de una tema global, el género condicionó una serie de eventos relacionados desde las variantes lingüísticas hasta la libertad del cuerpo. Por ello, ya no hablamos de una simple charla moral dominical para decidir si escuchar o no reguetón.

Estos motivos nos mueven a entrevistar a una de las editoras de Vamos pal perreo, obra editada por la nueva editorial Fruta Bomba en conjunto con la Universidad Nacional Autónoma de México.

Portada del libro Vamos pal perreo
Portada del libro Vamos pal perreo

Óscar Alarcón. ¿Cómo surge la idea de hacer un libro como Vamos pal perreo y cómo elegiste a los autores que escribieron los textos?

Paty Salinas. Lo principal fue que en nuestra vida privada y de amigos y fiesta nos gusta el reguetón desde siempre, desde que yo lo escuché por primera vez cuando tenía 15 o 16 años.

Recuerdo que me gustaba porque básicamente me daban ganas de bailar sin ninguna otra motivación ni ninguna otra construcción de nada. Me siguió gustando el género durante muchos años. Cuando llegué a estudiar a la UNAM –a la Facultad de Filosofía y Letras– me seguía gustando el reguetón, pero a mis amigos no les gustaba, me hacían burla porque para estudiar ponía reguetón: “¿Cómo puedes escuchar esa música?” Sobre todo considerando el contexto de la Facultad de Filosofía y Letras.

Ahí empezaron a surgir las dudas o la curiosidad de por qué este género me gustaba mucho y a otras personas también, pero otra gran parte de la población sentía un rechazo muy fuerte, le avergonzaba decir que le gustaba el reguetón aunque en alguna fiesta lo pusieran y todo mundo bailara muy feliz. Había siempre pena, vergüenza en no aceptar un gusto que pertenecía al gusto vulgar, al mal gusto.

Junto con Juan Pablo Ruiz Núñez –que es el otro editor del libro– hace ya casi tres años nos surgió una idea de hacer una publicación alrededor del tema. Nosotros hemos sido editores –cada quien por sí mismo– por lo menos 10 años. Juan Pablo se ha especializado más en publicaciones de revistas, tiene un proyecto de radio. Y yo más en la edición de libros. Una forma de reflexionar sobre temas, de plantear conversaciones, es a través de la edición y de los libros.

A propósito del tema, había una discusión muy interesante, empezando por el rechazo. Entró en el país muy poco a poco. La forma en la que se vive y popularizó el reguetón en México es diferente a otros países, la postura es distinta. Era necesario pensar muchas cosas alrededor del tema.

Concluimos que esa discusión no sólo se relacionaba con la música misma. Iba más allá de si te gusta la música o te gusta el agua de sandía o de limón, sino que ese gusto estaba mediado por muchas otras circunstancias, que tienen que ver con el cuerpo mismo, con la sexualidad, con hablar directamente del cuerpo en movimiento, pero también con el racismo, discriminación, clase social, con todos estos temas y que todo convergía en el gusto por el reguetón. Cuando uno está en la fiesta y se para a bailar este género también se están moviendo estas discusiones.

Entonces, nos parecía que el tema era muy emocionante y que, además, todo mundo tiene posturas distintas. El fenómeno es tal que en un momento el rechazo era generalizado, –incluso en sus orígenes en Puerto Rico. El reguetón tenía que suceder de contrabando porque estaba prohibido; sin embargo, es un fenómeno tan grande que llega al punto en que ahorita es el género más escuchado en el mundo, no sólo por los que hablan español sino en otras culturas tan disimiles de la latina. Es algo muy interesante para explorar y debatir.

La idea fue invitar a otros artistas y creadores, empezamos por nuestros amigos, con quienes sabíamos que les podía interesar. Al principio sonaba un poco como una ocurrencia. Conforme avanzábamos, en el proceso de edición también descubrimos textos, posturas nuevas, autores nuevos en internet y les escribíamos a los que nos interesaban. Les contábamos sobre el proyecto y les preguntábamos si querían participar. Afortunadamente, todos a los que contactamos nos respondieron muy efusivos, muy buena onda todos, sin conocernos, sin saber nada más allá del proyecto más que el tema era muy interesante.

