Los monos no comen carne
Nueva Narrativa de Tlaxcala | Los límites de la naturaleza humana son mínimos. En cualquier momento, nos convertimos en lo animal. Un cuento de Mónica Vargas Vázquez.
Nueva Narrativa de Tlaxcala | Los límites de la naturaleza humana son mínimos. En cualquier momento, nos convertimos en lo animal. Un cuento de Mónica Vargas Vázquez.
Por Mónica Vargas Vázquez
Tlaxcala, Tlaxcala, 24 de junio de 2021 [00:01 GMT-5] (Neotraba)
Mi hermano Julio estudió veterinaria. Desde niño le gustaban los animales. Cuando alguien salía de viaje, prefería que le trajeran una conchita de mar, un caracol o la foto de un ave exótica a un dulce típico o un llavero.
Comenzó a trabajar en el Zoológico del Altiplano, inmediatamente después de titularse. Lo asignaron a la última área que habría elegido: la de los primates. Nadie quería pasar su día cuidando monos araña: son sucios, ruidosos, inquietos y, de vez en cuando, agresivos.
Le tocaba revisarlos en cuanto a peso, medidas, alimentación y comportamiento. Comenzó una vez al mes y luego una a la semana. Cuando me di cuenta, iba diario. Al principio creí que era la emoción de su primer trabajo. Después pensé que eran sus jefes los que lo obligaban a trabajar horas extras. No fue hasta un año después que me arrepentí de no haberlo detenido.
Hace ocho meses vi el primer signo: dejó de comer carne y nuestra casa parecía frutería. Más adelante comenzó a levantarnos la voz por cualquier cosa. Al final, nuestra casa eran solo gritos rápidos que verdaderamente dejamos de entender.
Pasaron unas semanas para que se subiera a la mesa, brincara en el jardín, orinara en los árboles de la abuela y sus manos se entorpecieron en su vida diaria. Dejó de ir a la casa y sospeché lo evidente.
Tomé el primer camión de Apizaco a Santa Ana y fui a buscarlo a su trabajo. Me dijeron que estaba en la jaula de los monos, trabajando. Me asomé, como lo hacían el resto de los visitantes.
Julio me dijo en alguna ocasión que existen doscientas sesenta y una especies de monos en el mundo, aunque la evidencia demuestra que, con él, ya hay doscientas sesenta y dos.
Mónica Vargas Vázquez (Tlaxcala, 1995). Estudió Lengua y Literatura hispanoamericana (UATx). Es autora de la columna semanal Retahíla para cinéfilos en El Sol de Tlaxcala y coautora del libro Donde llueven acuarelas (2021). Actualmente es profesora de Literatura y dedica parte de su tiempo a la promoción cultural a través de su canal literario “Mónica con acento” en YouTube.