Observaciones sobre el catorce de febrero
Observar, antes que nada, es una decisión suicida, nos dice Juan Jesús Jiménez y más cuando se trata de observar a la gente enamorada.
Observar, antes que nada, es una decisión suicida, nos dice Juan Jesús Jiménez y más cuando se trata de observar a la gente enamorada.
Por Juan Jesús Jiménez
Puebla, México, 19 de febrero de 2024 (Neotraba)
Para Mar: la observadora.
https://youtu.be/tPVocU4TN9w?feature=shared.
Quizá nadie se pierde, sólo andamos en caminos ajenos. O eso pensaba al pasar en medio de la gente sobre la 16 de septiembre. En una estación de radio mental sobrepuesta al ruido de los aceites cuando se calientan, anafres que se encienden, personas y una voz en particular que me pregunta si no es bonito observar a la gente siendo gente. Asiento, aterrizo un momento y sigo caminando.
Había sido un día largo, uno de muchos hasta este miércoles. De nuevo me dolía la espalda, el amor y la amistad canceló muchas clases y casi arrasa con mi taller de arcilla. En la mochila, Pacheco me recordaba que moriré lejos y Ana Fuente marcaba cicatrices en el contorno de mi silueta. De vuelta en la interferencia de pensamientos y canciones había una conversación sobre lugares para comer ramen, desorientación y de nuevo, la calma de observar.
Olvidé por mucho tiempo que el pilar de la escritura es ser parte de la realidad. Observar, leer, sentir, comer, andar. El invierno más largo de mi vida me había quitado mucho y entre ello, el deseo por observar a la gente ser gente. A veces basta un chai y una caminata hasta el camión para despertar a una primavera temprana. No porque sea el invierno malo, al contrario, me enseñó mucho. Sino porque por una vez en el día, podía seguir caminando en medio de todos y revelar en mi mente los misterios del anonimato urbano. Conversar sobre cualquier cosa, observar como antes, respirar de tanto mirar y llevar una canción entre los labios.
Observar, antes que nada, es una decisión suicida, la más valiosa. Ubicarnos en medio del panorama, como oyentes de una marimba, como el caminante número cinco mil de la calle, como alguien que merece salir del luto al menos un día. Hacer las paces con la realidad. Amar amando. Quizá no un amor romántico, sino otro más profundo. Amarse a uno mismo en los distintos roles que adquiere al observar; descolocarse, sentir el mundo como una lente en tercera persona.
Al final de eso se trata vivir; andar en todas partes. Escribir es solo una manifestación de las cosas que vivimos, casi como los sueños. Los diferencia que, en uno tenemos control parcial y, en el otro, son manifestaciones incontrolables. Pero me surge la duda, ¿qué observamos hoy en día? ¿A otros seres humanos o sus actos? ¿Una marca o su impacto?
Los temas siguientes todavía no están fijos. Pero por lo mientras, seguiré caminando pensando en otras cosas[1].