El proceso de edición duró tres años, fue lento porque es un proyecto independiente que surgió con nuestra energía y nuestro entusiasmo. Llevar a cabo proyectos así, organizando nuestra chamba y otras cosas, los atrasa.

Lo que estuvo muy bueno fue que, a finales de 2020, la UNAM lanzó una convocatoria para hacer coediciones con editoriales independientes para libros que ya estuvieran avanzados y que nada más les faltara la impresión o un pedacito para terminar. El libro ya estaba. Estábamos en las últimas correcciones y afortunadamente salimos seleccionados en esta convocatoria, nos alegró mucho porque no pensamos que la UNAM fuera a interesarse en el tema, en el tono del libro.

El libro no es para nada serio, académico o solemne. El reguetón es un fenómeno divertido, tan de broma, tan ligero que a veces el reguetón no se toma a sí mismo tan en serio: los mismos cantantes, las letras son un poco también en broma. Ese tono también lo tiene el libro, además hay mucha gente encuerada en las imágenes. Cuando salió en la selección de la UNAM fue una sorpresa y mucha alegría, fue con ese último empujoncito que logramos sacar por fin el libro.

Ilustración de Axel Santiago para Vamos pal perreo
Ilustración de Axel Santiago para Vamos pal perreo

ÓA. ¿Cómo se hace para que el libro no sea una ocurrencia? Los ensayos están muy bien trabajados, tienden a lo académico, hay un trabajo muy serio. Se toman en serio el análisis del reguetón, hacen sociología del reguetón y se deja de lado lo anecdótico. ¿Pusiste alguna regla sobre pertenecer a la academia o cómo fue que te llegaron estos ensayos?

PS. La idea del libro más que tener un tono serio era que queríamos que la discusión fuera seria. En ese sentido, el debate sobre el reguetón tiende a ser superficial y toda la gente que se pelea en las pedas, generalmente, lo hacen sin argumento, sin saber el origen del género, su historia, todo lo que implica. Lo que queríamos es que el libro mismo fuera una especie de discusión informada sobre el tema.

Como conocíamos a los primeros autores, amigos nuestros, sabíamos qué tipo de textos nos iban a entregar. A las primeras que le pedí colaboración fue a Isaura Leonardo, una chica que conocí por redes sociales, la conocí por una editorial en la que yo trabajaba antes –en Sur +– y justo por el Facebook nos dimos cuenta de que nos gustaba el reguetón. Ella es clavadísima de los estudios culturales y yo sabía que ella iba a hacer un texto muy clavado sobre la historia del reguetón. Sin que ella me lo dijera, yo sabía que haría un texto así.

A los demás, que sabíamos que escriben otro tipo de textos y otros géneros, les pedimos que entregaran un texto en el género que quisieran porque también creo que el reguetón es una experiencia corporal muy interesante, muy rica. Si solamente se quedaban textos del lado académico, más de historia, de sociología, iba a ser un poco como reducir la discusión y la potencia del tema mismo. Nos surgió la idea de incluir muchos géneros: hay poesía, hay cuento, crónica, entrevista, artículos, y una parte muy importante: las ilustraciones, que el reguetón, además de ser música, es una estética visual muy interesante.

Considerando que hacer un libro a colores sale muy caro, nos preguntamos cómo supliríamos esa potencia estética tan colorida del reguetón –cuando pienso en reguetón, pienso en colores. Una solución fue esa: invitar a varios artistas, que el libro incluyera ilustraciones, que el libro mismo tuviera muchos tonos, muchos géneros para discutir muchos temas, de tal forma que uno le pudiera dar la vuelta y también, a partir de esto, surgió la idea del diseño de interiores: hay diferentes cajas, porque el reguetón es movimiento, queríamos que en la lectura se sintiera el movimiento y suplir un poco la falta de color con otros elementos propios de la cultura del libro, que dieran esa sensación de jugueteo.

