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Por Mónica Maristain

Ciudad de México, 9 de diciembre de 2020 [00:02 GMT-5] (Maremoto Maristain)

Muchas cosas fue el actor británico Gary Oldman. Muchos roles encarnó en filmes que tenemos guardados en un rincón especial de nuestro corazón cinéfilo.

Por caso, Beethoven en la inolvidable Amor inmortal, película de 1994 dirigida por Bernard Rosette; Sid Vicious, el fundador de los Sex Pistol, en Sid & Nancy y el dramaturgo Joe Orton, asesinado por su amante, en el filme de Stephen Frears, Susurros en tus oídos.

Más cercano en el tiempo, el actor que hizo de Drácula para Francis Ford Coppola, encarnó al malo Sirius Black en la saga de Harry Potter y fue candidato a un Oscar en 2011, por su formidable actuación en Tinker Tailor Soldier Spy.

Fue el ganador el 4 de marzo el Oscar 2018 a mejor actor por su aclamada personificación del primer ministro Winston Churchill en Las horas más oscuras.

De esta manera, Oldman le arrebató el premio a Timothee Chalamet (Llámame por tu nombre), Daniel Day-Lewis (El hilo fantasma), Daniel Kaluuya (¡Huye!) y Denzel Washington (Roman J. Israel, Esq.).

Un imitador nato

En su juventud quiso ser músico y futbolista y hoy es el actor más grande de su tiempo, un título que los críticos dicen que sólo tiene derecho a compartir con Daniel Day-Lewis, su compatriota. Vive en Santa Bárbara junto a su quinta esposa, la curadora de arte Gisele Schmidt.

Tiene una facilidad innata para imitar en cuestión de minutos la voz que se le ponga enfrente. Íntimo amigo de David Bowie, fue uno de los que lloró públicamente al morirse en 2016.

“Sí, es una habilidad. Yo podría tener toda una conversación conmigo mismo y con los cuatro Beatles, por ejemplo. Me gusta el lenguaje y siempre he disfrutado los maravillosos sonidos de diferentes acentos. Puedo imitar cualquier acento muy rápidamente”, ha dicho en una entrevista a principios de año.

Mank
Foto: Cortesía de Netflix

Hijo de un soldador y de una ama de casa londinenses, nacido hace 62 años en el barrio de clase media baja llamado King Cross, se hizo célebre por los personajes que exigen un gran esfuerzo psicológico y por las largas temporadas oscuras, divorcios escandalosos de por medio, en que debió luchar contra su alcoholismo.

Gary Oldman es uno de los mejores actores de su generación y lo que menos le ha faltado es trabajo.

Ahora le toca interpretar Mank, de David Fincher y es quizás una de las mejores interpretaciones del año. “En lo puramente narrativo, puede que ver a alguien postrado en una cama imaginando cómo avanzar con un guion no sea el colmo de lo cinematográfico, pero Oldman compensa cualquier tipo de limitación al captar de maravilla el peculiar ingenio de Mankiewicz y lo hace sin caer en el error de buscar ser divertido. Es un equilibrio difícil de conseguir pero ahí Mank lo borda, llegando a dar la sensación de que funciona mucho mejor como retrato de la personalidad de su protagonista que como indagación en los orígenes del libreto de Ciudadano Kane. En lo primero roza lo fascinante”, dice el crítico Mikel Zorrilla en Espinof.


Esta nota se publicó originalmente de Maremoto Maristain:


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