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Tomás Urtusástegui. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
Tomás Urtusástegui. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

Por Pascual Borzelli Iglesias / Óscar Alarcón (@metaoscar)

Ciudad de México, 8 de mayo de 2020 00:01 GMT (Neotraba)

Nos habíamos prometido una charla un mes antes de que partiera.

Uno nunca sabe cuándo dejará de ver para siempre a los que estima. Sin embargo, este texto no busca aferrarse a la tristeza aunque ese encuentro no llegará. Estas líneas presentan el recuerdo, las imágenes, las palabras que no desaparecen: nunca es tarde.

Alumno de Hugo Argüelles y Vicente Leñero, médico de profesión, se inclinó por la dramaturgia antes de cumplir 50 años y lo hizo de forma extensa: su escritura sobrepasa las 350 obras teatrales. Dejó de lado la carrera hipocrática y se entregó a las letras.

Tuvo una larga trayectoria como cardiólogo, parecía que sabía cómo llegar al corazón –al órgano y al metafórico– de sus lectores y de sus espectadores: sus obras sobre los escenarios ponen de manifiesto las crisis, uno de sus temas favoritos. Crisis sexual, de valores éticos, morales; de la familia, de la edad. La vejez también fue uno de sus temas favoritos.

Nos habíamos prometido una charla que nunca llegó. Nunca es tarde, es lo que siempre repetía. No sabíamos que el tiempo nos iba a ganar, sobre todo para un hombre que había tenido tiempo de hacer muchas cosas: Tomás impartió clases en el Instituto Politécnico Nacional, en la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión y en la escuela de capacitación de Televisa.

En 2005 le otorgan el Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruíz de Alarcón. Dio cátedra para formar a nuevos escritores de teatro pero también fue dadivoso con alumnos de enseñanza media y media superior, a quienes muchas veces les cedió los derechos y otorgó los permisos para que sus obras fueran montadas.

De izquierda a derecha: Escritores y representantes de estados y municipio: Luis Felipe Bravo Mena, gobierno de Guanajuato; Tomás Urtusástegui, Alejandro Ordorica, Martha Chapa, Joaquín Armando Chacón, Idania García Aguayo, gobierno de Quintana Roo, Juan Domingo Argüelles, Esposa de Juan Domingo Argüelles, Si, Hugo Álvarez Ruiz,municipio de Benito Juárez, Quintana Roo y Beatriz Espejo
De izquierda a derecha: Escritores y representantes de estados y municipio: Luis Felipe Bravo Mena, gobierno de Guanajuato; Tomás Urtusástegui, Alejandro Ordorica, Martha Chapa, Joaquín Armando Chacón, Idania García Aguayo, gobierno de Quintana Roo, Juan Domingo Argüelles, Esposa de Juan Domingo Argüelles, Si, Hugo Álvarez Ruiz,municipio de Benito Juárez, Quintana Roo y Beatriz Espejo

Hace un mes de su partida y no pudimos charlar con él. El 8 de abril de 2020 falleció una de las plumas más prolijas de los últimos años para el teatro en México.

Se espera que al final de la pandemia haya un homenaje para Tomás Urtusástegui. Y deseamos que se lleve a cabo en el Palacio de Bellas Artes: nunca es tarde, Tomás, nunca es tarde.

Tomas Urtusástegui

(1933-2020)

Tomas Urtusástegui

Por Alexa Sol

Gestora Cultural

Generoso, esa es la palabra que evoca mi mente cuando lo recuerdo, es la palabra para definir al maestro, al dramaturgo y al buen amigo.

Alexa Sol y Tomás Urtusástegui. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
Alexa Sol y Tomás Urtusástegui. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

Una amistad inesperada de largas charlas, de esas que son agradables enseñanzas y profundas reflexiones del ser humano y el respeto a la vida.

Lo conocí hace más de ocho años en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, una tarde lluviosa que pintaba de tono gris la colonia Condesa en CDMX, tenía que entrevistarlo para una revista universitaria, en la que eventualmente colaboro, y saber sus gustos musicales, realmente conocí a un ser admirable, de la música (mi cometido en ese momento), ni me acuerdo si es que he de ser honesta. Me tuvo que repetir pacientemente tres veces su apellido porque no sé qué extraña razón me inundó el habla pero no podía repetirlo, hablamos de la cultura, de la dramaturgia y literatura, pero sobre todo del teatro, ese enamoramiento hacia el teatro era algo que iluminaba su rostro, su sonrisa desbordaba sencillez y sinceridad. Me regaló emocionado dos libros de sus obras, yo me despedí avergonzada por mi atropellado encuentro de esa tarde.

Admirable era su ejemplo de perseverancia, siempre que coincidía con él en los actos culturales (frecuentemente) y me lo expresaba: nunca es tarde para hacer y dedicarte a lo que amas y si la cultura es donde te gusta estar hazlo, porque sólo así brindarás lo mejor de ti y eso será calidad. “Yo lo he hecho con el teatro y tal vez ese sea mi secreto para haber sido tan prolífico y tener tantas obras montadas y escritas”.

Tomás Urtusástegui. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
Tomás Urtusástegui. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

Sin duda alguna, su aportación en la dramaturgia es invaluable, y sé que siempre se le recordará por su vasta obra, he sentido tristeza por su ausencia pero también por su calidez; y agradecimiento de haberlo leído, escuchado y sobre todo conocer la generosidad en un ámbito que puede ser muy hostil cuando se lo propone, tuve en él a un amigo genial, una muy positiva y buena persona.

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