A la hora que empezamos a diseñar el libro, que empezamos a imaginarlo, dijimos “Este libro no puede ser aburrido, no podemos hacer un libro sobre reguetón y que sea todo igual, tiene que haber algo más”. Estas fueron las reflexiones que tuvimos con Gaby Díaz, la diseñadora, cómo hacer un libro reguetonero. Se puede escuchar chistoso pero sí fue parte del proceso y de pensar cómo trasladar ese espíritu a un libro. Al final, el grado de seriedad y profundidad de los textos fue una propuesta propia de los autores, pero un poco sabíamos que nos iban a entregar eso, que esa era su propuesta.

Cuando buscamos a Tilsa, poeta de Perú, sabíamos que entregaría poesía. A ella la conocimos en Oaxaca, cuando vino a dar un taller de poesía. Después de eso, fuimos a bailar reguetón. Entonces, sabíamos que Tilsa estaba ni mandada a hacer para que nos entregara un texto. Cuando le dijimos, nos mandó sus poemas.

Varios ya estaban hechos, fueron los textos que nos encontramos en internet. Uno de ellos, como el de Jorge Carrasco, la entrevista a Osmani García –cuando yo la pedí tenía como un año que se había publicado en El estornudo– ya estaba hecha. El texto de Carolina Sanín, que fue el último que descubrimos, nos encantó, ella lo publicó en Vice, en Colombia. El de Ana Teresa Toro, ya teníamos gran parte de la edición avanzada, cuando sucedió un movimiento social en Puerto Rico. Estaba muy impresionada de los sucesos porque era un poco la reafirmación de lo que estábamos diciendo en el libro: la potencia política, el movimiento, el baile, el género mismo sucedía tal cual en Puerto Rico. Mientras veíamos las noticias sobre el evento, vi que salió publicada esta crónica, la leí y me encantó. A través de otro periodista pregunté si tenía el contacto de Ana Teresa, le escribí, estaba encantada con la propuesta y nos mandó su crónica. Fue así como surgió.

Ilustración de Mónica Figueroa para Vamos pal perreo
Ilustración de Mónica Figueroa para Vamos pal perreo

ÓA. Cada país tiene su forma particular de cómo ha recibido el reguetón. Al inicio no me gustaba el reguetón, pero al dar clases en una preparatoria, los alumnos te envuelven para decirte cómo se mueve o se baila. En muchas ocasiones, los jóvenes quieren formar bandas, pero es muy raro que se diga “Vamos a cantar reguetón”, el rock todavía les llama la atención. Nadie dice “Vamos a armar una orquesta de salsa”, ¿qué ocurre con la forma en la que se introdujo el reguetón a México?

PS. La particularidad con México es la relación cultural que tenemos con el cuerpo. Las primeras canciones de reguetón estuvieron de moda hace 15 o 17 años, cuando salió “La Gasolina” y tuvo un primer boom. Luego, se diluyó, estuvo por ahí un rato, pero no fue sino hasta unos 6 o 7 años que el boom fue internacional y se convirtió poco a poco incluso en pop y totalmente mainstream, pero sí, de una aceptación lenta. Depende también de los grupos y clases sociales a las que pertenecen quienes escuchan reguetón.

Se asocia con el cuerpo, la moral, con la forma en la que nos relacionamos sentimentalmente hombres y mujeres en México. Tuve la oportunidad en estos 10 años de viajar a Cuba y comparar cómo es esa relación. En Cuba, desde un principio, tuvo buena aceptación y floreció. Fue muy diferente a lo ocurrido en México. También hay rechazo, como aquí, sucede en todos lados. Siempre habrá alguien a quien no le guste y argumente de forma similar, pero es muy diferente la forma en la que fue recibido en un país como Cuba, por ejemplo. Ahí el cuerpo y la sexualidad se perciben como un asunto diferente al de México. Hay una libertad mayor de mover el cuerpo, de hablar expresamente de la sexualidad. Hay un nuevo subgénero nombrado Reparto, también es muy interesante. Se integró muy rápido a la cultura y a la sociedad cubana. En todos lados se escucha reguetón, esa idea, como en la crónica de Ollin, “Si alguien piensa que todo el tiempo en Cuba se escucha trova está muy equivocado, lo que aquí se escucha es el reguetón”.

Un poco esa fue mi forma de comparar ambas experiencias: si en Cuba se vive la sexualidad y el cuerpo de esa forma, en México es muy diferente, hay un pudor bastante grande frente al cuerpo, frente al cuerpo femenino, frente a la sexualidad y enunciación tan vocal de esa sexualidad. La bipolaridad de lo que “se debe de hacer” y lo que “no se debe de hacer”, cómo te tienes que comportar, cómo no. Todas esas mediaron la adopción o la total aceptación de un género como el reguetón en nuestras generaciones. Es a nosotros a quienes nos costó mucho trabajo, porque ahora me parece muy interesante cómo hay un montón de videos de personas muy jóvenes –niños– bailando reguetón –aunque también es muy criticado. Hay videos en los patios de las escuelas con niños bailando felices, en las prepas, en las tardeadas, muy eufóricos. Y son niños muy chiquitos.

Hace poco me preguntaban sobre ese fenómeno en los niños. De entrada, se me hace súper interesante y como un paso adelante en función del cuerpo y del goce del cuerpo y de la misma sexualidad. Al final, el reguetón, más que las letras, es una experiencia del cuerpo.

Las letras están cantadas desde las variantes dialectales de cada país. Yo misma no llego a entender muchas de las canciones que me gustan, es más bien un ritmo. Los niños seguramente ni siquiera comprenden al cien por ciento la letra de una canción, sin embargo, la música les provoca que quieran habitar con su cuerpo cierta experiencia. Y, por ejemplo, nosotros, que no crecimos con reguetón pues aún no nacía, no quiere decir que crecimos con una sexualidad muy sana. Muchos tenemos un montón de restricciones, problemas, traumas, violencias, sufrimientos producto de una la relación con una sexualidad muy problemática. Quiero decir que no porque nosotros no bailamos reguetón cuando teníamos 10 años estamos sanísimos de nuestra relación con el cuerpo y nuestra sexualidad.

El reguetón, al ser abiertamente sensual y sexual, representa una relación con el cuerpo y con el sexo importante, que muchas de las letras más pop, más suaves, tienen esa relación más juguetona, más de voz, de no tomárselo tan en serio. Por ahí, en una de esas, en esta relación con el baile y con el gozo, se abra una puerta para que las generaciones más jóvenes tengan una relación diferente con su cuerpo y con la sexualidad y que cambien algunas cosas.

Lo interesante es que cuando era niña y había una tardeada, bailábamos sólo las chavas. Nunca los niños. O uno o dos y ya. En cambio, ahora están en las escuelas, ponen música y los varones bailan reguetón. Quizá esa euforia de los más jóvenes por bailar modifique la relación que los adultos tienen con sus propios cuerpos.

ÓA. En todo el libro se filtra cierto espíritu que tiene que ver con el reguetón y el punk. El reguetón se volvió un ritmo “fuera de”. Pero también me una declaración provocadora, porque también hay puristas dentro del punk quienes, cuando les dices “me parece que el reguetón podría ser el nuevo punk”, se molestan. ¿Consideras que el reguetón puede ocupar el espacio social que tenía el punk o es una declaración para provocar a esos puristas?

PS. Creo que más que tomar el lugar del punk, esa afirmación es un poco lanzar la pregunta: “¿Cuál sería el punk en una situación como la de Latinoamérica?”. También es cierto que el rock –y el mismo punk– vienen de comunidades blancas: es el norte global. En ese sentido, preguntar cuál es en América Latina, México, Puerto Rico, Colombia, el género que funciona, como funcionó el punk, en sus respectivas comunidades. Así como se dice esto –hay una ilustración que dice “Punkperreo”–, en algún momento se dijo que la salsa era el punk de Latinoamérica, y lo relaciono porque la salsa y el reguetón comparten algunas características que hicieron que se afirme o relacione con el punk.

La salsa, por ejemplo, es un ritmo que invita al baile. Los orígenes del ritmo son caribeños, hay todo un debate sobre dónde se origina la salsa, si en Cuba o en Puerto Rico. Al final, viene de todos lados. Sin embargo, tiene sus orígenes en los ritmos africanos, en las culturas afrocaribeñas, el cuerpo es partícipe directo. Hay cierto tipo de movimiento con el cuerpo, enlazado al gozo, el movimiento y la fiesta.

Por otro lado, la salsa, aún si es un género de baile y de fiesta, también tiene exponentes que politizaron las letras, narraron ciertas problemáticas de América Latina. Es la salsa el género donde florecieron ese tipo de narrativas.

De forma similar funciona en el reguetón. El reguetón es un ritmo que fuera de Latinoamérica se ve como latino, tiene su origen en ritmos africanos, caribeños, pero también, como dice el texto de Isaura, en la triangulación con la migración hacia Estados Unidos. Ese paso es muy importante en la conformación del reguetón. Invita al baile, al movimiento de ciertas partes del cuerpo que están prohibidas –esa también es parte del punk, ir en contra de la regla de lo que te permiten o no hacer–, se basa en el movimiento de la pelvis, de las nalgas, que se supone no deberías mover para verte decente. Hay una ruptura de las reglas sociales y también a través de las letras.

Es cierto, algunas letras no son tan profundas, más bien son un jugueteo del cuerpo. No obstante, justamente el cuerpo es un lugar vedado, no se puede hablar del cuerpo de cierta forma, menos del de las mujeres. No lo puedes decir tan fuerte y en público. El reguetón es ese recipiente a donde llegaron todas esas narrativas y también las personas que hacen reguetón experimentan con el lenguaje, con las letras, con lo dicen. Por ejemplo, Tego Calderón es uno de los cantantes con letras mucho más políticas, relacionadas con su barrio y su origen negro, tiene una lectura mucho más política, si se quiere. En ese sentido, se vuelven una lectura mucho más política cuando es una cantante mujer, una reguetonera quien canta sobre su sexualidad, su deseo, su cuerpo. Porque si está vedado cierto tratamiento de la sexualidad en la música popular, todavía más que una cantante mujer hable estos temas tan abiertamente.

Ilustración de Axel Santiago para Vamos pal perreo
Ilustración de Axel Santiago para Vamos pal perreo

ÓA. ¿Qué pasa con la relación del cuerpo de las mujeres y el reguetón?

PS. Desde el principio, el género en sí mismo –aún si ahora son más las mujeres que cantan reguetón– el cuerpo de la mujer y las mujeres mismas tiene un papel protagónico. Aunque los hombres cantaban las canciones, siempre había un deseo hacia el cuerpo de la mujer. Y ese deseo, desde algunas canciones, se les podría criticar que objetualizan a la mujer. La perspectiva desde donde se canta ese cuerpo cambia, se transforma. Tiene muchas variantes, desde que el cantante te invita a tener sexo de manera muy abierta, libre, pero se ponen de acuerdo. Cambia de una forma importante cuando es una chica quien canta.

Desde el principio hubo reguetoneras pero, como sucede en otros géneros y en todos los ámbitos de la vida, quienes tienen más protagonismo son los reguetoneros hombres. Sin embargo, una cantante como Ivy Queen tiene letras como: “Yo quiero bailar, tú quieres sudar/ y pegarte a mí, el cuerpo rozar/ y yo te digo, sí, tú me puedes provocar/ eso no quiere decir que pa’ la cama voy”. Eso lo cantaba hace 15 años. En el principio también hubo otras chicas, pero sus carreras no continuaron, algo pasó. Ivy Queen está firme hasta la fecha. Ahora, por los feminismos, muchas de las mujeres ganaron mucha importancia, relevancia, a partir de las luchas de mujeres se ganaron muchos derechos. El trabajo y el papel de estas mujeres es más escuchado por las mismas chicas que integran el reguetón, el perreo y el twerk como parte de sus propias luchas políticas.

Si los feminismos buscan la equidad y conseguir ciertos derechos para las mujeres, parte de esa lucha se vincula con cuidar, proteger tu propio cuerpo y decidir qué quieres y qué no quieres. Uno de esos lugares de decisión y de libertad, muy importante para las mujeres es, evidentemente, su sexualidad. Es un lugar donde se ejerce muchísima violencia: a partir del sexo se coarta la libertad de las mujeres. Es muy común que los violadores justifiquen: “Ella sí quería”, cuando alguna chica está inconsciente.

Si desde el reguetón se afirma que una mujer quiere tener sexo, también se afirma que no quiere. Si hay un “sí”, también hay un “no”. Para la mujer, tener ese control, esa decisión sobre su sexualidad, es importantísimo. En eso se conjuga la estética, la emotividad del género, porque habla de eso.

Muchas chicas cantan reguetón en la actualidad, me resulta interesante que sus letras son más sexuales y más violentas que las de los reguetoneros. Por ejemplo, están en Argentina Chocolate Remix, quien abiertamente hace reguetón desde su feminismo. Otras no tanto, pero su música puede observarse desde los feminismos, como Ms. Nina, con la mayoría de su carrera en España; Tomasa del Real, chilena; Bad Gyal, catalana, quienes tienen letras súper subidas de tono, muy sexuales. Está interesante y divertido. Ellas son de la escena independiente pero hay otras chicas en una esfera más pop, internacional, como Natti Natasha, Becky G. No nacieron apenas, tienen muchos en la escena, ahora es cuando obtienen reconocimiento y son escuchadas.

ÓA. También en las comunidades LGBT+ se habla del cuerpo de la mujer y también se toca en el libro: se hace reguetón no necesariamente heterosexual. La música, la literatura no se toman la molestia de preguntar si está bien abordar esos temas –lo cual está muy bien–, se da de manera natural y la gente las sigue. Esa es otra variante: el cuerpo de la mujer sin la heteronorma. En el libro se habla de reguetón lésbico.

PS. Justo es Chocolate Remix quien hizo una canción donde explica que le gustaba el reguetón pero que no así el tono del hombre reguetonero cantando sobre las mujeres. Comenzó haciendo reguetón como parodia. Es una chica lesbiana que cantaba de forma tan cachonda, como los hombres, a las demás mujeres. Así son la mayoría de sus canciones: funcionan como una parodia, pero además la exceden cuando se vuelven más potentes. Si el reguetón ya de por sí espantaba, que haya reguetón así espanta todavía más. En el video de “Como me gusta a mí”, observamos un mega cachondeo en una cama larguísima con un montón de chicas y además todas súper diversas: altas, gordas, flacas, morenas, rubias, negras… hay una diversidad muy interesante y justamente esa diversidad estaba presente en la estética del reguetón de hace 10 años. En algún momento desapareció: ya hay muchos cuerpos blancos en los videos de Bad Bunny, J Balvin, Daddy Yankee. El video se puede ver y está disponible, pero fue objeto de escándalo y, en su momento, le bajaron el video de YouTube un buen rato.

El reguetón no tiene reglas para bailarse, a diferencia de la salsa o la cumbia, donde hay un paso o una forma de bailarlo, aunque no seas el gran bailarín la música te obliga a bailar de cierta manera y la forma de bailar cumbia y salsa es en pareja –generalmente en pareja de hombre y mujer, y el hombre lleva a la mujer. Es ahí donde están las reglas, aún si es en un ambiente festivo y distendido. Sin embargo, no hay forma de bailar reguetón, no hay un paso básico, más bien invita al desfogue, cada quien baila como quiere, cada quien decide si baila con una persona, si baila con todos sus amigos. Además, también sucede eso: bailas con un montón de gente al mismo tiempo. Como no hay una regla, el reguetón permite una libertad al cuerpo en movimiento, el cuerpo es libre de inventarse pasos, de alocarse si quiere.

Abre un espacio para esa libertad y se conjuga con todos estos movimientos, luchas, de los cuerpos con deseos de liberarse, emanciparse, en lucha política porque el reconocimiento de sus derechos y libertades. En ese sentido, por eso embona tan bien con todas las luchas: de las mujeres, LGBT+, y por eso es un espacio en el cual estos cuerpos se identifican.

Además, la estética del reguetón, los cantantes, las cantantes, todo el tiempo está subvirtiendo los estereotipos de género. Incluso los cantantes hombres. Si bien una de las críticas al reguetón es su machismo o el cantante se presenta como un macho, también la masculinidad de los cantantes es particular. De entrada, se depilan las cejas. En un país como México no es tan común. En un país como Puerto Rico o Cuba sí lo es, lo observamos en cualquier chavo de la calle. Eso es un detallito que nos hace ver que no es una masculinidad tan hegemónica.

El texto de Rodrigo García Bonilla sobre Maluma habla de ello. En sus canciones es dios, casi casi, y tiene un montón de mujeres y se acuesta con un montón, pero la misma estética de Maluma es afeminada, la ropa que se pone, cómo se mueve, juega con una representación bastante especial de la masculinidad. El nombre de Maluma, un anagrama; el mismo nombre de Bad Bunny, una especie de parodia. Al principio los reguetoneros jugaban un poco a ser los hiphoperos, el chico rudo del barrio. Es una parodia: por un lado, es el poderoso del barrio y Bad Bunny todavía mantiene la onda de que es un conejito pero es malo, es muy femenino ese apodo. Se pinta las uñas, sale con crop tops, usa ombligueras… no es una masculinidad tan macha.

Los mismos exponentes del género juegan con las representaciones del género masculino o femenino.

Ilustración de Axel Santiago para Vamos pal perreo
Ilustración de Axel Santiago para Vamos pal perreo

ÓA. Háblanos sobre la oralidad y los fenómenos lingüísticos del reguetón, porque esos son otros temas que se abordan en el libro. Hay un texto de Yásnaya Aguilar. En ocasiones no entendemos qué es lo que dicen en alguna otra parte del continente, es una cuestión lingüística. Una nueva trasgresión desde otro sector, que también plantea el reguetón.

PS. De entrada, cuando el reguetón existe, es en español. Eso, relacionado a que es un fenómeno muy global, es muy interesante en términos políticos de la lengua. Antes, cuando los artistas triunfaban localmente en sus países, su gran paso hacia el estrellato y la internacionalización era cantar en inglés, eso los ponía a un paso de ser más conocidos. Algunos lo lograban y otros no. Este género que sale de los barrios bajos de distintos países como Puerto Rico, Colombia, Ciudad de México, empezó a ganar terreno. Había algo importante ahí que ahora es sinónimo de lo cool. Todo se hizo cantándolo en español. Y no sólo en español sino en la variante dialectal de cada uno de los lugares a donde pertenecen los cantantes. Carolina Sandín dice que el reguetón habla del sexo con las palabras del sexo y, además, con las palabras del sexo de cada uno de los lugares donde se está hablando, con el slang del viejo San Juan de Puerto Rico, con el slang de Medellín, con el de la Ciudad de México.

Resulta que todos cantamos esas canciones y sabemos lo que es “bellaco”, “bichota” y partimos de la idea de que todos hablamos español en América Latina, y si bien hay palabras que no entendemos, la mayoría sí lo hacemos. Lo más chistoso es que en Alemania o Francia están cantando en el español de Puerto Rico.

En relación con el texto de Yásnaya, hay una idea de lo correcto, de que en la lengua hay algo correcto. Muchas veces lo asociado con lo correcto es el español hablado en España, todos los demás no son válidos. Esa es una noción vigente hasta ahora, mucha gente desprecia o se burla de ciertos usos de la lengua coloquial porque los consideran incorrectos y lo correcto es tal cosa. Además, eso es motivo de discriminación, violencia y escarnio, cuando en realidad no existe una sola forma de hablar que sea la correcta. Todas son correctas. No existe el español estándar, nadie lo habla, todos hablamos un dialecto del español: como se habla en la Ciudad de México, Buenos Aires, Chile, Madrid, Barcelona. Todas son variantes dialectales y todas son correctas porque cada quien habla como puede y como se da a entender, todo es correcto. Nadie tendría por qué rechazar, burlarse o discriminar por la forma en que habla. Eso es un poco lo que menciona Yas en su texto.

Ella lo hace más sobre la forma de escribir que de la lengua hablada, aunque usualmente es similar. Su texto es sobre las formas de escribir en mayúsculas y minúsculas, la hipercorrección ortográfica y que, al final, todas esas críticas vienen del clasismo, de sentirte mejor que el otro porque tú sí puedes ponerle acento a una palabra o tú sí escribes con mayúsculas y minúsculas. El otro, como no lo hace, es tonto e inferior. Y como es inferior, digo que es reguetonero. Ahí hay una idea interesante de cómo el reguetón se vuelve sinónimo de ignorancia, de alguien que no sabe leer o escribir. La pregunta es por qué se empiezan a hacer esas asociaciones y críticas. Que, además, en cualquier discusión en Facebook o Instagram sobre el reguetón, en los comentarios se observa: “Claro, no saben leer y escribir, por eso les gusta el reguetón”. “Claro, son unas putas, por eso les gusta el reguetón”.

ÓA. Háblanos sobre la editorial. Entiendo que eres editora en Almadía pero Fruta Bomba también es muy interesante. ¿Se articulan a través de temas musicales o cuál es la línea editorial a seguir?

PS. Creamos la editorial para publicar el libro. Esa fue la primera motivación. El nombre viene de que en Cuba le dicen “fruta bomba” a la papaya. Nos gustó el jugueteo para empezar, aún sin saber que tiene que ver con la papaya, es una imagen muy bonita. Me gusta imaginarme una fruta que explota. La palabra misma es muy bonita.

Y la referencia de la papaya con lo femenino. En Cuba decir papaya quiere decir vulva, por eso dicen fruta bomba. La referencia al cuerpo femenino me parece muy interesante. La sexualidad es un juego de palabras muy lindo.

Surgió para sacar este libro, pero queremos que este proyecto continúe, nos gusta mucho este primer resultado. Nos gusta la comunidad de lectores, el interés. Un poco en ese tono. Las líneas editoriales se construyen conforme uno hace libros.

Lo que sí nos gustaría hacer es libros colectivos como éste. Nos pareció que integrar muchos autores de la Ciudad de México, de Oaxaca, pero también de otros países fue una experiencia para todos. Fue un relajo, es mucho trabajo y al mismo tiempo fue muy bonito, enriquecedor. Nos gustó cómo, a través de diferentes textos, opiniones y formas de escritura se abordó un tema desde todos sus ángulos.

También nos gusta mucho publicar libros con este tipo de temas: que de principio no pareciera posible un libro de reguetón. Desde el prejuicio se siente como un oxímoron, un escándalo: ¿cómo va a haber un libro de reguetón? Es imposible. Ver qué otros libros podemos hacer de otros temas similares, que quizá de una primera mano no merezcan un análisis tan profundo, literario o intelectual pero sobre las cuales salen esas discusiones, sin duda alguna.

Particularmente, me gusta mucho el mundo del deporte. Me parece fascinante, que en México no se ha explorado mucho desde la literatura. Sí hay mucho de futbol. En cambio, en industrias editoriales como la de Estados Unidos se produce mucho sobre deporte y aquí no hay tanto. Y las escrituras que en el camino descubramos y nos llamen la atención. Relacionándolo con el goce del cuerpo, en el que muchas veces el pensamiento literario intelectual se ha quedado estancado, lo intelectual solamente es la cabeza.

Lo que quisimos hacer con este libro fue hacer evidente que la lectura es una experiencia del cuerpo. Pensamos que al leer el libro te dieran ganas de moverte, bailar, que alguien al leerlo diga “Quiero bailar”, entonces habremos cumplido nuestro objetivo. Que el ejercicio intelectual no está desligado del cuerpo ni del gozo. Buscar libros que mantengan esa relación.

Ilustración de Axel Santiago para Vamos pal perreo
Ilustración de Axel Santiago para Vamos pal perreo

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